El US Open, uno de los cuatro torneos de Grand Slam, es hoy una de las citas más prestigiosas del tenis mundial. Sin embargo, sus orígenes se remontan a tiempos muy distintos, tanto en formato como en participación. Mientras que el torneo masculino inició su historia en 1881, las mujeres tuvieron que esperar hasta 1887 para disputar su primera edición oficial. Ese desfase de seis años marcó un comienzo desigual, aunque también sentó las bases de una evolución histórica para el tenis femenino.
Un contexto diferente
La historia del tenis femenino en el US Open comenzó en 1887, en una cancha discreta del Philadelphia Cricket Club. Bajo el nombre de U.S. Women’s National Singles Championship (Campeonato Nacional Femenino de Tenis en Individuales de Estados Unidos), la primera edición reunió a solo seis participantes, una cifra modesta pero suficiente para encender una chispa que sigue viva casi siglo y medio después.
Lejos del bullicio del torneo masculino, que ya se disputaba en Newport (Rhode Island), el debut femenino tuvo un carácter más íntimo. Aún así, sentó las bases de una competencia duradera.
La primera final de la historia
La primera final femenina del US Open fue mucho más que un simple partido de tenis: fue el punto de partida de una nueva era para las mujeres en el deporte. En la cancha de césped del Philadelphia Cricket Club, dos jóvenes locales se disputaban la historia. Ellen Hansell, con solo 17 años, se enfrentó a Laura Knight en un duelo que, aunque lejano del tenis atlético y veloz de hoy, tuvo su propia carga de emoción y simbolismo.
Con raquetas de madera, faldas largas y un ritmo de juego pausado, las protagonistas libraron una batalla donde el estilo medido de la época no restó intensidad ni determinación. Hansell se impuso con autoridad: un rotundo 6-1, 6-0 que dejó clara su superioridad técnica y física. A pesar de su corta edad, mostró una madurez inusual sobre la pista. Su revés plano —considerado una rareza eficaz para esos tiempos— y su agilidad marcaron la diferencia desde el primer intercambio.
El nivel competitivo aún era embrionario, pero el dominio de Hansell fue incuestionable. Aquella victoria no solo la coronó como la primera campeona del US Open femenino, sino que también la convirtió en la primera mujer en conquistar un torneo nacional de tenis en Estados Unidos. Un logro pionero que abrió las puertas del deporte a más mujeres y sembró las bases de lo que, con el tiempo, se transformaría en uno de los circuitos más prestigiosos del mundo.
Tenis con reglas diferentes
La estructura del torneo en sus inicios poco tenía que ver con la que conocemos hoy. En las ediciones posteriores a 1887, el campeonato adoptó el sistema conocido como challenge round: la campeona defensora no disputaba las rondas previas, sino que esperaba directamente en la final a la jugadora que lograra abrirse paso entre todas las demás. Esta curiosa regla se mantuvo vigente hasta 1919.
Los partidos se jugaban al mejor de tres sets, como ocurre actualmente en el circuito femenino, pero sin tiebreaks. Para ganar un set, había que alcanzar seis juegos con una diferencia mínima de dos, lo que podía alargar considerablemente los encuentros.
El público era escaso, y la cobertura mediática prácticamente inexistente. El tenis seguía siendo un deporte reservado a las élites, practicado en clubes sociales y muy alejado del espectáculo de masas en el que se ha convertido. Ver a mujeres compitiendo de manera organizada era toda una rareza, lo que convirtió a aquel primer campeonato en algo más que un evento deportivo: fue, en su esencia, una pequeña revolución social.
Ellen Hansell, la pionera
Ellen Hansell no llegó al tenis por ambición deportiva, sino por prescripción médica. Nacida en 1869 en Filadelfia, comenzó a empuñar la raqueta como parte de su recuperación tras una enfermedad infantil. Lo que empezó como un simple consejo para tomar aire fresco terminó convirtiéndose en una pasión que la llevó a hacer historia.

Con solo 17 años, se consagró como la primera campeona del US Open femenino, grabando su nombre en los libros como la primera mujer en ganar un campeonato nacional de tenis en Estados Unidos. Un año más tarde, intentó revalidar el título, pero perdió la final ante Bertha Townsend. Aquella derrota marcó también el cierre de su breve carrera en las canchas.
Hansell se retiró joven y optó por una vida alejada del protagonismo. Sin embargo, su legado como pionera del tenis femenino no quedó en el olvido. Décadas después, cuando el deporte comenzó a abrir espacios para las mujeres y a recibir la atención que merecía, su figura fue reconocida como la de una auténtica precursora. Fue ella quien dio el primer golpe ganador en una historia que hoy reúne a millones de aficionados alrededor del mundo.
Más que una final
Aquel 6-1, 6-0 de Hansell fue más que una victoria: fue el inicio de un cambio que tardaría décadas en consolidarse. Hoy, las campeonas del US Open pisan el mismo escenario que los hombres, ante millones de espectadores y con premios iguales desde 1973.