En un catálogo cada vez más saturado de títulos, algunas series de Netflix logran destacar no por el despliegue de efectos especiales o el ruido mediático, sino por la calidad de su narrativa. Es el caso de Alias Grace, una miniserie que ha resurgido en popularidad en los últimos meses gracias al boca a boca y las recomendaciones en redes sociales. Con apenas seis episodios y una historia cerrada y absorbente, se ha convertido en una de esas joyas que muchos descubren tarde, pero no olvidan fácilmente.
Basada en hechos reales y escrita por Margaret Atwood
Alias Grace adapta la novela homónima de Margaret Atwood, una de las autoras canadienses más influyentes del último siglo. Aunque muchos la conocen por El cuento de la criada, esta obra menos conocida se sumerge en un crimen real ocurrido en 1843 en el Alto Canadá (actual Ontario), cuando el asesinato del hacendado Thomas Kinnear y su ama de llaves conmocionó a la opinión pública.
En el centro del escándalo se encontraba Grace Marks, una joven inmigrante irlandesa que trabajaba como sirvienta en la casa de la víctima.
La serie Alias Grace se mueve con elegancia entre el relato histórico y el drama psicológico. Reconstruye no solo los hechos del crimen, sino también el contexto social de una época marcada por la desigualdad de clase, la represión del deseo femenino y la ambigüedad moral de la justicia.
Uno de los grandes logros de Alias Grace es su capacidad para mantener al espectador en vilo desde el primer episodio hasta el último. A través de los interrogatorios del doctor Simon Jordan, un psiquiatra ficticio encargado de evaluar la cordura de Grace, la serie desgrana su pasado con ritmo calculado, jugando constantemente con la memoria, la verdad y la manipulación.
Cada capítulo aporta una nueva capa de ambigüedad. ¿Es Grace culpable? ¿Fue manipulada? ¿Puede una mujer condenada a muerte reescribir su historia con las palabras adecuadas? El guion —escrito por Sarah Polley— no da respuestas fáciles. Pero plantea las preguntas con una intensidad poco común.
Una miniserie ideal para una noche de maratón
Con una duración total de poco más de seis horas, Alias Grace es una opción perfecta para quienes buscan una historia de calidad que se pueda disfrutar en una sola noche. No hay temporadas que se alarguen innecesariamente. Ni tramas secundarias que diluyan la fuerza del relato principal. Es una serie cerrada, contenida. Y eso se ha convertido en una de sus principales virtudes.
En un panorama donde las ficciones a menudo se extienden sin rumbo durante varias temporadas, Alias Grace apuesta por la concisión sin sacrificar profundidad. Su brevedad, lejos de ser un límite, se convierte en parte de su encanto.

El peso de la narrativa recae casi por completo en Sarah Gadon, quien encarna a Grace con una mezcla inquietante de dulzura, ambigüedad y frialdad calculada. Su interpretación es magnética y está entre las más notables de su carrera. A su lado, Edward Holcroft da vida al doctor Jordan, atrapado entre la fascinación y la duda frente a su enigmática paciente.
La ambientación también merece mención especial. Vestuario, fotografía y dirección de arte trabajan al unísono para transportar al espectador al Canadá decimonónico. Con un realismo áspero y sombrío que refuerza la tensión narrativa.