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Irnos de casa para descansar: por qué crecen los retiros de yoga en España

Cada vez más mujeres en España eligen un retiro de yoga no tanto como una escapada, sino como una forma organizada de volver a respirar

Cortesía Palasiet Wellness Clinic & Thalasso

A Laura lo que más le cuesta no es irse, es dejarlo todo “en orden”. El uniforme del niño, la compra, el mensaje pendiente del trabajo, el audio de su amiga, la lista mental que no se apaga ni cuando se apagan las luces. Cuando por fin cierra la puerta, no siente euforia; siente algo más raro, el silencio. Y, con el silencio, una idea incómoda; la de que quizá no estaba cansada, quizá estaba sostenida a base de inercia.

En el tren decide una pequeña desobediencia que es la de no abrir el portátil, ni responder, ni justificar. Se va a un retiro de yoga de cuatro días. No lo hace por un tema espiritual ni para buscar una vida nueva. Es por algo mucho más concreto: descansar de verdad.

Porque eso es, en esencia, lo que ocurre con los retiros que están creciendo en España. Hablamos de una experiencia inmersiva, que puede ser desde un fin de semana largo a una semana, donde, en este caso el yoga, deja de ser una clase suelta y se convierte en ritmo. Se practica una o dos veces al día, se medita, se hacen ejercicios de respiración, se come con horarios y cierta sencillez, se camina y se duerme. La promesa es recuperar lo más básico: atención, cuerpo y descanso.

Cortesía Palasiet Wellness Clinic & Thalasso

El auge tiene varias capas y la primera no es el yoga en sí mismo, es la época en la que vivimos. Pasamos los días con la sensación de ir tarde a todo, de estar disponibles siempre, de pasar del trabajo a la casa sin una transición real y de ocupar los huecos con la pantalla. La “desconexión digital” se ha convertido en una aspiración porque, para mucha gente, es higiene mental. Y al final, un retiro ofrece algo que fuera cuesta muchísimo, es un lugar donde no contestar no se interpreta como indiferencia, sino como norma.

Y luego está el matiz que se nota en cuanto preguntas quién va. En muchísimos casos, son mujeres. ¿Por qué? Por el trabajo visible y el invisible. La carga mental. La gestión doméstica. La administración emocional. El “estar” para otros. Para muchas, escaparse unos días es menos un capricho que una forma de dejar de ser, durante 72 horas, el centro operativo de todo. El retiro funciona como un límite externo, de forma que no tienes que negociar cada silencio porque el silencio ya está incluido.

A esto se suma un cambio de hábitos que la pandemia dejó en el aire: más flexibilidad para viajar fuera de temporada y más necesidad de parar. La paradoja es clara: la flexibilidad, cuando no se gestiona, puede hacer que el trabajo se derrame por toda la vida. En ese contexto, pagar por un marco cerrado, horarios, comida, prácticas guiadas, un “aquí no hace falta producir”, tiene sentido. No es solo descanso, es una frontera.

Cortesía Palasiet Wellness Clinic & Thalasso

¿Y el yoga, qué aporta de forma práctica para que esto no se quede en escapada bonita? Tres cosas muy concretas. Una, cuerpo: fuerza suave, movilidad, conciencia corporal, y esa sensación de “volver a habitarte” que tanta gente describe sin saber cómo decirlo mejor. Dos, sistema nervioso: la respiración lenta y la atención sostenida tienden a bajar el modo alerta, y eso se nota en el sueño, en la irritabilidad, en la sensación de ruido interno. Tres, hábitos: repetir varios días ayuda a que algo se quede cuando vuelves a casa, aunque sea poco. Diez minutos de estiramientos. Tres respiraciones antes de mirar el móvil. Una caminata sin auriculares. Pequeñas grietas en la vida acelerada.

Algunos operadores del sector hablan de picos de demanda recientes en sus programas. Desde Palasiet, su director, Joaquín Farnós, asegura que han observado un aumento importante en la demanda de retiros en el último año. Y desde el lado docente, Mila Pérez, monitora de yoga formada en la Escuela Internacional Sivananda Vedanta, lo define como “una invitación a volver a escucharse, no tanto desconectar del mundo como reconectar con el cuerpo, con una presencia más amable”.

No se trata solo de desconectar del ruido externo, sino de reconectar contigo, con tu ser” – Mila Pérez, monitora de yoga en Palasiet desde hace más de una década

La primera noche, Laura duerme caro porque su cuerpo tarda en creer que de verdad no tiene que estar en guardia. Al segundo día comer sin prisa, se estira sin exigencia, caminar sin mirar el reloj… No gestiona, no sostiene, y por unas horas existe sin administrar. Lo interesante viene después, cuando vuelve a casa. Ahí se entiende el verdadero éxito del retiro. No es que te cambie la vida, pero sí te enseña una comparación. Te muestra cómo se siente una mente con menos pestañas abiertas. Y, a partir de ahí, ya no puedes fingir que el cansancio era normal.

Por eso crecen los retiros de yoga en España; porque la calma se ha vuelto destino, porque la desconexión se ha vuelto necesidad y porque, para muchas mujeres, irse unos días es recuperar un derecho básico y olvidado. Es estar contigo sin pedir perdón por ello.

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