La Navidad suele mover muchas emociones y, a menudo, nos coloca en conversaciones que preferiríamos evitar. Para la experta, la asertividad es una de las herramientas más poderosas para atravesar estas fechas con serenidad. “La base de la asertividad está en conocer y tener presentes nuestros propios derechos personales, al mismo tiempo que reconocemos y respetamos los derechos de los demás“, explica. Eso incluye el derecho a decir que no, a cambiar de opinión, a expresar cómo nos sentimos, a pedir lo que necesitamos y a poner límites sin sentir una culpa injustificada.

No se trata de imponerse ni de callar para no molestar, sino de encontrar un equilibrio. Es decir, defender lo que pensamos y sentimos sin agresividad, pero también sin pasividad. Desde esta mirada, la Navidad se convierte en una oportunidad para practicar el autocuidado emocional y construir relaciones más sanas.
Disco rayado o repetir tu “no” sin entrar al conflicto
Una de las situaciones más habituales en fiestas es la insistencia: “Venga, qué más da, solo por esta vez”, “Te lo digo por tu bien”… Aquí entra en juego la técnica del llamado disco rayado. Consiste en repetir tu mensaje de forma tranquila, firme y coherente, aunque la otra persona intente desviarte o presionarte. No se trata de dar mil explicaciones, sino de sostener tu límite. Frases como “Aun así, prefiero no hacerlo”, “Te agradezco que lo tengas en cuenta, pero mi decisión sigue siendo la misma” o “Lo entiendo, pero no voy a cambiar de opinión” ayudan a mantener tu postura sin elevar el tono.
Según Pilar Conde, esta técnica es especialmente útil cuando quieres evitar discusiones innecesarias y alargar justificaciones que solo te desgastan. Repetir tu mensaje con calma es una forma de recordarte a ti y a los demás que tu límite es válido.
Técnica del sándwich: decir algo difícil sin romper el clima
A veces no es tanto un “no” como la necesidad de marcar un límite delicado: pedir que no se hable de cierto tema, acotar el tiempo de una visita o decir que este año te repartirás entre distintas familias. La técnica del sándwich ayuda a que el mensaje se reciba con menos resistencia.
La idea es envolver ese límite entre dos mensajes positivos. Por ejemplo: comenzar reconociendo algo bueno (“Me encanta que contéis conmigo para todo”), después expresar con claridad el límite (“Este año no voy a quedarme a dormir, necesito descansar en casa”) y terminar con otra frase amable o de agradecimiento (“Aun así, me hace mucha ilusión pasar la tarde con vosotros”).
De esta manera, explicas lo que necesitas sin atacar ni desvalorizar al otro. “El límite está, pero el vínculo también”, resume la experta. Es una forma de decirte sí a ti sin convertirlo en un no rotundo a la relación.

Banco de niebla: bajar la tensión sin ceder en lo importante
Los comentarios críticos o las opiniones sentenciosas en mitad de una cena familiar son casi un clásico navideño. Ante ellos, o bien saltamos a la defensiva o bien tragamos en silencio. El banco de niebla ofrece una alternativa intermedia.
Esta técnica consiste en reconocer parcialmente lo que la otra persona dice sin renunciar a tu postura. Se puede expresar con frases como “Entiendo que lo veas así”, “Puede que en parte tengas razón” o “Comprendo tu punto de vista”, y a la vez mantener tu decisión: “Aun así, voy a hacerlo de esta manera”, “Pero yo me siento mejor si lo hago así”.
Al validar ciertos aspectos del discurso del otro, desactivas la confrontación directa. No estás entrando a convencer ni a demostrar quién tiene razón, sino protegiendo tu tranquilidad mental. Para Pilar Conde, el banco de niebla es especialmente útil cuando percibimos crítica o manipulación y queremos evitar que la conversación escale.
Empatía sí, pero no a cualquier precio
En Navidad también aparecen personas enfadadas, frustradas o especialmente sensibles. Aquí, la técnica de la validación emocional con límite se convierte en una aliada clave.
El primer paso es reconocer cómo se siente la otra persona para mostrar empatía: “Entiendo que estés molesto”, “Veo que esto es importante para ti”. Después, se añade el límite con claridad: “Aun así, no voy a poder ir”, “Aun así, no quiero hablar de este tema hoy”, “Aun así, necesito irme pronto”.
De esta forma, no minimizas las emociones de la otra persona, pero tampoco sacrificas tus necesidades. “Podemos sostener la emoción del otro sin dejarnos arrastrar por ella”, subraya Conde. Es una manera de cuidar el vínculo sin abandonarte a ti.


