Cuando en 1964 se celebró el Gran Premio de Vallecas -lo que hoy en día se conoce como la San Silvestre Vallecana- se apuntaron 47 atletas, todos ellos federados. La parte lúdica no existía. Las crónicas de la época hablan de que en la línea de salida no había ninguna mujer. En aquella época ese tipo de ausencias no resultaban noticiables. Era algo normalizado. Meses antes se habían disputado los Juegos Olímpicos de Tokio donde la representación española se limitó a tan solo 53 atletas (50 hombres y 3 mujeres) y a nadie le resultó extraño esa falta de paridad.
Raúl Fuentes: “Como las mujeres siempre quedaban entre las últimas casi nadie reparaba en que hubieran corrido”
En realidad, esos datos de la nimia presencia femenina en la famosa carrera que se celebra en Nochevieja desde hace 61 años en Madrid son “erróneos”, según explica Raúl Fuentes González, responsable de comunicación de la National Netherlanders San Silvestre Vallecana. Lo que ocurría antes es que las clasificaciones eran globales, es decir, sin distinción de sexos, “y como las mujeres siempre quedaban entre las últimas casi nadie reparaba en que hubieran corrido”.
Itziar Martínez, la primera
Tuvieron que pasar 17 años para que las clasificaciones quedaran diferenciadas por género. Aquella tarde de 1981 resultó especial para la noruega Grete Wait tras alzar sus brazos mientras cruzaba la línea de meta. La primera ganadora española solo tardó un año en llegar. El honor le correspondió a Itziar Martínez, que en 1980 ya demostró que era una atleta sin miedo a los grandes retos, al convertirse en la primera corredora española en atreverse con una maratón oficial.
De los 42.000 inscritos para la edición de este año de la San Silvestre Vallecana, más del 40 por ciento son mujeres. El tirón de esta prueba navideña entre las mujeres continúa imparable. En otro tipo de carreras populares como la Behobia- San Sebastián – con el doble de distancia (20 kilómetros)- se ha impulsado algún que otro proyecto para esta última edición desde algunas instituciones como el “50/50/25” que busca la paridad en lo que a representación de ambos sexos se refiere. Conseguir este objetivo a corto plazo parece complicado. Aun así, los números invitan al optimismo.
Este año se alcanzó 33,8 por ciento de presencia femenina cuando hace apenas una década rondaba el 22 por ciento.
Raúl Fuentes González admite que desde la organización de la San Silvestre Vallecana se trata de incentivar la participación femenina en la carrera a través de campañas ya que se trata de una prueba “idónea“ para todas aquellas que se quieran iniciar en el mundo runner. Los promotores del evento cuentan, además, con varios medios de comunicación de tirada nacional, tanto generalistas como exclusivamente deportivos, que actúan a modo de media partners para publicitarla.
A la hora de motivar a las mujeres para tomar parte en los 10 kilómetros más famosos de Madrid, no se duda en echar mano de influencers. En este caso han contado con la participación de Ginger Club, en el que están detrás un grupo de corredoras que en Instagram tiene más de 43.000 seguidores. Les apoyan produciendo unas banderolas que llevan durante un entrenamiento previo a la carrera y hasta les ofrecen un desayuno a modo de catering.
También ayuda, y mucho para que se viralice la carrera en las redes sociales, la presencia este año de la navarra Estefanía Unzu, más conocida como Verdeliss, una madre de ocho hijos capaz afrontar retos extremos como la World Marathon Callenge o, lo que es lo mismo, correr siete maratones en siete días seguidos en siete continentes distintos.
El Ginger Club
El Ginger Club nació hace tres años como un grupo de entrenamientos de running on line para preparar varias distancias y ya en 2023 empezó ser un club presencial con representación de Madrid, Barcelona. Bilbao, Málaga y Murcia. “No nació con la idea de ser exclusivo para chica, pero no sé muy bien por qué se ha quedado así”, subraya Mayte Tero, la persona encargada de llevar un poco el día a día en el grupo. Tampoco es que hayan levantado un muro de contención para evitar la presencia masculina “porque cuando hacemos eventos conjuntos con otros clubes por supuesto que pueden venir también los chicos”.

El grupo, compuesto de unas 60 mujeres, entrena los lunes en el parque del Retiro y un sábado al mes. No siempre van todas “por lo que lo normal es que salgamos a correr entre 40 ó 50”. Si hay algún evento en su habitual sitio de entrenamiento se desplazan a la Casa de Campo “así aprovechamos para salir también un poco de nuestro entono. La edad no es un factor excluyente. “Se puede apuntar todas aquella a la que le guste correr”, precisa Terol.
Poco a poco han ido consiguiendo el patrocinio de marcas de cremas o productos cosméticos. “Hay que darse cuenta de que tratan de buscar gente que se cuida sin renunciar a su vida normal y nosotras parece que representamos a ese tipo de chicas”.

Para Mayte Terol, correr hoy la San Silvestre Vallecana es tomar parte en una carrera “muy emblemática de Madrid que todo el mundo quiere correr para acabar el año de una forma guay”. A la representante de Ginger Club, que tiene a la media maratón como su prueba favorita “porque te reta y la disfrutas mucho”, le hace “mucha” ilusión que los organizadores de la prueba hayan querido contar con ellas para llevar a cabo algún entrenamiento preparatorio. Finalmente, del grupo de 60 chicas “a lo mejor vamos solo diez porque muchas de ellas son de fuera y vuelven a su casa por Navidad”. El que quiera reconocerlas en la prueba lo tiene muy fácil. Llevarán camisetas “muy monas” color lima o azul claro “entalladitas y con lazos.
La última vencedora
La leonesa Marta García, una médico que esta misma temporada logró una meritoria séptima plaza en la final de los 5.000 metros del Mundial de Tokio, fue la última ganadora española. Antes habían cruzado en primer lugar la meta situada en el estadio del Rayo Vallecano otras 14 compatriotas. Fue, sin duda, el mejor regalo de cumpleaños para una atleta afincada desde hace años en Palencia que al día siguiente cumplía 27 primaveras.

Esa victoria, además, vino acompañada de un nuevo récord en la prueba con una marca de 31 minutos y 19 segundos. Este medio ha tratado de contactar varias veces con ella para que hiciera una valoración de la carrera, pero su representante ha declinado el ofrecimiento sin dar ninguna justificación.
El triunfo de Marta García no vino acompañado de un cheque al portador con una sustanciosa cantidad de dinero. La San Silvestre Vallecana carece de premios en metálico.
De ahí que no exista un debate sobre si la recompensa económica debe ser o no en función de si el vencedor es hombre o mujer. “Se les da un trofeo y, por supuesto, es el mismo en ambos casos”, aclara Fuentes González. Una de las cosas que recuerda con más cariño el responsable de comunicación de National Netherlanders San Silvestre Vallecana está relacionada con el creciente protagonismo de las mujeres en la carrera.
Española y con récord
Los últimos años el dominio de las africanas en los diez kilómetros había sido brutal. La última gesta española databa de 2008 con la palentina Marta Domínguez de protagonista. “A la nota de prensa que hicimos después de la carrera –afirma Fuentes González- le dimos más importancia al triunfo de Marta que a la prueba de los chicos por un doble motivo: era española y había batido el récord de la prueba”. La mayoría de los medios titularon también con la gran victoria de la atleta leonesa; y eso que en la prueba masculina el etíope Berihu Aregawi también había rebajado la marca que hasta entonces tenía el ugandés Jacob Kiplimo en 26 minutos y 32 segundos.
La San Silvestre Vallecana tiene también su espacio reservado para atletas desconocidas que afrontan los 10.000 metros como una forma amena de pasar la tarde de Nochevieja. Una de esas corredoras es Gema Montoya, una vallecana de pura cepa, nieta de un antiguo presidente del Rayo Vallecano. A sus 53 años ha afrontado la prueba en tres ocasiones, dos de ellas con dorsal. Es más de natación que de atletismo, sin embargo. la tradición familiar ha tirado mucho en este caso. “Vivimos en Vallecas y mi padre siempre bajaba a la calle para ver pasar a mi hermano Chuso”, espeta. Al final, también le entró el gusanillo de probar a correr en el asfalto. “Me emocionaba tanto ver de cerca a los corredores que pensé que algún día yo también tenía que hacerlo”.
Y así fue. Hace trece años se decidió a probar suerte. Iba a hacerlo en solitario, “pero como una chavala que nadaba y que era de alto rendimiento puso en Facebook si alguien quería correr con ella la San Silvestre, pues me animé”, afirma. El caso es que su amiga era quince años más joven y, claro, eso se nota. “Total que tardamos una hora en hacer el recorrido gracias a que siempre fue por delante de mi dándome ánimos”.
Al principio fueron pegadas al coche escoba, aunque al llegar a La Albufera -que es cuesta arriba y, por lo tanto la parte más dura del recorrido- “ya empezamos a adelantar a gente”. Al año siguiente lograron rebajar dos minutos su marca “y eso que salimos con toda la marabunta de gente”. La relación de Gema con la San Silvestre ha sufrido altibajos con el paso de tiempo.
Sin embargo, la pasada Nochevieja volvió a ponerse una minifalda y un gorro de Santa Claus para plantarse de nuevo en la línea de salida situada en la calle Concha Espina. “Cuando estás dando botes y empiezan todos los corredores a hacer la cuenta atrás es una de las partes más emocionantes de la carrera”, añade.
En la pasada edición corrió sin dorsal junto a sus amigas de natación. Se detuvo dos kilómetros antes de llegar a meta, esto es, justo cuando empieza la subida. “Es que esa parte me parece un poco más rollo”, dice para justificarse. Y es que, en realidad, la vallecana no se considera una runner. “Lo que me gusta es ir al trote haciéndome fotos y viendo el ambiente que hay en la calle”. Eso sí, para el próximo año se ha puesto como objetivo tomarse la carrera más en serio y tratar de rebajar su marca de 58 minutos. Tiempo para entrenar tiene de sobra.


