The Velvet Sundown ha irrumpido en Spotify para quedarse. En cuestión de semanas, el grupo ha acumulado cerca de un millón de oyentes mensuales sin una sola actuación en vivo, ni redes sociales reales, ni entrevistas. A simple vista, parece la banda perfecta para la nostalgia indie, pero conforme se desmenuza el fenómeno, se dificulta discernir si estamos ante músicos de carne y hueso o arquitectos digitales.
Una estética que sostiene la ilusión
Spotify presenta a The Velvet Sundown como una banda verificada. En su biografía, describen su música como “lo hipnótico, algo en lo que no los escuchas, te deslizas en ellos” y prometen “conjurar mundos”. Todo ello flota sobre un aura de psicodelia setentera, con paisajes sonoros que combinan el eco de Laurel Canyon, sintetizadores suaves y reverbs alargados.
Sin embargo, las imágenes revelan grietas: los rostros lucen demasiado simétricos, las manos aparecen sin pulgares o con seis dedos, y las poses resultan extrañamente estáticas —señales comunes en creaciones con inteligencia artificial. La “auténtica” fotografía grupal donde comparten hamburguesas y carecen de pulgares se viralizó precisamente por eso.
Un sonido sin antecedentes reales
En solo tres semanas, lanzaron Floating on Echoes el 5 de junio, seguido por Dust and Silence 20, y anunciaron Paper Sun Rebellion para el 14 de julio. No hay discográfica, no hay mánager real, no hay créditos de productores: todo aparece bajo el nombre de sus supuestos integrantes —Gabe Farrow, Lennie West, Milo Rains, Orion “Rio” Del Mar— sin rastro en Google o redes sociales personales.
La plataforma Deezer, que ofrece identificar la música generada por IA, marcó varias pistas de la banda como “100 % IA”, y la crítica alerta de que la uniformidad estilística —esa “nostalgia fabricada”— es precisamente lo que delata el origen artificial.
Algoritmos al servicio de la ilusión
El éxito de Velvet Sundown parece estar orquestado por los algoritmos de streaming. Spotify incluyó a la banda en decenas de listas anónimas y en el famoso Discover Weekly, catapultándolas a cientos de miles de usuarios. Su ascenso en cuestión de días —de la nada a 550.000 escuchas mensuales— habla de los oyentes que se conforman con que suene bien, sin necesidad de que transmita nada humano.
No ha habido entrevistas, declaraciones reales ni presentador oficial. Solo una cuenta de X con mensajes breves, contradictorios y que ni siquiera figura en el perfil de Spotify —como si la banda no controlara su identidad online. No había concierto de presentación, ni gira, ni actuaciones promocionales —ni siquiera un videoclip real—. Una banda fantasma creada para flotar en la atmósfera digital.
Entre fascinación y alarma, el debate se intensifica
Este caso no es aislado. Plataformas como Suno y Udio facilitan la generación musical automática, y ya circulan bandas como ‘Aventhis’.

Organizaciones del mundo artístico han calificado esto como “un robo disfrazado de competencia” y las discográficas están demandando a creadores de IA por infracción de copyright, y artistas como Elton John, Dua Lipa o Paul McCartney reclaman regulaciones más firmes.
Por su parte, Daniel Ek, fundador de Spotify, se declara optimista sobre el futuro creativo con IA, aunque rechaza replicar voces reales. Por ahora, Spotify no exige etiquetar a la IA ni impide la monetización de bandas digitales.
¿Arte digital o mentira consentida?
The Velvet Sundown ofrece baladas suaves, country-psicodélia lo-fi, estribillos “que te susurran desde otra habitación”. Si lo que importa es la experiencia auditiva, quizás cumple. Pero las imágenes falsas, las identidades inexistentes, los lanzamientos encadenados y la ausencia de transparencia evocan una performance estética más que una expresión artística genuina.
Algunos oyentes lo disfrutan sin preocuparse. Otros sienten que esto representa un fraude algorítmico. “Es una locura que Spotify no diga que es IA”, comentan muchos usuarios de la aplicación musical en Reddit. Pero ¿qué sucede con quienes, tras escucharla, descubren que no hay humanos detrás? ¿Desaparecen las aplicaciones artísticas del trabajo creativo en favor de la simulación?

Hacia un futuro en el que lo real y lo sintético convergen
The Velvet Sundown ha abierto una grieta: ahora sabemos que una banda fantasma puede popularizarse sin moverse de un servidor. Las plataformas, movidas por algoritmos, promueven lo que engancha con los patrones más probables para lograr el éxito. En ese ambiente, la autenticidad humana puede perderse frente a la eficiencia artificial.
¿Será este “arte algorítmico” una nueva forma legítima de creación?
Por ahora, la banda sigue en ascenso. El próximo álbum, Paper Sun Rebellion, saldrá el 14 de julio. Se verá entonces si el público expectante acepta lo que podría ser la nueva cara de la música en streaming: sin músicos, solo datos que suenan bien.