La construcción industrializada se ha convertido en uno de los pilares sobre los que Pedro Sánchez quiere edificar el futuro inmobiliario de España. En plena feria Rebuild, el presidente del Gobierno anunció una inversión de 1.300 millones de euros a lo largo de la próxima década para transformar radicalmente el sector y promover la fabricación de viviendas industrializadas.
Una estrategia que no solo busca eficiencia y sostenibilidad, sino que recuerda, con inevitable paralelismo histórico, a los ambiciosos programas de vivienda pública de la antigua Unión Soviética.
El objetivo es claro: reducir un déficit estructural que el Banco de España cifró en 600.000 viviendas. La apuesta pasa por construir una media de 15.000 viviendas al año, incrementándose a más de 20.000 en la siguiente década. Y para lograrlo, la construcción industrializada es la herramienta clave.
¿Qué es la construcción industrializada?
A diferencia del modelo tradicional, la construcción industrializada fabrica en fábricas componentes enteros —muros, suelos, módulos completos— que luego se ensamblan directamente en la obra. Este proceso permite reducir los tiempos de construcción entre un 20% y un 60%, según datos compartidos por el propio Ejecutivo.
Las viviendas dejan de levantarse ladrillo a ladrillo para nacer en cadena, con la precisión milimétrica de un automóvil. La comparación no es gratuita. El sector aspira a funcionar con la misma eficiencia que la industria del coche, aplicando procesos estandarizados pero flexibles.

La construcción industrializada no es un invento nuevo. Tras la Segunda Guerra Mundial, Europa —y en particular la Unión Soviética— recurrió a sistemas de prefabricación masiva para cubrir la urgente necesidad de vivienda. Los bloques conocidos como jrushchovkas, edificados con paneles de hormigón o ladrillo, marcaron una era de reconstrucción a base de velocidad y cantidad.
Aunque aquellos modelos eran rudimentarios y poco estéticos, sentaron las bases de lo que hoy representa la construcción industrializada: un método más racional, automatizado y tecnológicamente avanzado para abordar la vivienda desde una lógica productiva.
Tecnología y sostenibilidad: una nueva era
La revolución digital ha dotado a la construcción industrializada de herramientas clave. El uso de BIM (Building Information Modeling) permite coordinar digitalmente todo el proyecto, mientras que metodologías como Lean Construction, inspiradas en la industria automotriz, eliminan procesos innecesarios.
A esto se suman robots especializados en soldadura o corte de materiales, capaces de operar 24/7, y sistemas de domótica e IoT integrados desde el diseño, que elevan el confort y la eficiencia energética de los hogares construidos bajo este sistema.

Además, materiales como el CLT (madera contralaminada) o nuevos hormigones sostenibles permiten reducir el impacto ambiental, uno de los retos clave en un sector históricamente contaminante.
Uno de los grandes frenos a la expansión de la construcción industrializada en España es la percepción social. Apenas el 1% de las viviendas en nuestro país siguen este modelo, frente al 50% en Países Bajos o el 9% en Alemania. La creencia de que lo industrializado es sinónimo de baja calidad aún persiste.
Sin embargo, los estándares actuales, avalados por normativas estrictas, garantizan una calidad igual o superior a la de la construcción tradicional. La personalización también es posible: la modularidad no implica uniformidad absoluta.