Han pasado 17 meses desde que se anunció la opa hostil del BBVA sobre el Banco Sabadell, una operación que ha desatado el análisis en los medios, generado tensiones políticas y mantenido en vilo a dos plantillas enteras hasta su fallido desenlace la noche del jueves 16 de octubre. Pero más allá de los comunicados corporativos y los movimientos en Bolsa, el proceso también se ha vivido en las oficinas, en los cajeros, en el día a día de quienes atienden a los clientes desde la ventanilla.
“El ambiente es de normalidad, el día a día nos come”, resume Susana Pérez Díaz, empleada del BBVA desde hace veinticuatro años. Su voz transmitía una mezcla de cansancio por tantos meses de información cruzada y ganas de que todo terminara. “Rotundamente tengo ganas de pasar página, porque ha sido un proceso muy cansado para todos, con noticias muy dispares. Estas últimas semanas hemos visto noticias opuestas y parecía que estábamos en una guerra, cuando a nivel de calle no estamos en ninguna guerra”, explicaba esta gestora comercial.

Reacción de los trabajadores…
Su relato coincide con el sentir de muchos trabajadores, ese deseo compartido de que todo acabe y saber a qué atenerse. “La esperanza era que llegara el punto y final. Llevábamos mucho tiempo con esta opa encima, todo el mundo preguntaba, era algo que estaba ahí aunque no lo quisieras, y lo que pensábamos y deseábamos es que se acabara”.
En todo este tiempo, la comunicación interna ha sido clave para mantener la calma dentro de la entidad. “La empresa siempre nos ha trasladado tranquilidad y serenidad, no confusión. Otra cosa es externamente, pero como trabajadores no ha habido nerviosismo, sino todo lo contrario”. En contraste, el ruido mediático ha sido lo que más ha alterado la percepción de los empleados. “Ha habido dos formas de vivir la opa: internamente con tranquilidad y externamente con confusión, con noticias en un sentido y en el contrario. Ha sido una locura. Tampoco puedes dejarte llevar por todo lo que lees”.
… y los clientes
Los clientes también han sido espectadores y protagonistas de esta larga espera. “Se sentían cansados también y un poco confusos por la información externa. Nosotros siempre hemos dado la misma pauta: tranquilidad y normalidad, eso es lo que hemos trasladado. Pero en las últimas semanas se ha generado confusión a través de los medios de comunicación. Ha habido gente que ha venido a preguntar solo por la opa, y clientes que, aprovechando su gestión, preguntaban.”
Aun así, el trabajo no se ha detenido ni se ha transformado en lo esencial. “No ha cambiado nuestra forma de trabajar. Hubo el último día del periodo de aceptación un aumento de horario en algunas oficinas, pero eso ha sido excepcional. Es verdad que a la tarea normal se ha añadido una tarea extra, que ha sido informar a las personas que se acercaban para conocer los detalles de la operación.”
Protección del empleo

Susana recibió también con calma las medidas anunciadas por el Gobierno para proteger el empleo y las oficinas. “En cuanto a la protección del empleo, no se ha tenido en ningún momento inquietud. El BBVA no se ha caracterizado por recortes de plantilla drásticos y no hemos tenido esa sensación o miedo de perder el puesto de trabajo.”
Frente al relato mediático de la “batalla” entre bancos, Susana matiza que en el terreno real el ambiente ha sido mucho más cordial. “Los empleados de base nos hemos mantenido bastante neutros porque, al final, las últimas semanas veíamos información que podía generar confusión. Creo que entre nosotros nos hemos mantenido bastante neutrales. Yo misma me he tomado un café con algún compañero del Sabadell y nos hemos reído juntos. La relación ha sido normal, al menos a nuestro nivel.”
Pendientes
Su visión desmonta la narrativa de enfrentamiento. Para ella, la opa no se ha vivido como un conflicto, sino como una espera ya demasiado prolongada que todos querían cerrar. “Ha sido un proceso muy cansado, pero lo hemos llevado con normalidad.”
Mientras los medios han seguido el minuto a minuto de los comunicados y las entrevistas de las cúpulas directivas, en las oficinas el tiempo se ha medido en otra escala: la de la atención al cliente, las llamadas y las operaciones diarias. Y una vez pasada página, Susana seguirá cumpliendo su jornada con la misma cotidianeidad. “Lo que queremos todos es poder seguir trabajando tranquilos”. Es un deseo compartido: poder volver, de nuevo, a la calma.