a los pies del cantábrico

Mar de Fondo o el vino del Mar

En la bucólica localidad de Ruiloba, entre Comillas y Santillana del Mar, se ubica Bodegas Miradorio, uno de los pocos proyectos vinícolas que reivindican los vinos atlánticos de Cantabria

Los viñedos de Bodegas Miradorio con la Iglesia del Remedio y el mar al fondo

Los viñedos de Bodegas Miradorio con la Iglesia del Remedio y el mar al fondo Bodegas Miradorio

Amanece en Ruiloba. A dos kilómetros de la costa, entre los picos de Europa, Comillas y el mar cantábrico, encontramos un pueblo encantador, lleno de flores y casucas de piedra, “praos”, una iglesia del siglo XVII que reina en la calle mayor y la bodega de Esther Olaizola y Gabriel Bueno, Miradorio, un término que en Cantabria significa Mirador. Se llama Mirador porque sus viñedos miran al mar, mecidos por el viento y el salitre. En sus tierras se recogen las uvas una a una, siempre a mano, con el esmero, la paciencia y el cariño que se ponía antes en hacer las cosas, con la influencia de la tradición y el arraigo que dan la tierra y el mar.

Viñedos de Miradorio, frente al mar Cantábrico

Viñedos de Miradorio, frente al mar Cantábrico

Los caldos de esta bodega familiar han llegado para dar fe de que existe una Cantabria vitivinícola por descubrir. Besando el fino cristal que los porta, pareciera que uno se bebe, poco a poco y en gotas, un poco del alma del mar. A él hace honor su buque insignia, Mar de Fondo, su referencia más reconocida y mejor puntuada, que ya se degusta en los mejores restaurantes de Cantabria y en lugares tan notorios y concurridos de la capital como son La Penela o los restaurantes del Grupo Cañadío, como La Maruca o La Primera.

Esther Olaizola, de Bodegas Miradorio

Esther Olaizola, de Bodegas Miradorio

Un amor de verano y un txacolí en Guetaria

La historia de Esther Olaizola (San Sebastián, 1975), cofundadora y gerente de Bodegas Miradorio, es una historia de amor, de trabajo, de valentía y de constante reinvención. Esta brillante y enérgica empresaria guipuzcoana, de amplia sonrisa y aguerrido tesón, aterrizó un buen día de verano en el encantador pueblo de Ruiloba para pasar unas vacaciones. Entonces no sabía que se iba a encontrar cara a cara con el amor y que allí mismo iba a emprender una nueva vida con el que hoy ya es su marido, Gabriel Bueno. Con él dirige Bodegas Miradorio, una bodega única que nos da muchas alegrías.

De carácter abierto, sonriente y espontáneo, Esther me cuenta que el proyecto de Bodegas Miradorio surge tomando un txacolí en Guetaria. “Había llegado la crisis de 2008 y Gabriel y yo, que teníamos una empresa de jardinería y construcción nos sentamos a hablar, muy preocupados. El negocio se venía abajo. Por entonces teníamos 27 empleados que mantener, ese era nuestro mayor desvelo. Buscábamos una solución” recuerda.

Ese día en Guetaria, con una copa de txacolí entre las manos, pensaron cómo podían reinventarse y se les ocurrió que quizá podrían hacer vino en los campos del entorno de Ruiloba, el pueblo donde vivían.  Recuperar la tradición bodeguera de Cantabria y fundar una nueva bodega. Tenían la maquinaria y el equipo, era un momento clave para sus vidas, se miraron y dijeron, ¿por qué no? “Nos dimos cuenta de que cerca de casa, en Ruiloba, había unos terrenos rústicos en los que no se podía construir y empezamos a planificar alquilarlos y plantar allí los viñedos. Al ayuntamiento le pareció una iniciativa muy positiva, ya que su limpieza y vigilancia da mucha seguridad a la zona, aparte de la riqueza que da el propio viñedo. De esta forma además evitábamos el despido de los trabajadores”, cuenta. Y así fue cómo se pusieron en marcha.

Los empresarios Gabriel Bueno y Esther Olaizola, de Bodegas Miradorio

Los empresarios Esther Olaizola y Gabriel Bueno, de Bodegas Miradorio

Con mucho esfuerzo, comenzaron cultivando cuatro tipos de uva. La Hondarribi Zuri, que es con la que se hace el txakoli, la fuente de inspiración del proyecto, la Godello, la Riesling y la Albariño. “La Hondarribi Zuri aguanta muy bien la salinidad del mar y aporta al vino un valor añadido” nos cuenta Esther, “y aunque los primeros meses fueron muy intensos, de mucho aprendizaje, en total, conseguimos que alrededor de 22.000 plantas arraigaran en un terreno complejo por su cercanía al mar”.  Por fin en 2013 el sueño ya era realidad. Lo habían conseguido.

Bodegas Miradorio, Ruiloba

Bodegas Miradorio, Ruiloba

Hoy Bodegas Miradorio tiene siete hectáreas de viñedos y a partir de estas cuatro variedades elaboran sus vinos: Mar de Fondo y Tussío, dotados de una combinación de acidez y frescura que los hace únicos. Dos extraordinarias referencias que se han convertido en un interesante reclamo para los vinos del litoral Cantábrico, bajo la Indicación Geográfica protegida de Cantabria.

Mar de Fondo, de Bodegas Miradorio

Mar de Fondo, de Bodegas Miradorio

En pocos años han conseguido que se valoren con más de 90 puntos en guías tan prestigiosas como la Guía de Vinos de ABC o la Guía Peñín y ya están preparando el nacimiento de un nuevo hijo del mar que dará mucho que hablar a partir del próximo verano.

Reinvindicar la historia vitivinícola de Cantabria

Esther se define como “una luchadora que busca situar el vino cántabro donde se merece” y reivindicar la historia vitivinícola de Cantabria. “Con los años, Miradorio se ha convertido en el proyecto que busca rescatar una tradición perdida en Cantabria desde el siglo XIX, nos explica. “Hubo mucha gestión de uva blanca hasta finales del siglo XIX, pero se perdió casi al 100% con la plaga de la filoxera y únicamente quedó la uva de los picos de Europa, donde la viabilidad para plantar viñedos es muy escasa”. Esther y Gabriel trabajan para potenciar el arraigo vinícola de la región teniendo como pilares los valores tradicionales. Ofrecen un plan de enoturismo de tradición bodeguera de nueva generación con el fin de dinamizar la zona a través de un proyecto sostenible, que atraiga turismo de calidad.  “Estamos integrados en el paisaje, mimetizados en un entorno único y haciendo algo muy auténtico, muy especial”, comenta sonriente y con orgullo del proyecto que han creado.

Terraza comedor de Bodegas Miradorio

Terraza comedor de Bodegas Miradorio

Maridaje Tussío y anchoas del Cantábrico en Bodegas Miradorio

Maridaje Tussío y anchoas del Cantábrico en Bodegas Miradorio

Miradorio Rural, un hotel rural tradicional con más de 200 años de antigüedad

La propuesta de enoturismo de Bodegas Miradorio ofrece una actividad de catas, con maridaje gastronómico a base de quesucos, anchoas y otras delicastessen, unas divertidas visitas guiadas a los viñedos en 4×4 y una propuesta hotelera, Miradorio Rural, para la que -siguiendo los principios y valores de respeto a la cultura del municipio- han rehabilitado un edificio de más de 200 años para convertirlo en hospedaje.

Tour en 4x4 de Bodegas Miradorio

Tour en 4×4 de Bodegas Miradorio

El plan no puede ser más encantador, porque te invita a dormir en una casona de piedra y madera, situada en la calle mayor de Ruiloba. Un trazado medieval con mucho encanto, donde se ha recuperado un símbolo de la arquitectura local de la pintoresca localidad, ubicada frente al mar, rodeada de naturaleza y verdes prados y muy cerca del conocido y turístico pueblo de Comillas.

Mar de Fondo, valorado con más de 90 puntos por Guía de Vinos ABC y Guía Peñín

Mar de Fondo está elaborado con la mejor selección de las cuatro variedades de uva cultivadas en sus viñedos desde la primera vendimia (en 2015). Combina el arraigo vinícola de la costa cántabra gracias a la Hondarrabi Zuri y a la Albariño, con la intención de obtener un vino único, más complejo y aromático, que se consigue con la Godello y la Riesling. Una singular combinación con la influencia del mar como protagonista de la que en 2023 se han producido 16.335 botellas. “El clima atlántico nos permite hacer vinos con una acidez difícil de conseguir en cualquier otra parte del mundo, aportándonos matices diferentes dentro del complicado y competitivo mercado enológico” explica Esther, “nuestra esencia, en la costa occidental de Cantabria, no puede ser otra que llevar el mar a nuestros vinos, asegura. Ese es el espíritu que inspira todo nuestro trabajo y nuestro sello de distinción”.

Miradorio de Ruiloba, la nueva apuesta de la bodega que saldrá al mercado el próximo verano

Nos despedimos de Esther con la buena nueva que adelanta en exclusiva a Articulo14. Y es que ya está ultimando los detalles para que el próximo verano Bodegas Miradorio saque 650 botellas de su nueva marca, Miradorio de Ruiloba, un nuevo vino blanco con crianza de 12 meses en barrica de roble francés con tapas de acacia que acentúa aún más la acidez y salinidad de esta nueva joya vinicola de la tierruca.  Falta ya entonces muy poco para probarlo! Nuestra más sincera enhorabuena.

Viñedos y mar, gastronomía y cultura. ¿Qué más se puede pedir?

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