Cristina Saracho nos recibe en su showroom con calidez y una elegancia natural que se plasma en su último proyecto, el más personal. Todo en su relato está lleno de decisiones valientes, giros inesperados y una convicción tranquila, esa que solo tienen quienes se han construido a sí mismos en muchos entornos diferentes.
“Empecé en banca, en BBVA, y tuve una experiencia internacional porque el banco compró un banco en Venezuela. Estuve allí seis años”, recuerda. Pero había un anhelo más antiguo: “Siempre quise hacer un máster de gestión de empresas de moda y lujo, en el fondo era algo que siempre me había gustado”. Ese deseo se concretó en el ISEM, donde todo cambió. A raíz de ese máster, le surgieron entrevistas en firmas como Loewe o Suárez. Entró finalmente en Suárez, primero en el departamento financiero -“porque yo venía de banca”-, y luego pasó al retail, donde estuvo cerca de 14 años.
Después llegó el reto de El Corte Inglés. “Como habíamos abierto muchos espacios con ellos, me conocían. Me fui a trabajar la experiencia del cliente en los espacios orientados al lujo: Castellana, Serrano, Diagonal, Marbella y Lisboa. Un proyecto muy bonito, súper ambicioso”, explica. Pero también agotador. Fue allí donde entendió que sin equipos formados no hay lujo posible.
Tras esa etapa, Cristina pasó a La Casa del Libro para liderar la experiencia del cliente. “Muy bonito, me enfrenté a un producto que no tiene nada que ver con el lujo. Incluso me demonizaban un poco por ser ‘proestética'”. Pero la pandemia lo paralizó todo. “Tenía 50 tiendas a mi cargo. Tuvimos que hacer ERTEs y fue horrible. Y cuando pasó todo, me fui. Yo era cara y el libro tiene poco margen”.
Ahí se abrió la puerta a algo nuevo. “Como siempre había pensado que quería montar algo, dije: bueno, igual es el momento. Ya tenía 50 años. Y pensé: voy a hacer lo que me dé la gana”.
Con joyas y a lo loco, tu nueva plataforma de alquiler de joyas
Ahí nace Con joyas y a lo loco, una plataforma de alquiler de joyas que mezcla sostenibilidad, estilo y digitalización. El nombre lo tomó de la película clásica (Con faldas y a lo loco, Billy Wilder, 1963). “Me encantaba. Aquí ya no hay jefes que te digan ‘es muy largo’ o ‘no se puede’. Luego igual hay que cambiarlo si internacionalizas, pero ya veremos”.
La chispa fue una escena doméstica. “Una amiga vino a por unas joyas, abrí la caja fuerte y dije: ¡no hay derecho! Es como cuando abres un armario y ves cosas con la etiqueta puesta. Y te has comprado otro vestido igual. Pues eso. Y como trabajé 14 años en Suárez, tenía cosas”.
El proyecto creció poco a poco. Empezó recibiendo clientas en casa, luego con un showroom y ahora se plantea ser plataforma también para marcas. “Tengo alguna marca, y la idea es convertirnos en una plataforma de alquiler también para ellas. Hablar con marcas que no sean tan grandes, a las que les interese estar aquí“, asegura la emprendedora.
Su experiencia en el mundo del lujo le ha enseñado a ver los detalles. “Una joya que te dé brillo a la cara. Un buen pendiente. Algo que te dé luz. A mí me gusta que se vea el escote, entonces te pones un pendientazo y ya está”. Sobre tendencias, lo tiene claro: “La joya XL o el minimal. Estamos en los extremos. Pero yo soy más de combinar: algo sencillo con algo importante”.
Y sobre su estilo diario, se confiesa sin rodeos: “Muchas veces hay que llamar la atención. Y sentirte tú. A veces las clientas me dicen ‘quiero esto’, y yo pienso: ¡eso no va con tu personalidad! Hay que ser una misma. Puedes ir con una prenda básica y una joya fuerte y vas estupenda”.
También defiende que el lujo está cambiando. “Es un lujo más accesible, que se está convirtiendo más en experiencias, en momentos. Ya no sirve tanto tener algo de súper lujo si no lo disfrutas. Compartir, viajar, vivir. Y sí, la sostenibilidad es clave. No dejas de reutilizar, de ceder tu pieza para que la use otra persona, en vez de volver a producir”.

Su perfil de clienta ha cambiado respecto a lo que esperaba. “Pensaba que tendría más niñas jóvenes, de 28 para arriba. Pero la mayoría de clientas tienen 50 o más. ¡Y me encanta! Mujeres que ya no tienen cargas, que han trabajado, tienen dinerito y quieren ir estupendas. No se lo piensan tanto. Y cada vez tengo más novias y madrinas. ¡Me hace tanta gracia!”
Cristina ha conseguido algo que pocas emprendedoras logran: un negocio alineado con su pasión y que no reniega de su experiencia previa. “La joya te hace sentirte más segura, más poderosa. Creo en eso. No es superficial. Tiene que ver con la identidad”.
Y como buena amante del agua, encuentra en el mar su refugio. “Nado todos los días. En piscina, pero si puedo en el mar, mejor. Me relaja muchísimo. Pienso mientras nado. Y se me ocurren ideas. Las apunto en el móvil, porque si no, se me olvidan”.
Antes de despedirse, lanza un consejo para quien quiera empezar una mini colección de joyas: “Apostaría por unos brillantes pequeños para toda la vida. No tienen que ser de dos quilates. Y después, alguna piedra semipreciosa: citrino, topacio azul… Dan mucho color a la cara. Y algo de bisutería vistosa XL. Así tienes un mix”.
¿Y para quienes aún no se atreven a emprender? Aquí, su filosofía, una vez más, es sencilla y poderosa: “A veces solo hay que decirse: voy a hacer lo que me dé la gana”.