España entra en desaceleración económica, ¿qué significa eso para los ciudadanos?

España comienza una etapa de desaceleración económica con un crecimiento del PIB menor al de años anteriores. ¿Cómo nos afectará?

El gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá
El gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá
Artículo14

España ha iniciado un periodo de desaceleración económica, según confirman los principales organismos nacionales e internacionales. Después de varios años de expansión intensa tras el colapso de 2020, las estimaciones para 2025 y los años siguientes apuntan a un ritmo de crecimiento mucho más moderado. El Producto Interior Bruto (PIB) crecerá entre un 2,4% y un 2,5% este año, frente al 3,2% registrado en 2024. Y continuará bajando hasta niveles cercanos al 1,7% o 1,9% en 2026, según la OCDE, el Banco de España o BBVA Research.

La desaceleración económica no significa necesariamente que España entre en recesión. Pero sí que su ritmo de avance será cada vez más pausado. De hecho, los expertos sitúan el crecimiento potencial del país entre el 1,5% y el 2%. Y las proyecciones para los próximos ejercicios se mueven justo en esa horquilla.

Desde el batacazo económico provocado por la pandemia en 2020 —cuando el PIB cayó un 10,9%— España vivió una recuperación notable. El rebote llevó al país a crecer un 6,7% en 2021, un 6,2% en 2022, un 2,7% en 2023 y un 3,2% en 2024. No obstante, los motores de esa recuperación, como el consumo interno o el empuje del turismo, empiezan a mostrar señales de fatiga. Por tanto, aunque el crecimiento continúa, se produce dentro de un proceso claro de desaceleración económica.

En este contexto, organismos como Funcas ya han alertado de una pérdida de impulso. Sus previsiones apuntan a un PIB del 2,3% en 2025 y solo del 1,6% en 2026, con riesgos a la baja por la situación internacional, como el impacto de los aranceles o la crisis energética derivada del conflicto en Oriente Medio.

¿Cómo afecta la desaceleración a los ciudadanos?

La desaceleración económica tiene múltiples implicaciones para el día a día de los ciudadanos. El primero es el menor dinamismo en el mercado laboral. Si la economía crece menos, se generan menos empleos y aumentan los temores sobre la estabilidad en algunos sectores. De hecho, el Banco de España ya ha advertido de una ralentización en la creación de empleo y una caída en la facturación empresarial en los primeros meses de este año.

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Fachada del edificio del Banco de España
Europa Press

Por otro lado, una economía más lenta suele venir acompañada de una mayor prudencia en el consumo. Las familias tienden a gastar menos por miedo a un empeoramiento de las condiciones económicas. Lo que a su vez retroalimenta la desaceleración económica.

Esta contención también puede afectar a las decisiones de inversión, tanto públicas como privadas, provocando un estancamiento en áreas clave como la vivienda, la industria o la innovación.

El turismo y las exportaciones ya no tiran del carro

Otro factor clave es la caída de la contribución del sector exterior. Por primera vez desde 2021, se prevé que las exportaciones avancen menos que las importaciones, lo que restará puntos al PIB. La balanza exterior, que había sido positiva en los años recientes, pasa a ser negativa y agrava el fenómeno de la desaceleración económica.

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Un grupo de turista caminan con sus maletas por el centro de Valencia
EFE/ Ana Escobar

En este retroceso influye también el menor empuje del turismo internacional, que hasta ahora había sido un motor fundamental de la recuperación. Este año, se espera que su aportación al crecimiento sea inferior a la de ejercicios anteriores, lo que aumenta la presión sobre la demanda interna como único sostén del avance económico.

La demanda interna como único motor de crecimiento

El crecimiento del consumo de los hogares, el gasto público y la inversión será determinante en esta nueva etapa. El escenario actual parte de una previsión de aumento del consumo del 2,7% al 2,8%, un avance del gasto público del 2,5% y una inversión que podría alcanzar el 5,5%. Todo ello impulsado por el buen comportamiento del empleo, la moderación de la inflación, unos tipos de interés más estables y la llegada de fondos europeos.

Sin embargo, el propio Banco de España ha advertido de los primeros signos de agotamiento. El director de Economía, Ángel Gavilán, reconoció que tanto el consumo como la inversión se han frenado en lo que va de año, tras el fuerte impulso del último trimestre de 2024. Además, señaló que esta ralentización podría estar mostrando “signos incipientes de la incertidumbre” económica global.

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