A veces, los rincones más especiales no son los más conocidos. Así ocurre con Cañete, un pueblo de la Serranía de Cuenca que parece sacado de un cuento medieval. Rodeado por un entorno natural impresionante, este pequeño municipio ofrece al visitante un paisaje de montaña con barrancos, un castillo que domina el horizonte y una sorprendente cascada que brota entre las roca, en uno de esos espectáculos naturales que nos regala la tierra y en concreto Castilla-La Mancha.
Ubicado a poco más de 100 kilómetros de Madrid y muy cerca de Cuenca capital, Cañete es ideal para una escapada de fin de semana. Es uno de esos lugares que combinan a la perfección historia y naturaleza: por un lado, las murallas de origen musulmán abrazan el casco antiguo como un cinturón de piedra; por otro, el rumor del agua y la frondosidad de los valles que lo rodean invitan al descanso y la desconexión.
Un castillo vigilante y siglos de historia
El castillo de Cañete, en lo alto de un cerro, sigue siendo la postal más reconocible del municipio. Su origen se remonta a los siglos X y XI, durante la presencia musulmana en la zona. Desde entonces, ha visto pasar a bereberes, castellanos y carlistas. Su posición elevada no es casual: desde allí se domina todo el valle del río Mayor del Molinico, una auténtica joya natural que bordea el pueblo.

Además del castillo, el conjunto urbano sorprende por su riqueza patrimonial. Entre sus calles empedradas se alzan iglesias del siglo XVII, como la de San Julián, y la ermita de la Virgen de la Zarza, junto al emblemático arco de la antigua sinagoga. La Plaza Mayor, porticada y con trazado medieval, es uno de los lugares más pintorescos de toda la provincia.
Una naturaleza viva con cascadas y miradores
Pero si hay algo que hace especial a Cañete es su entorno. La cascada del río Tinte, una caída de agua escondida entre riscos y pinares, ofrece uno de los paisajes más bellos de la zona. A escasos pasos, el paraje de La Picota actúa como mirador natural, con vistas que cortan la respiración. Además, Cañete conserva aún su trazado defensivo, y en varios puntos el río funciona como foso natural. Las antiguas puertas de acceso, como la de San Bartolomé, dan paso a un pueblo que ha sabido mantener su esencia con orgullo.
Un viaje al pasado que además está muy cerca de todo
Llegar hasta Cañete es muy fácil, tanto en coche como en transporte público. Por ejemplo desde Madrid, ya que basta con tomar la A-3 y desviarse por la CM-2104; en menos de dos horas se llega a este rincón escondido. También hay conexión en autobús desde la capital, saliendo de la Estación Sur de autobuses. Además, de en tren hasta Cuenca, desde donde se puede continuar el trayecto en taxi o autobús, en un trayecto que dura poco más de media hora.
Y merece la pena el viaje, porque Cañete no es solo uno de los pueblos más bonitos de Cuenca, si no que es uno de esos lugares que se recuerdan. Por su historia, por su naturaleza y por la sensación de estar descubriendo algo que todavía no ha sido arrasado por las prisas del turismo.