Castilla y León

La villa olvidada de Soria: apenas 15 habitantes, pero con uno de los legados medievales más poderosos de España

Descubre uno de los lugares más olvidados de Castilla y León, pero también uno de los más importantes, históricamente hablando

Caracena - Cultura
Vista desde el sudoeste camino del castillo.
Wikipedia

En la España interior aún sobreviven lugares donde el tiempo parece haberse detenido. Uno de ellos es Caracena, una pequeña villa soriana que hoy apenas supera la quincena de habitantes, pero que conserva uno de los patrimonios medievales más imponentes del país. No lo dice cualquier guía. La localidad soriana ha sido señalada este mes por National Geographic como uno de los pueblos olvidados más atractivos de España.

La relevancia histórica de Caracena se explica por su pasado como centro de poder medieval. Según destaca la revista, la villa contó con fuero propio otorgado por Alfonso VIII y ejerció jurisdicción sobre decenas de aldeas vecinas. Aquella prosperidad dejó una huella monumental que ha llegado hasta nuestros días casi intacta, favorecida por el aislamiento geográfico que ha protegido su arquitectura del paso del tiempo.

Caracena, capital del románico soriano

Pese a su escasa población actual, Caracena está considerada la “Capital del Románico Soriano”. El apelativo no es exagerado. En su reducido casco urbano se concentran varios de los ejemplos románicos más valiosos de la provincia de Soria. Hasta el punto de que pasear por esta localidad es hacerlo por un manual vivo del arte medieval.

La arquitectura románica, desarrollada en Europa entre los siglos XI y XIII, encontró en el norte peninsular un terreno fértil durante la Reconquista y la repoblación. En Caracena, ese legado se materializa en iglesias, restos defensivos y una trama urbana que conserva la esencia de la Edad Media sin apenas alteraciones modernas.

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La historia de Caracena está íntimamente ligada a su valor estratégico. Situada al sur del Duero, fue durante siglos un enclave clave en las guerras fronterizas entre musulmanes y cristianos. Ya en el año 912 aparecen las primeras referencias escritas a la zona, cuando el conde Gonzalo Fernández de Burgos intentó repoblar y fortificar este territorio.

Durante el califato de Abderramán III, Caracena, entonces conocida como Al-handega, formó parte de las rutas de retirada tras la batalla de Simancas. A finales del siglo X, Almanzor estableció aquí una base permanente, reforzando la fortaleza y levantando murallas que consolidaron la importancia militar de este lugar.

De la conquista cristiana al esplendor medieval

La toma definitiva de Caracena por las tropas de Fernando I en 1061 marcó un punto de inflexión. La leyenda cuenta que el castillo cayó durante una cena, origen popular del nombre de la villa. A partir de ahí, la localidad castellana vivió su gran siglo de esplendor.

En el siglo XII, más de treinta aldeas dependían de la comunidad de villa y tierra de Caracena, integrada en la Extremadura castellana. Alfonso VII valoró su importancia estratégica y económica, incorporándola definitivamente a la Corona y a la diócesis de Sigüenza tras varios intercambios territoriales.

Castillo de Caracena
El Castillo de Caracena, en Soria.
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En 1492, los Reyes Católicos concedieron el señorío de Caracena a Alfonso Carrillo de Acuña como recompensa por su apoyo económico durante la Guerra de Granada. Más tarde, en 1607, Felipe III elevó el señorío a marquesado, consolidando el peso nobiliario de la villa.

Sin embargo, como tantas localidades del interior, Caracena fue perdiendo población con el paso de los siglos. En el siglo XIX aún contaba con más de un centenar de vecinos, pero la despoblación rural acabó reduciendo el censo hasta los 15 habitantes actuales.

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