Entre paisajes áridos e imponentes sierras imponentes, se esconde este pueblo minero en Almería. Con apenas 600 habitantes, destaca por su rica historia minera, su arquitectura tradicional y su bonito entorno. Aunque es menos conocido que otros destinos turísticos de la provincia andaluza, este rincón de la sierra Alhamilla ofrece una autenticidad que lo convierte en una joya por descubrir.
El particular pueblo minero de Almería
Este rincón almeriense tiene su origen en el Neolítico, con pruebas en sus yacimientos de hierro de ello. En la época hispano-romana, la villa que se hallaba en este área se le llamó Lucanius. De ahí parece provenir su nombre, según los historiadores.
Como importante enclave minero durante los siglos XIX y XX, Lucainena de las Torres es a día de hoy un lugar ideal para una escapada. El mineral extraído se transportaba mediante un ferrocarril hasta el puerto de Agua Amarga.
Uno de sus principales atractivos son los hornos de calcinación. Consisten en unas estructuras que servían para procesar el hierro antes de su transporte. Estos vestigios industriales están ahora restaurados, junto con el trazado del antiguo tren minero. Funcionan como una ventana al pasado de la zona, y de su principal actividad económica.
Por su parte, el casco histórico de Lucainena de las Torres es un ejemplo de la arquitectura tradicional andaluza. Calles de piedra, fachadas blancas encaladas y balcones adornados con flores. La Iglesia de Nuestra Señora de Montesión, reconstruida en el siglo XVIII tras ser saqueada por piratas moriscos, es uno de sus monumentos más emblemáticos.
Siguiendo el recorrido, junto al antiguo hospital, hay una fuente muy bonita. Y el lavadero público, que siguen utilizando los vecinos de la localidad. Allí se puede probar la rica agua fresca de la sierra, llegada directamente del nacimiento del Peñón.
Además, el pueblo forma parte de la red de Los pueblos más bonitos de España desde 2013, un reconocimiento que destaca el cuidado y la hospitalidad que le otorgan sus habitantes.
Naturaleza y buena gastronomía en este acogedor pueblo
Actualmente, la ruta que recorría el sector minero se ha convertido en una Vía Verde ideal para senderismo y ciclismo. Abarca unos 5 kilómetros, y son varios los senderos que la cruzan, con todo tipo de dificultades. La flora y fauna, pero sobre todo los miradores con preciosas vistas, son dignos de admirar.
La cocina de Lucainena de las Torres refleja su herencia rural y minera. Uno de sus platos estrella son los gurullos, una pasta artesanal hecha con harina, agua y azafrán, que se sirve en guisos de caza como la perdiz o el conejo. También destacan en las cartas de sus restaurantes las pelotas de maíz, los diversos potajes, los jormigones. y el choto al ajillo.
Este pueblo minero en Almería es uno de esos rincones desconocidos de la región que merece una visita. Su combinación de historia minera, naturaleza y gastronomía lo convierte en un destino perfecto para quienes buscan una escapada tranquila y llena de encanto. Es una parada a considerar si se planea una escapada a esta provincia del sur de España.