Dos arquitectas, a la vanguardia de la construcción sostenible con madera

Laura Motilla y Mireya Reguart dirigen Bauwood, una empresa que apuesta por la innovación y destierra los materiales convencionales en busca del ahorro energético

Antes y después del edificio rehabilitado.

Antes y después del edificio rehabilitado.

Laura Motilla es una mujer poliédrica. Arquitecta, emprendedora y madre de familia numerosa. Tiene 47 años y lleva tres al frente de la empresa Bauwood, junto con la también arquitecta Mireya Reguart. Dos mujeres apostando por la innovación y la sostenibilidad en sus construcciones con estructuras de madera industrializadas que reemplazan los materiales convencionales. Son más sostenibles y capaces de levantar edificios en la mitad de tiempo que una obra tradicional. Y con esta técnica ahorran en costes y plazos de obra.

“Lo que hacemos con la obra nueva son muros laminados, son estructuras muy estables con las que se levantan los edificios como un lego, con paneles que ya vienen con el hueco de la ventana hecho. Y así vas construyendo la casa con ese sistema en muy poco tiempo. Una obra de hormigón se puede eternizar, con una media de tres meses de obra y sin embargo con esta técnica en dos semanas tienes tu casa”, relata Montilla.

Laura se preocupa por la sostenibilidad, pero también intenta que el proyecto sea económico y que haya detrás una labor social. Que todos estos puntos estén equilibrados. “Porque cuando hablamos de sostenibilidad parece un término hippie y no es poner mucho verde sino que tienes que tener una coherencia”.

Y con esta técnica constructiva, se aseguran una huella de carbono negativa. La huella de carbono es un término que refleja la cantidad total de gases de efecto invernadero que se genera a lo largo del ciclo de vida de un edificio. En el caso de la madera, lo que hace es absorber el dióxido de carbono. “Es el único sistema que parte con una huella de carbono negativa, esa madera todavía expulsa CO2, contamos el número de árboles y hacemos estimamos del CO2 absorbido, en la vida útil de un árbol absorbe una tonelada de CO2. Y además es el único material que realmente se puede volver a generar, plantando un árbol. Con una tala controlada de árboles”.

Con un precio muy cerrado, el proyecto de esta manera tiene un presupuesto con el que no llevarte sorpresas mientras que con una obra convencional se te puede disparar hasta el infinito. “En las obras habituales, el tiempo se alarga y tienes muchos gastos extraordinarios como pagar a la plantilla durante más tiempo”.

Laura Morilla, arquitecta.

Laura Morilla, arquitecta.

Y todo el proceso se realiza sin salir de España. La madera que utilizan procede del País Vasco, todo el proceso de transformación también se hace sin salir del país, desde el árbol que se tala hasta la construcción. Pero su empresa no solo realiza obra nueva. También rehabilita edificios. Bauwood ha renovado todo un barrio en el entorno del Aeropuerto de Madrid, con un total de 547 viviendas. Con un buen aislamiento en la fachada, consiguen que la factura de la calefacción de los inquilinos se reduzca un 80%. “Hay ayudas europeas y de los ayuntamientos para mejorar el aislamiento del edificio, se tiene que plantear no como una derrama sino como una mejora del edificio y además contribuyes al bien común porque reduces la huella de carbono. Hacemos un estudio del edificio, explicamos cuánto costaría ese aislamiento, cuánto sería la subvención y cuánto caería el consumo gracias a este nuevo revestimiento”

Consiguen rebajar la calificación energética varias letras. La gran mayoría de las viviendas antiguas de los centros de las ciudades tienen una calificación E, F o G, las peores de todas, y no parece que importe mucho a los propietarios. Nos preocupamos por comprarnos un coche eléctrico, que no contamine, y no nos damos cuenta de que los edificios son responsables de hasta el 50% de la contaminación que se genera en las ciudades. Y ya existen ayudas tanto de los ayuntamientos como de la UE para hacer frente a ese gasto en las comunidades de vecinos. En poco tiempo, Bruselas lo exigirá. Para 2030, todos los edificios de viviendas existentes tendrán una calificación energética mínima E, y para 2033, una mínima de D.

La Unión Europea ya va pisando el acelerador y quiere que todos los países miembros de pongan las pilas. Y estas arquitectas ya se están adelantando. Dos mujeres acostumbradas además a trabajar en un mundo de hombres. “Pero de ellos yo he aprendido mucho, todas sus ventajas, como cerrar un contrato sin pensárselo tanto como haría yo. La construcción en general es un mundo hostil donde se mueve mucho dinero, hay mucha competitividad y además el comprador no se fía”. Cuando adquieres un coche tienes un precio cerrado y no se cuestiona pero cuando compras una casa tiendes a escatimar. Y la sostenibilidad es una inversión a futuro.

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