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El boom de la literatura erótica tiene nombre de mujer

El movimiento #MeToo cambió las reglas del juego y ahora las mujeres toman el timón en Francia: “El objetivo es una reconquista de la narración”, afirma escritora

El boom de la literatura erótica en Francia tiene nombre de mujer
El boom de la literatura erótica en Francia tiene nombre de mujer
Montaje: kiloycuarto

“Nunca había alcanzado el orgasmo con su marido, ni con sus antiguos amantes; habría bastado con que se tocara con los dedos. Cuando ya no me tenga a su lado, se atreverá a hacerlo, gracias a mí. Estoy muy orgullosa”, dice la protagonista de Con la boca llena (La bouche pleine, sin traducción), tras lamer el clítoris de su amante. La obra escrita por Rose Brunel, 56 años, es una de las que más está animando el efervescente universo de la literatura erótica francesa, que incluye experiencias sexuales de las más variadas.

En España, Almudena Grandes, con Las edades de Lulú (1989), situó el erotismo en el centro del debate público; más tarde, Lucía Etxebarria, con Beatriz y los cuerpos celestes (1998), amplió la discusión al abordar el deseo femenino.

'La bouche pleine', de Rose Brunel
‘La bouche pleine’, de Rose Brunel

“Simplemente no encontraba textos que me representaran, sin violencia contra las mujeres, y desde una mirada femenina. Así que imaginé otras posibilidades más allá de la sempiterna sumisión”, cuenta a Artículo14 Rose Brunel, que por eso pasó de lectora a autora reconocida. Ella es parte del reciente boom de la literatura erótica escrita por mujeres que viene tomando espacio en las librerías y ferias literarias.

Según Anne Hautecoeur, directora editorial de la parisina La Musardine, especializada en el género desde hace 30 años, dos razones explican la alza de las mujeres en una corriente hasta hace menos de una década dominada por hombres. Mientras cada vez más lectores hombres dejaron los libros por los videos pornográficos, de fácil y rápida excitación sexual, las mujeres rompieron con muchos códigos culturales tras el #MeToo. Una de estas rupturas tomó forma literaria.

Anne Hautecoeur, directora editorial de la parisina La Musardine
Anne Hautecoeur, directora editorial de la parisina La Musardine

“El #MeToo supuso un verdadero vuelco, las mujeres finalmente reivindicaron el hecho de tener deseos y que sus deseos debían ser dictados por ellas”, afirma. “Y eso hace que se atrevan más a leer, a hablar y a escribir sobre el tema”.

En un escenario todavía desprovisto de estadísticas oficiales, el cambio se hizo percibir lentamente como una suave variación de temperatura que anuncia la llegada de una nueva estación. Por ejemplo, en el público de la librería que La Musardine mantiene en el distrito XI de París: cada vez menos señores, cada vez más mujeres. O parejas. Gente curiosa que por primera vez osa abrir la puerta de cristal con el aviso ‘reservado para adultos’.

En cuanto a la producción, un 75 % del catálogo publicado el 2024 fue firmado por mujeres. Ejemplo de ese auge fue la celebración de la Feria de la Literatura Erótica, que reunió este mes en París a más de 1.000 personas –al menos la mitad, mujeres–.

La mirada femenina

¿Qué cambia en el texto cuando son las mujeres las que toman la pluma? Anne Hautecoeur trata de deshacer estereotipos: “Uno puede pensar que ellas tienen necesariamente un lenguaje más imaginativo, delicado, amoroso. No, para nada”. Según esta jurado del premio literario Sade, el secreto está más en el punto de vista. “En cuanto a la mirada, creo que sí es diferente, hay un punto de vista diferente sobre el deseo, sobre el cuerpo, también sobre lo que se recibe, sobre lo que se da”, afirma.

Pues vamos al texto. En la trama de Con la boca llena, escrita con fluidez y sentido de humor, una joven artista –cuya obra maestra inacabada es una escultura retratando la cópula de sus padres en el momento de concebirla– se ve obligada por el padre dominador a hacer un master de alta cocina. Lo que empieza como una tarea ingrata pronto se convertirá en palco de intensas experiencias corporales donde el banquete del sexo se mezcla a salsas, carnes, temperos.

La sinestesia, así como la evocación de los cinco sentidos, son trazos muy presentes en esta literatura escrita por mujeres, lo que enriquece los recursos estilísticos generalmente encontrados en este género, más proclives a las imágenes. “El sabor de un día de humedad atrapado en el algodón. Es fuerte, pero me encanta”: así es cómo la narradora Iris describe las bragas de su amante. En otros momentos, el lenguaje crudo se impone: “Yo aparto su coño, cuyos labios se separan, para dejar que los líquidos tibios fluyan”.

No es por casualidad si la obra de Brunel abre otras posibilidades del ejercicio del placer, como el de señalar sus límites. Zoé, la colega del máster que formará un excitante “ménage à trois”, cuenta a sus colegas sobre un chico con el que se acostó; pese que él la hacía daño, no le pidió que bajara el ritmo: “– Pues no. No sabía muy bien cómo decírselo, es un chico amable, no quería que se ofendiera […] Pero bueno, prefiero que me den un mal polvo a que no me den ninguno”.

Las entrañas de la escritura

En un género literario distinguido por su capacidad de generar sensaciones de placer y excitación sexual, son pocos los que no temen equivocarse. Escribir (bien) escenas de sexo es de una tareas más difíciles de un escritor. El dominio de la dramaturgia es una de las claves, según Brunel.

“Una autora debe reproducir la escena interiormente para plasmarla en el papel, de modo que la lectora reciba esas palabras y, a su vez, se excite”, afirma Brunel, antes de rematar: “Es una hermosa circulación del deseo que constituye la fuerza del género”.

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