“‘Al final era esto’. Después de tantas vueltas, me dijiste: ‘Todo resulta simple’. Nunca tuvimos fe pero tuvimos palabras para darnos las gracias, para decir adiós, para ponerle nombre al no saber”. ¿Quién mejor que Luis García Montero para encarnar la despedida a Almudena Grandes? Azucena Rodríguez, amiga íntima de Almudena, y cineasta (Atlas de geografía humana, Entre rojas), quien compagina la escritura de guion con la docencia, hizo el duelo por la muerte de Almudena encerrada en la sala de montaje, alargando un poco más la vida de su amiga, para luego poder entregar a los demás ese “ratito más” con la escritora, hija predilecta de Madrid.

Vemos en varios momentos del documental a Almudena hablando a cámara, precisamente porque era consciente de que estabas ya preparando el documental sobre ella. ¿Cómo y por qué surgió la idea de retratar a Almudena en un documental? ¿Fue antes de saber que tenía cáncer?
Fue antes de que tuviera cáncer. Yo empecé a pensar en este documental cuando Almudena estaba sana. En aquel momento yo quería hacer una película sobre ella y la literatura, sobre su proceso creativo. En definitiva, lo que quería era hacer un documental en el que se diese cuenta de su altísimo nivel como escritora, y de que tenía cientos de miles de lectores en todo el mundo, me parecía que era muy interesante dejar constancia de esta mezcla de gran éxito popular y alto nivel literario al tiempo que ella iba contando cómo había ido desarrollando su escritura y cómo había ido conformando ese proceso creativo. Llegó la enfermedad, llegó la pandemia y llegó la muerte y eso no pudo ser, no han podido ser cosas mucho más importantes, pero poco tiempo después de morir Almudena, Mariela Besuievsky, productora del documental, me propuso retomarlo y yo le dije inmediatamente que sí, aun sabiendo que iba a doler, ha dolido y me duele, porque una de las suertes de mi vida es haber sido íntima amiga de Almudena, pero le dije que sí porque confío plenamente en esa capacidad casi milagrosa que tiene el cine de detener el tiempo, pensé que si hacía la película podríamos volver a pasar un rato con ella, podríamos volver a oírla, podríamos volver a escucharla, y eso merecía la pena. Todo lo que sea mantener viva su memoria merece la pena y todo lo que sea invitar a leerla a las que no lo hayan hecho y a releer a las que sí lo hicimos, merece la pena.
Almudena se autodefine como “prusiana” y se muestra metódica a la hora de pensar y publicar sus libros. ¿Te consta que tuvo dificultades para conciliar el trabajo con la vida familiar?
Me consta, Almudena era una todoterreno, una mujer extraordinaria con una fuerza brutal y una generosidad todavía más grande. Ella, escrupulosa y rigurosamente, escribía todas las mañanas, de nueve a dos/tres de la tarde, con intervalos para hacer la comida, y que le venían bien para sentar lo que iba escribiendo, y luego, en la tarde, se dedicaba a su familia, a sus hijos, a su marido, y a presentaciones de novelas de amigos, a actos políticos, a actos culturales. Conciliaba, tenía tres hijos, dos viviendo en casa, y un marido que viajaba mucho, al igual que ella. Era una familia grande en la que no faltaban nunca regalos, para los cumpleaños, todo tipo de detalles, todas esas cosas en las que somos tan habilidosas para organizar y para recibir a los amigos. Con la ayuda de Luis, pero siempre pilotando ella la nave.

¿Consideras que Almudena fue y es un referente feminista para la sociedad española? ¿Por qué?
Sin duda. Las mujeres necesitamos referentes, espejos en los que mirarnos, y Almudena es, todavía en su memoria y con su obra, un referente indiscutible, una mujer con criterio propio, con vida propia, con sueldo propio, con voz propia, que siempre ha luchado por la igualdad entre hombres y mujeres como una prioridad. Luchaba también por la igualdad entre todos los hombres, por combatir las injusticias en el mundo y las diferencias de clase, pero muy especialmente ponía atención, empeño y lucha en la igualdad entre hombres y mujeres, y lo demostraba constantemente apoyando, ayudando y con su ejemplo de trabajadora incansable de la cultura, como ciudadana consciente de las desigualdades de la sociedad en la que vivía, y consciente de esos larguísimos siglos en los que las mujeres hemos sido un cero para la historia. Luchó muy duramente por cambiar eso.
Es muy hermoso cómo has tratado el duelo de Luis, dándole voz, grabando su rostro y su cotidianidad. ¿Cómo se ha sentido él con este documental?
Luis García Montero es un hombre generoso, inteligente y un hombre enamorado de la mujer de su vida, Almudena Grandes. Ha tenido una actitud absolutamente generosa y espléndida con el documental, también tengo la suerte de ser amiga de Luis y no solo no ha puesto ninguna pega, sino que lo ha ofrecido todo, me ha abierto su casa, su dormitorio, sus momentos más íntimos, sus verdades más íntimas, contando los últimos momentos de Almudena, por ejemplo. Por lo que hemos hablado, se sentía bien, pero era muy triste para los dos, pero él ha llevado el duelo de Almudena con una dignidad maravillosa, yo lo he visto en cientos de actos donde Luis ha estado siempre a la altura, amoroso pero sobrio en el recuerdo, completamente entregado al recuerdo de Almudena, de la forma en la que a ella le habría gustado, que es con una cierta alegría, con humor, y con muchísimo amor. Yo creo que ha estado cómodo, ha sido súper disciplinado, es muy inteligente para todo, entendía enseguida la dinámica del rodaje, y se ponía en mis manos con una generosidad impresionante, que yo agradezco totalmente. También lo han dicho Elisa García Grandes y Mauro Cafarat, así como Mónica Grandes y Lola Grandes, su hermana y su tía. Efectivamente, Luis ha sido el hilo conductor del que yo me he valido para contar ese gran vacío que nos ha dejado y que deja Almudena, no solo como escritora, también como madre, esposa, hermana, sobrina, amiguísima de sus amigos.

El testimonio de su hija Elisa, casi al final, es de una crudeza y un realismo atroz. ¿Por qué quisiste incluirlo? ¿en qué crees que puede aportar a la memoria y recuerdo de Almudena?
El testimonio de Elisa es atroz, a esa mujer joven le ha pasado lo peor que puede pasar, que es perder una hija habiendo perdido además a su madre pocos días antes. Creo que aporta a la memoria o al recuerdo de Almudena ver la dimensión, ver cómo es Elisa, el dolor con el que ella ha tenido que lidiar, cómo ha tenido que afrontarlo y qué bien lo ha hecho. Almudena adoraba a Elisa y que Elisa haya querido compartirlo merece todo mi respeto, ella ha querido hacerlo y yo lo he respetado absolutamente. Creo que habla de cómo afrontar el dolor y cómo la digna hija de Almudena es capaz, ha sido y está siendo capaz de hacerlo.
¿Hicisteis un pre estreno/estreno especial del documental, con amigos y familiares de Almudena? ¿cómo lo viviste?
Fue muy emotivo y emocionante. Yo les mostré, por supuesto, primero el documental a Luis, a Elisa, a Mauro, a Mónica y a Lola, y ellos se emocionaron. Se lo enseñé uno a uno, para cuidar bien la respuesta de cada uno y todos se emocionaron y terminamos llorando en esos visionados en la sala de montaje, ni siquiera delante de la pantalla grande, el preliminar ya fue muy emocionante en la intimidad. Luego ya cuando se hizo público, mucho más. Yo soy sobre todo amiga de Almudena, y luego ya, directora de cine, y me puede la emoción. Lo que encontré en los diferentes pases que hicimos por España fue la emoción, las lectoras y lectores de Almudena emocionados, que les gusta y alegra volver a pasar ese rato con ella, y a mí mantener viva su memoria me parece lo mejor que puedo hacer como amiga, me parece importante y gozoso, aunque también duela, es mi granito de arena, lo poquito que yo puedo devolverle de lo que ella me dio. Es necesario mantener vivo el recuerdo de Almudena, leerla y volver a leerla. Me da mucha alegría porque también me encuentro gente joven, o gente que me dice: no la he leído pero voy a hacerlo, o gente que me dice: he empezado a leerla y voy a seguir haciéndolo. Esa es la mejor manera de rendirle homenaje.

