Tomavistas 2025 ha vuelto a presentarse como uno de los festivales urbanos más interesantes del panorama nacional. Con tres jornadas consecutivas –del 29 al 31 de mayo– y un cartel que reúne 45 artistas y bandas, la cita madrileña destaca por su eclecticismo, por su apuesta por el pop alternativo y electrónico, y por un mensaje que subraya, como en ediciones anteriores, su compromiso con la visibilización del talento femenino. Sin embargo, al examinar con detalle los nombres anunciados, la realidad cuantitativa dista bastante de ese objetivo.
De los 32 artistas y bandas que se han podido clasificar con certeza por género, solo 11 están formados o liderados por mujeres. Esto representa un 34,38 % del total. En cambio, los artistas masculinos o grupos con predominancia de hombres suman 21, es decir, un 65,63 %. Una desproporción clara si se confronta con las declaraciones de la organización, que ha insistido en que “la mitad del line up está protagonizado por bandas lideradas por mujeres” y que cinco de los nombres más destacados del cartel pertenecen a voces femeninas.

Un impulso visible pero insuficiente
No se puede negar que el festival ha reservado espacios de visibilidad para artistas como Amaia, Mala Rodríguez, Judeline, María José Llergo, Jimena Amarillo, trashi o Romy, que figuran entre los reclamos principales de las tres jornadas. También aparecen propuestas menos mediáticas pero artísticamente solventes, como Maika Makovski, Xenia, Kelly Lee Owens o la banda Las Dianas. Aun así, su presencia no equilibra el peso masculino que domina las franjas medias y bajas del cartel.
En los mismos días se presentan nombres como Love of Lesbian, Caribou, Bombay Bicycle Club, Mogwai, Yard Act, Depresión Sonora, Carlos Ares, Biznaga o Camellos, todos proyectos integrados o liderados por hombres, lo que refleja una inercia habitual en los festivales generalistas de gran formato.

El relato frente a los datos
La disparidad entre la narrativa oficial del festival y los datos objetivos puede explicarse, en parte, por el uso flexible del concepto “liderado por mujeres”. No siempre resulta sencillo clasificar los grupos cuando se trata de formaciones mixtas o proyectos donde el liderazgo no es explícito. Además, el cartel total suma 45 nombres, y en el recuento solo se han podido clasificar con certeza 32. Es posible que algunos de los 13 nombres restantes incluyan más presencia femenina, aunque es improbable que modifiquen radicalmente la proporción.
Otra posibilidad es que el festival esté valorando el impacto y la relevancia de las artistas programadas más que su número absoluto. Que Amaia o Mala Rodríguez aparezcan en lo más alto del cartel tiene un peso simbólico indudable. Pero el criterio cuantitativo sigue siendo relevante si se quiere hablar de paridad real, algo que otros festivales –como Primavera Sound o BIME– han intentado afrontar con compromisos explícitos de igualdad de género en sus programaciones.

Una cuestión estructural
Lo que ocurre en Tomavistas 2025 no es una excepción. Diversos estudios, como los informes anuales de la asociación Mujeres y Música, denuncian que menos del 25% de los artistas que actúan en los festivales españoles son mujeres o bandas lideradas por mujeres. Esta realidad no solo refleja una brecha en la contratación artística, sino también los obstáculos estructurales que enfrentan las mujeres en el circuito musical: menor presencia en agencias, en programación cultural pública, en medios especializados y en circuitos de producción.
Tomavistas sigue siendo un festival coherente con su identidad, donde conviven figuras emergentes, propuestas internacionales y una mirada estética que lo distingue del circuito más comercial. Su esfuerzo por visibilizar a las mujeres es valioso, pero los números indican que todavía queda camino por recorrer.
Si realmente se quiere avanzar hacia la igualdad, no basta con poner a cinco artistas femeninas en los puestos de cabeza. Hace falta revisar los criterios de selección, ampliar la mirada, y apostar por una programación donde la diversidad no sea un eslogan, sino un compromiso verificable. Porque, como han demostrado otras citas culturales, equilibrar el cartel no es solo una cuestión de justicia, sino también de calidad artística y renovación del panorama musical. Y Tomavistas tiene el capital simbólico y el prestigio para liderar ese cambio.