Tecnología

¿Destinamos toda la electricidad del planeta a la informática?

En pocos años, más del 20% de la energía eléctrica del planeta podría dedicarse al correcto funcionamiento de nuestro ecosistema informático, suponiendo unos grandes retos para los países y sus políticas medioambientales

“¿Dónde puedo cargar mi teléfono?”, “¿hay wifi aquí?”, “¿recibiste mi email?”, “¿qué vemos hoy en Netflix?”

Cada día realizamos un sinfín de tareas profesionales y gozamos del entretenimiento “barato” de distintas plataformas digitales. No obstante, no asimilamos la cantidad de energía que, detrás, todo eso requiere. A escala individual parece una ordinariez. Nadie es realmente consciente de su escasez.

El exponencial crecimiento del gasto energético relacionado con el mundo digital augura un enorme reto para nuestro desarrollo mundial. Desde pequeños dispositivos a inmensas telarañas de redes, el recorrido, tratamiento y almacenamiento de datos amenaza hasta los compromisos climáticos estatales.

El imparable crecimiento del consumo eléctrico

Cerca de mi casa han montado una nueva subestación eléctrica. Parece ser que toda la zona, sus casas, oficinas y hoteles, podrían quedarse pronto sin energía y luces. Al margen del crecimiento de la actividad económica y turística, el consumo asociado a internet despegó de manera vertiginosa.

Se debe a múltiples factores tales como la proliferación de dispositivos, el aumento del tráfico, la explosión de la nube y de sus servicios. Plataformas de entretenimiento como Netflix, YouTube, o cualquier otro consumo en redes sociales, requieren infraestructuras ingentes para mantener sus servicios abiertos y disponibles. Todo apunta también que, en un futuro cercano, la economía estará basada en criptomonedas y transacciones virtuales.

Según un informe de 2023 de la Agencia Internacional de Energía, el sector de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) consumiría ya alrededor del 7% de la electricidad del planeta. Varios expertos opinan que pronto podría llegar a representar un 20 y hasta un 30%, si seguimos con esta alocada curva de crecimiento.

Avance tecnológico frente a cambio climático

Estos consumos estratosféricos plantean serias preocupaciones sobre lo poco sostenible de todos estos servicios. Recordemos que gran parte de la electricidad necesaria al buen funcionamiento de nuestras ciudades proviene aún de fuentes fósiles y no renovables.

Los servidores se calientan más que unas ollas express. Demandan avanzados sistemas de refrigeración mediante gigantescos aires acondicionados y ventiladores. Algunas grandes corporaciones propician la ubicación de sus granjas de datos en zonas como Alaska y ambientes polares, unas localizaciones muy frágiles y de evolución climática impredecible.

Según un análisis del Foro Económico Mundial (FMI), en términos de contaminación, la tecnología podría ser responsable ya, de entre el 2% y el 5% de las emisiones globales de gases. Con los futuros ordenadores cuánticos y la carrera a la Inteligencia Artificial (IA), el panorama del consumo energético experimentará, sin lugar a duda, otro infinito aumento.

La IA, en particular, requiere del tratamiento de grandes cantidades de datos para funcionar correctamente. Si usáis habitualmente generadores de imágenes virtuales, notaréis que las respuestas “se hacen las longuis” o debéis renovar continuamente las peticiones.

Reapertura de centrales nucleares

Es curioso cómo, de niño, veía en los telediarios unas multitudinarias manifestaciones pidiendo el cierre de las centrales nucleares. De repente, con la llegada de los coches eléctricos, parece que estos movimientos mediáticos tienden a desvanecerse. La energía atómica ha pasado de ser un “mal necesario” a nuestro mejor compañero de viaje hacia el progreso.

En un intento por mitigar la presión de estas nuevas tecnologías, algunas empresas tecnológicas están buscando drásticas soluciones. Recientemente, Microsoft, uno de sus principales actores, anunció la reapertura de una central nuclear de Pensilvania, que llevaba ya cinco años cerrada. Podría abastecer sus propias instalaciones y satisfacer así sus crecientes necesidades. El acuerdo genera ya una gran controversia dado que la energía atómica conlleva riesgos y una delicada gestión de residuos radiactivos.

En paralelo, se intensifica la presión sobre los gobiernos para encontrar todo tipo de soluciones, ya que no conseguirán probablemente cumplir con sus metas y objetivos medioambientales.

¡A buena hora, mantras verdes!

El crecimiento exponencial del consumo energético plantea un dilema crucial de cara al futuro: ¿cómo hacer frente al desenfrenado desarrollo tecnológico respetando el compromiso de sostenibilidad marcado?

A nivel social, se podría hacer un mejor uso de las redes sociales y de las plataformas digitales, cambiando, por ejemplo, nuestros hábitos diarios y reducir el consumo de vídeos, o pensarse el número de envíos de mensajes a amigos y familiares.

La renovada apuesta sobre las centrales nucleares es otra de las posibles soluciones, pero también deben considerarse otras opciones. Greenpeace apunta a que el remedio no es dejar internet, sino alimentar los centros con energías renovables. Amazon, Google, Meta y Microsoft (las principales interesadas) apuestan también sobre fuentes limpias, como los campos de paneles solares, los molinos eólicos o el movimiento de los mares.

Otro reto será mejorar la eficiencia de los propios dispositivos a través de nuevos materiales de fabricación, permitiendo reducir el consumo de energía de móviles y ordenadores, así como la duración de sus baterías.

Se plantea incluso una curiosa situación. Aunque la IA (y su enorme potencial de computación) se erija hoy como el principal problema, podría convertirse, algún día, en la mismísima solución al dilema.