Adiós a una leyenda

Fallece Brigitte Bardot: icono animal del cine

Acariciada por la mano de Dios, de una belleza que provocaba tortícolis, BB supo trascender un rol impuesto desde el relato físico, para convertirse en un modelo de cierta intelectualidad

Nueva York, 18.12.65. - Primer plano de Brigitte Bardot

La muerte de Brigitte Bardot me pilla en plena carretera. Otra más. Menudo año para el polvo de estrellas. Pero es motivo suficiente para echar el freno de mano, derrapar el bólido en un parterre y homenajearla negro sobre blanco.

Acariciada por la mano de Dios, de una belleza que provocaba tortícolis, BB supo trascender un rol impuesto desde el relato físico, para convertirse en un modelo de cierta intelectualidad. Su opción fundamental en la vida, la defensa de los derechos de los animales, la ha acompañado con admirable coherencia hasta el final de sus días. La misma coherencia, por cierto, con la que trató a su chasis: las marcas del tiempo, ese monstruo, fueron erosionando su figura, pero jamás su sex appeal, físico e intelectual.

Bardot posa durante su estancia en Ibiza en 1971 – EFE/JOSÉ BUIL MAYRAL

En ella han convivido en armonía conceptos aparentemente contradictorios, que su carrera y personalidad han logrado hacer convivir: el principal, el de “icono sexual” y “mito erótico”, sintagmas tan desgastados que huelen a naftalina y que ella (y su cerebro) se encargaron, primero de renegar y posteriormente de transcender. Que esto sea indiscutible no esconde que durante muchos años su esplendor se redujo a eso, a mera carne y piel, modelada por su Pigmalión Roger Vadim y corporeizada en la archiconocida Y Dios creó a la mujer (1956) -aunque para entonces ya había rodado una docena larga de películas-, manifiesto de la hermosura absolutista. Vadim fue el primero de sus cuatro maridos y en su primera creación juntos (luego vinieron unas cuantas más) convirtió a su musa en el sex symbol que arrebató el fuego a las bimbos de Hollywood. Sin embargo, a diferencia de estas, que no pasaron de cromada carrocería, la grácil Bichette, como la apodaban sus profesoras en sus inicios como bailarina de ballet, impuso su contenido por encima de su continente y mostró que era algo más que una “cara con ángel”: El desprecio (1963), bajo el mando de Jean-Luc Godard, el mayor auteur de la historia del cine, o Viva Maria! (1965) de Louis Malle, otro que tal baila. Con este último ya había rodado una de mis favoritas, Una vida privada (1962), reveladora metáfora meta cinematográfica y brillante fábula de su propio recorrido vital, desde modelo y bailarina a estrella del cine acosada por su propia fama. Esa misma gloria a la que renunció en 1974, a los 40 años y en la cúspide de su prestigio, cuando decide retirarse, negándose a recauchutarse, -“estoy harta de ser bella todos los días”- , cincuenta películas y sesenta canciones después.

Y a partir de ahí aparece la otra Bardot, la que escribe su propio guion original, la libre y radical, capaz de repudiar la Legión de Honor, que le concedieron en 1985, crítica con la inmigración francesa, el islam y defensora del movimiento antivacunas, todo ello recluida en su arca de Noé, Xanadú interior, rodeada de sus animales, a cuya defensa dedicó la parte más importante de su vida, según sus propias palabras, y a través de su propia fundación.

Ha muerto Brigitte Bardot a la temprana edad de 91 años, un pestañeo de Dios para los inmortales como ella: sex symbol, mito erótico, sí, no vamos a negar lo obvio, pero también actriz de talento, escritora, cantante, activista, y, sobre todo, una mujer que fueron muchas al mismo tiempo , que se puso a ella misma en el centro de su vida, ingobernable, bellísima, imperfecta, contradictoria, frágil y segura de sí misma…una mujer dueña de su relato.

Con ella desaparece otra pieza más de la espuma del cine, pero cuya belleza, talento y personalidad quedarán para siempre y servirán de ejemplo a todas aquellas -y aquellos- que busquen en el arte de la interpretación su camino, al margen de etiquetas, piel, carne y huesos.

Descansa en paz, Brigitte, BB, Bichette… todas las mujeres en una.

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