Opinión

La Toalla

María Dabán
Actualizado: h
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Lo único claro que sacamos ayer es que Pedro Sánchez no va a tirar la toalla. Pensó en hacerlo, pero, después de escuchar a mucha gente, decidió que no. En boxeo, el entrenador tiraba la toalla cuando veía que su púgil no estaba en condiciones de seguir con el combate (hay otra interpretación de esta expresión que se remonta a épocas romanas y que tiene un significado muy diferente, pero no es a lo que se refería el presidente). Sánchez ha decidido que quiere seguir porque dice que le quedan muchas cosas por hacer, pero la suya es ya la imagen de un boxeador noqueado, a punto de caer definitivamente en el ring. El jefe del Ejecutivo y líder del PSOE está asediado por numerosos casos de corrupción, pero insiste en presentarlo todo como el engaño de dos personas (ni siquiera de tres) de las que desconocía sus corruptelas, decía, como si utilizar esa palabra restara importancia a lo sucedido. Para tranquilizar a sus socios presentó un plan de medidas contra la corrupción, que servirán de poco sin la voluntad real de los partidos de dejar de robar.

Sánchez pues seguirá en el ring porque sus propios socios parlamentarios se lo permiten. Ayer, la mayoría de sus intervenciones fueron como pequeños pellizcos de monja para el jefe del Ejecutivo, que permanecía serio en su escaño, pero poco inquieto. Algo tenían que decir, claro, pero no mucho, porque a algunos se les acabaría el chollo y la capacidad de influencia si el Gobierno cayera. La mayoría de sus mensajes se resumió pues en esa frase de “a la próxima, te la cargas”. Yolanda Díaz, que hace unos días se mostraba muy enfadada con este tema de la corrupción, ayer ejercía de fiel escudera de su presidente diciendo que no va a permitir que la luz del Gobierno se apague… Que tenga cuidado la vicepresidenta porque, como siga acercándose mucho a la luz que irradia el jefe del Ejecutivo, acabará como Ícaro, con sus alas derretidas y ahogada en el mar de las urnas. Esquerra sigue dando oxígeno también a Sánchez, aunque si la cosa escala, advertía su portavoz Rufián, le obligarán a ir a elecciones. Le debe parecer poca cosa que el juez Puente cifre en unos cinco millones de euros el botín que se pudieron llevar en mordidas Cerdán, Ábalos y Koldo García.

Podemos sí fue crítico con el Gobierno, más que nada porque quiere seguir ganando votos a costa de Sumar; Coalición Canaria exigió una moción de confianza y el PNV planteó tres opciones a Sánchez: cuestión de confianza; que dimita y deje el Gobierno en manos de otra persona; o que convoque elecciones.

Quien ayer estuvo especialmente duro con Sánchez fue Alberto Núñez Feijóo, que cruzó la línea roja que hasta ahora no había querido cruzar: la de arremeter contra la familia del presidente, contra su hermano, contra su mujer, Begoña, y contra su suegro. En un momento dado, llegó a decirle incluso que había vivido de los prostíbulos de su suegro, y es que algunas informaciones apuntan que el piso de 165 metros donde vivían Sánchez y su esposa, se lo había regalado Sabiniano Gómez, el padre de Begoña, que fue dueño de varias saunas gays y de un puticlub. Feijóo sabe que uno de los temas que más está dañando a Sánchez en las encuestas es la pérdida del voto femenino, que fue uno de sus sectores más fieles en las pasadas generales, por eso quiso meter el dedo en la llaga con este asunto.

Sánchez salió vivo del parlamento, tampoco se esperaba otra cosa, pero la pregunta es, hasta cuánto tiempo aguantará de pie en el ring. Mike Tyson decía que “todos tienen un plan, hasta que reciben el primer golpe”. Sánchez tiene el suyo, pero está al borde del KO

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