En 2009, la autora Lisa Mandel publicó una novela gráfica sobre psiquiátricos muy particular. Con historias familiares sobre estas instituciones, la historietista francesa sintió la necesidad de explorar gráficamente lo que sucedía entre esas paredes. A medio camino entre el periodismo gráfico y la denuncia social, esta obra tan poco conocida fuera del ámbito francés y belga expone un sistema sanitario saturado. La precariedad y la humanidad son contrariedades que coexisten en sus pasillos abarrotados que casi roban el alma.
Una novela gráfica sobre psiquiátricos antiguos de Francia, o de cualquier lugar…

Psiquiátrico (Psychiatrique) presenta a la propia autora dentro de un hospital psiquiátrico del sur de Francia. No es por pura curiosidad, pues la madre y el padrastro de Lisa eran enfermeros de un centro psiquiátrico de Marsella. Como ha contado alguna vez, es una historia que le ha acompañado desde niña. En el 2004 empezó la idea de desarrollar un cómic sobre dicha historia por un desgarrador motivo.
Un antiguo paciente decapitó a dos enfermeras que le habían cuidado en un centro de estas características. Sucedió justo la noche en que su padrastro y su madre se jubilaron. Desde ese momento, recogió testimonios de cinco enfermeros y cuidadores (incluidos ellos dos) para dar forma al tebeo.
Esta obra de la bande dessinée gira, principalmente, en torno al desgaste mental de pacientes y enfermeros. Este desgaste es causa por el mismo motivo en unos y otros: un sistema que no ofrece la terapia ni los recursos necesarios. Las dos partes están abandonadas por las instituciones públicas, y es algo que se evidencia en numerosas conversaciones del cómic y del propio dibujo, con el desgaste de la arquitectura y de las salas del hospital de la historia.
Por qué leer Psiquiátrico

El uso de las gruesas líneas negras refuerzan la sensación de asfixia entre las paredes del psiquiátrico. Los colores empleados por ella son blancos, negros y grises, mayoritariamente. Pero a veces aparecen el naranja y el marrón, y según ha confesado, sirven para captar la atención e identificar personajes, además de representar la locura.
Este tipo de dibujo refuerza la idea revisionista de la novela gráfica. En un sitio que debería servir para aliviar y ayudar a la recuperación de las personas, la falta de recursos limita la actuación del personal médico a una ligera asistencia. Dentro del caos que allí se vive, pequeños momentos y gestos compartidos ofrecen un poco de luz a las pobres almas que habitan el lugar.
La medicación excesiva, representada en repetitivas viñetas donde los personajes se toman infinitas pastillas, apenas ayudan a unas personas que dependen de una burocracia que les ha fallado y prefiere abandonarles a su suerte. Hay atisbos de avances médicos que llegan a la institución, que se aprecian a medida que se pasan las páginas. Pero siguen siendo insuficientes.
Las historias abarcaron originalmente tres tomos, aunque en España las ha editado Astiberri en dos tomos.
Mandel no ofrece soluciones fáciles, pero sí una mirada cruda y necesaria sobre un sistema que margina a las personas más frágiles. A día de hoy, en una era donde la salud mental tendencia, los recursos siguen siendo insuficientes. Esta novela gráfica sobre psiquiátricos del pasado nos recuerda que convendría una revisión de este fallido sistema, también en el presente.