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Un imperio nacido de un blog: así se construyó el fenómeno Huda Kattan

Sin publicidad y con una comunidad propia, la fundadora de Huda Beauty convirtió sus tutoriales en una estructura empresarial global que opera desde Dubái y marca el ritmo del mercado

Huda Kattan nació en Oklahoma en una familia iraquí. Su biografía se suele vincular al universo digital, pero su punto de partida estuvo lejos del sector que hoy dirige. Estudió Finanzas y trabajó en oficinas de reclutamiento. Tras la crisis de 2008 perdió su empleo y se encontró ante una disyuntiva profesional. Ese momento, ella lo resumió más tarde con una frase que hoy aparece en análisis de su trayectoria: “Era el momento de decidir si seguía igual o si probaba algo distinto.”

Kattan podría pasar por un clon de Kim Kardashian. La similitud física y el uso intensivo de imagen y redes han alimentado la comparación. También coincide en el modelo de negocio que ambas impulsan con productos que se venden desde el universo digital que cada una construyó. La comparación no altera el recorrido de Kattan, pero ilumina su forma de operar en presencia, contenido y venta alineadas en una misma estrategia.

La decisión de cambiar de vida la llevó a Los Ángeles, la ciudad de Kardashian. Se matriculó en la escuela Joe Blasco. Se formó en técnicas de maquillaje, análisis de texturas, preparación de piel y procesos de rodaje. Trabajó en sesiones fotográficas. Trabajó con figuras televisivas. Aprendió ritmo, protocolos y exigencias técnicas. Luego volvió a Dubái. El cambio de ciudad consolidó su carrera como maquilladora, pero también la acercó a un ecosistema digital en expansión.

El poder de la comunidad

En 2010 abrió un blog que llamó Huda Beauty. Allí publicaba técnicas de aplicación, comparaciones de productos y guías prácticas. Su interacción con lectoras y su constancia generaron una comunidad. “Nunca gasté dinero en anuncios. Todo creció con mi comunidad” afirma Kattan.

Huda Kattan, fundadora de Huda Beauty.

Ese crecimiento fue clave para lo que vino después. En 2013 detectó una ausencia de pestañas postizas que cumplieran con criterios que consideraba esenciales. Buscó en el mercado. No encontró lo que quería. Decidió fabricarlo. Recurrió a sus hermanas Mona y Alya y con ellas lanzó el primer producto de Huda Beauty: un lote de pestañas que resolvía. Las unidades se agotaron en minutos con celebridades comprando al por mayor. Ese primer éxito definió la línea de la empresa.

El catálogo creció. Bases, correctores, paletas, labiales, iluminadores y, más tarde, la línea de cuidado de la piel Wishful. Más de cien referencias activas con ventas estimadas en doscientos millones de dólares al año. Un modelo de distribución que combina comercio electrónico, redes sociales y puntos físicos mientras reduce la dependencia de la publicidad tradicional porque aprovecha el tráfico generado por su figura pública.

La expansión atrajo inversión. En 2017 el fondo TSG Consumer Partners adquirió una participación minoritaria. La operación valoró la empresa en mil doscientos millones de dólares. Esa cifra situó a Kattan en listas de empresarias con grandes patrimonios. También introdujo nuevas normas de gobernanza corporativa. Sin embargo, en 2024 Kattan recompró la participación del fondo. Recuperando el control total. “Sentí que debía recuperar todo para seguir el camino que queremos”.

Un modelo propio

El modelo de Kattan se basa en ciclos de innovación rápidos. Revisa prototipos, ajusta fórmulas, decide fechas de lanzamiento y analiza datos que provienen de sus canales digitales. El proceso sustituye estudios de mercado por interacción directa. Su audiencia se convierte en un laboratorio personal. La empresa opera desde Dubái. Esa localización le permite coordinar logística hacia Europa, Asia y África. La ciudad se ha consolidado como plataforma financiera y comercial y facilita la expansión de una marca que combina producción internacional y distribución global.

Wishful, la línea de cuidado de la piel, funciona como unidad separada dentro del grupo. Atrae otro tipo de público. Diversificar ingresos le permite entrar en una categoría distinta que exige procesos, ingredientes y certificaciones específicas.

Huda Kattan también se ha involucrado en causas sociales.

Kattan también ha desarrollado una vertiente social que convive con su actividad empresarial. Sus primeras intervenciones públicas sobre conflictos en Oriente Medio surgieron tras ver imágenes de Gaza. Recordó así aquel momento: “Era la primera vez que veía algo así”. Publicó mensajes. Recibió amenazas. “Estuve semanas sin poder moverme. Me sentaba en mi sala a llorar mientras pensaba en cómo seguir”. Aún así, mantuvo su compromiso con donaciones venía de antes de fundar la compañía. “Siempre doné el diez por ciento de lo que ganaba.” Al crecer la empresa quiso sostener esa práctica.

Su equipo le advirtió que no era viable. Ella insistió. Lo resumió después con una frase. “Dar siempre fue parte de lo que somos”. En uno de sus lanzamientos recientes, un producto creado junto al artista Saint Levant, anunció que los ingresos se destinarán a Médicos Sin Fronteras. Añadió una idea que suele repetir. “Nos movemos rápido, pero siempre verificamos que todo genere diferencia.”

Mirada propia

Su visión del sector tampoco se limita a los cosméticos. Cuando se le pregunta por la función de la belleza en su trabajo responde. “La belleza nunca fue solo maquillaje. Es comunidad”. Esta frase conecta con su práctica de entender las redes sociales como espacio de conversación y como plataforma de lanzamiento. Ese estilo personal convive con una empresa que ya opera como plataforma global. Un producto puede aparecer en un vídeo, venderse en minutos y convertirse en referencia internacional en pocas semanas. La cadena responde de forma inmediata a la demanda y ajusta ciclos de producción según las lecturas de tráfico digital.

La comparación con Kim Kardashian reaparece en informes de mercado por un motivo concreto: ambas representan un modelo donde la influencia digital se convierte en empresa. En un sector dominado durante décadas por conglomerados, estas creadoras de contenido y de productos introducen estructuras nuevas. Controlan la marca. Controlan la distribución. Controlan la narrativa. Su impacto ha obligado a empresas históricas a adaptar estrategias.

Kattan mira hacia categorías nuevas mientras analiza los datos de consumo. Su empresa se encuentra en fase de consolidación tras la recompra de la participación del fondo. Su visión del futuro la resumió hace poco en una entrevista con Vogue Arabia. “La empresa debe crecer, pero siempre con sentido”. Su historia evidencia cómo el mercado cosmético ha cambiado. Las creadoras digitales ocupan espacios que antes estaban reservados a grandes compañías. Las audiencias participan en procesos que antes se desarrollaban en despachos cerrados. El recorrido de Kattan muestra un patrón que continuará en los próximos años. Pequeños proyectos digitales pueden convertirse en empresas internacionales si combinan contenido, producto y datos. Ella entendió esa convergencia desde el inicio. Su empresa se mantiene en expansión.

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