El conflicto en Irán resucita el fantasma de la inflación: cómo afectará a tu bolsillo que suba el precio del petróleo

El Brent podría dispararse hasta los 170 dólares y las consecuencias no se verán únicamente en los surtidores de gasolina

Desde que Israel lanzó sus primeros ataques aéreos sobre Irán el pasado 13 de junio, el mercado del petróleo no termina de estabilizarse. Aquel día el crudo registró grandes subidas. A principios de semana su volatilidad se moderó. Sin embargo, a medida que el conflicto escala en Oriente Medio, el mercado se pone nervioso. El barril de Brent, de referencia en Europa, superó a finales de semana los 78 dólares, registrando alzas del 8%. Analistas y entidades como Singular Bank advierten que la guerra podría disparar el precio del Brent hasta los 170 dólares. Todo esto, por supuesto, tendrá consecuencias para el bolsillo de los ciudadanos.

La clave pasa por el angosto estrecho de Ormuz, que conecta el golfo de Omán y el mar Arábigo con el golfo Pérsico. Es un gran cuello de botella por el que circula el 20% del suministro mundial de petróleo. Irán ya ha hablado en el pasado de cerrar el estrecho al tráfico, y aunque por el momento continúa abierto al tránsito ya hay armadores buscando rutas alternativas. De taponarse, las consecuencias en el precio del crudo pueden acelerar una nueva ola inflacionaria, cuando Europa apenas se ha recuperado de la que estalló tras la invasión de Ucrania.

En palabras de Manel Moreno, director general de Grupo Moure, “las tensiones en Oriente Medio no solo amenazan la estabilidad política, sino que desatarán un efecto dominó sobre la economía global” y será el sector energético el primero en resentirse. Pero que los barriles de petróleo se lancen a precios prohibitivos no solo repercutirá en la factura de la luz o en el combustible. La cadena de suministro se encarecerá, al igual que lo harán aquellos artículos derivados del petróleo. Si la estabilidad no regresa pronto a la región, la cesta de compra se va a encarecer en buena parte del mundo.

Combustible y transporte

No solo el barril Brent está registrando subidas de precios. Otro barril de referencia, este para EEUU, es el West Texas, que también alcanzó a finales de semana máximos anuales, situándose por encima de los 75 dólares. Lo cierto es que cuando el petróleo sube, lo más evidente es que sus derivados inmediatos, los combustibles, también lo hagan. Así, donde más se hará notar la subida del crudo será en los surtidores de gasolina o diésel.

Tras la invasión rusa de Ucrania a principios de 2022, los precios en las gasolineras españolas registraron máximos en el verano de aquel año. La gasolina, por ejemplo, alcanzó los 2,14 euros por litro mientras que el diésel llegó a los 2,10 euros por litro en julio de hace tres años. Ahora los precios han caído hasta llegar a los 1,46 euros por litro en gasolina y los 1,36 euros por litro en diésel esta última semana, cifras similares a las vistas inmediatamente antes de que estallara el conflicto europeo.

La escalada de tensiones en Irán y en Oriente Medio y la subida del precio de los barriles hará que el combustible vuelva a subir, lo que afectará tanto al transporte en carretera como al transporte público.

Factura de la luz

Aunque el pool eléctrico español está sostenido en buena medida por las renovables, el sistema marginalista mediante el que se fija el precio del kWh atiende a la última tecnología que cubre la demanda de luz en cada momento. Esa responsabilidad de respaldo suele recaer en las centrales de ciclo combinado, que dependen del suministro de gas. La compraventa de gas, al mismo tiempo, está históricamente vinculada mediante cláusulas contractuales al precio del petróleo Brent. En 2022, por ejemplo, Naturgy negociaba la importación de gas con Argelia, ya que esta última pretendía desligar el precio del gas natural licuado del Brent para atender a un índice europeo más ventajoso.

Ahora que el precio del Brent puede seguir escalando a medida que las tensiones entre Irán e Israel continúan, esto puede llevar a que suba el precio del gas en contratos multilaterales, lo que lleve a un incremento del precio marginal de la electricidad y, en consecuencia, suba la factura de la luz.

Detergentes y moda

Donde también resulta evidente que se traslada el aumento del precio de una materia prima es en sus derivados. Es el caso de muchos artículos fundamentales en cualquier cesta de la compra. Por ejemplo, los detergentes con los que lavas la ropa: son productos petroquímicos en su mayoría, una de sus principales materias primas es el petróleo, y las subidas del Brent van a provocar que su precio finalista acabe creciendo. La crisis de Ucrania en 2022 provocó que en el segundo trimestre de aquel año los precios del alquilbenceno lineal (LAB, el producto refinado del petróleo con el que se fabrican detergentes y jabones) aumentara su precio en un 28%.

Lo mismo puede suceder con productos de higiene femenina, como compresas, o productos para bebés, como pañales: aunque dependen del algodón, los elementos impermeabilizantes también suelen producirse con derivados del petróleo.

La crisis repercutiría incluso en la industria textil, siendo el poliéster otro material derivado del petróleo. De nuevo en 2022, el precio del ácido tereftálico purificado, el principal insumo del poliéster, se encareció en Hamburgo (Alemania) de un trimestre a otro. Con todo, ver estos efectos sería después de un crecimiento disparado y sostenido de los precios del Brent, algo que podría suceder: es un escenario que contempla Philippe Waechter, economista jefe en Ostrum AM. “Un escenario sería una subida brusca y sostenida del precio del petróleo, con un efecto rápidamente inflacionista”.

Cesta de la compra

A pesar de todo lo descrito, lo cierto es que en un primer momento la subida del precio del crudo no impactaría de forma inmediata en artículos que dependan de sus derivados, ya que las grandes fabricantes suelen hacer acopio de recursos para tratar de suavizar el impacto que tienen agentes exógenos en sus cuentas. Sin embargo, donde se va a hacer notar con fuerza que el barril de Brent, entre otros, acabe disparándose, es en la distribución global de todas esas mercancías. El impacto en la logística será el detonante de una nueva carrera inflacionaria, como abundan expertos como el propio Waechter, que augura una eventual falta de reacción por parte de bancos centrales.

También Chris Iggo, jefe de Inversiones de AXA Investment Managers, advertía hace unos días de que las subidas del precio del crudo y el desplome de los futuros sobre índices bursátiles podrían ser el prolegómeno de una calurosa agonía económica estival: “A menudo, estas perturbaciones geopolíticas tienen un impacto pasajero en los precios de mercado, pero el riesgo de un aumento significativo del precio del petróleo debido al conflicto entre Irán e Israel se suma a la incertidumbre macroeconómica”.

Si el Brent llega a los 170 dólares, como advertía Singular Bank esta misma semana, la espiral inflacionista que azotaría a Europa sería mucho mayor que la vista estos años tras la invasión de Ucrania. Llega en un momento en el que el Banco Central Europeo sigue el guión bajando los tipos, mientras que la Fed se resiste a hacer lo propio por la incertidumbre económica en la que se ha sumido EEUU desde que Trump llegó al poder. Lo que en las próximas semanas suceda en Oriente Medio marcará el devenir económico de todo el planeta, y es plausible que el BCE que dirige Christine Lagarde se vea obligado a desandar el camino emprendido estos últimos años ante nuevos desafíos geopolíticos.

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