En el vasto océano editorial, donde las mismas olas de títulos repiten nombres, fechas y batallas, aún pueden encontrarse islas solitarias que guardan relatos únicos, casi secretos, que merecen ser redescubiertos. Este artículo presenta tres recomendaciones de novela histórica que han pasado inadvertidas para la mayoría, pero que encierran experiencias narrativas deslumbrantes, capaces de transportarte a otros mundos con una intensidad que solo los grandes libros poseen. Lo hicimos ya con la novela negra. Pero merece la pena hacerlo de nuevo con este género.
‘Pasquale’s Angel’, de Paul J. McAuley
En un siglo XVI alternativo, donde Leonardo da Vinci ha logrado llevar la revolución industrial a Florencia, se desarrolla esta insólita novela que combina ucronía, intriga política y estética renacentista con un pulso narrativo extraordinario. Pasquale’s Angel es una de esas recomendaciones de novela histórica que desafía las categorías convencionales del género. ¿Historia o fantasía? ¿Thriller o artefacto filosófico?

El protagonista, un joven pintor llamado Pasquale, se ve atrapado en una conspiración de asesinatos e intereses oscuros que afectan directamente a las más altas esferas del poder. Por sus páginas desfilan versiones alternativas de Rafael, Maquiavelo o Miguel Ángel. Todos ellos, reimaginados dentro de un escenario donde la tecnología ha transformado la historia antes de tiempo.
La Florencia descrita por McAuley conserva el alma de los frescos del Quattrocento. Pero también respira el humo de las fábricas, el aceite de las máquinas y la tensión de una ciudad que ha abandonado los pinceles por las armas.
Como una de las recomendaciones de novela histórica más singulares de las últimas décadas, esta obra logra lo que muchos títulos no consiguen: hacer pensar al lector sobre el rumbo de nuestra propia historia y sobre las consecuencias imprevistas de cada decisión colectiva.
‘Una salida honrosa’, de Éric Vuillard
Con su estilo seco, pulido y certero, el escritor francés Éric Vuillard nos sumerge en un episodio que suele quedar en la sombra de los grandes relatos históricos: la guerra de Indochina. Una salida honrosa reconstruye, sin ficciones superfluas, la decadencia de la presencia francesa en Asia, el cinismo de las élites y la manipulación mediática que envolvió una retirada disfrazada de dignidad.

No hay héroes en estas páginas. Ni grandes épicas. Lo que Vuillard propone, y por eso destaca entre las recomendaciones de novela histórica, es un enfoque quirúrgico y casi documental. Con frases breves y ritmo implacable, va desmontando el barniz ideológico del colonialismo, mostrando cómo se toman las decisiones que condenan a miles de personas desde salones parisinos con moqueta y whisky.
La historia de Una salida honrosa es más real cuanto más cruda. No hay un protagonista que nos guíe, sino una polifonía de silencios, discursos oficiales y sombras que revelan el funcionamiento interno del poder. Esta es una de esas recomendaciones de novela histórica que no buscan la evasión, sino la reflexión.
‘Plaza del Castillo’, de Rafael García Serrano
Publicada en 1951 y hoy prácticamente olvidada, Plaza del Castillo es una obra que merece urgentemente una reedición. Su autor, Rafael García Serrano, entremezcla en estas páginas la alegría desbordante de los Sanfermines con el crujir de la inminente Guerra Civil Española. La novela transcurre durante los días previos al 18 de julio de 1936, cuando aún no había estallado el conflicto. Sin embargo, ya se respiraba en cada esquina.

A diferencia de las novelas históricas que se centran en los grandes hechos o en figuras reconocibles, esta obra propone una coral de personajes anónimos, fragmentarios, como si quisiera retratar una ciudad entera en ebullición. En ese sentido, es una de las recomendaciones de novela histórica más innovadoras del siglo XX español. Porque se construye a partir de los ecos, de los diálogos cruzados, de los pequeños gestos que anuncian la tragedia.
La escritura de García Serrano es poderosa, lírica, directa en ocasiones y profundamente literaria. La Plaza del Castillo, más que un escenario, se convierte en un símbolo. Una plaza donde todo se celebra y todo se pierde. En un país al borde del abismo, los cohetes de las fiestas conviven con los primeros rumores de fusiles. Leer esta novela es adentrarse en una forma de vivir que ya no existe. Y en una España que aún sigue buscando sus cicatrices.