Mientras sobre el cielo de Gaza vuelve a planear el fantasma de una ofensiva israelí, los mediadores internacionales intensifican sus esfuerzos para evitar una nueva guerra a toda costa. Sin embargo, la tensión es máxima .
El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, aseguró este miércoles que, si Hamás no libera rehenes el sábado, habrá una nueva guerra en Gaza que permitirá ejecutar los polémicos planes para la Franja del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien defendió desplazar a su población a otros países y construir allí la “Riviera de Oriente Medio”. Por su parte, Hamás ha insistido en que su postura es clara: “No aceptaremos el lenguaje de las amenazas estadounidenses e israelíes”, indicó el portavoz de Hamás, Hazem Qassem, a través de un comunicado. “Israel debe comprometerse a aplicar los términos del acuerdo de alto el fuego para la liberación” de los rehenes.
La situación en el Norte de Gaza
La población gazatí, que desde el inicio de la tregua en enero ha podido volver al norte de Gaza, no podrá soportar otra ofensiva. Los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) que han logrado acceder hasta el norte de la Franja para evaluar las necesidades médicas y humanitarias, aseguran que “la situación es espantosa”.

El interior del hospital Al Shifa, donde todo quedó destruido por la guerra. (Nour Alsaqqa/MSF)
“En la gobernación del Norte, el nivel de destrucción es total, es una tierra llana. No he visto nada igual en mi vida. Nuestros colegas palestinos ya no son capaces de reconocer sus propios barrios, algunos estaban en estado de shock, otros literalmente se derrumbaron“, explica Caroline Seguin, coordinadora de emergencias de MSF, desde el terreno.
La devastación en el Norte de Gaza deja “sin palabras”
Seguin asegura que en Ciudad de Gaza ya se conmocionaron por el nivel de destrucción, “pero luego fuimos al norte, a Yabalia, y nos quedamos sin palabras. Allí ya no hay nada. Solamente ruinas y olor a muerte por todas partes debido a los cadáveres que siguen atrapados bajo los escombros”.

Calles y edificios destruidos en Beit Lahia, en el norte de Gaza (Nour Alsaqqa/MSF)
La coordinadora de emergencias de MSF describe que en el norte de la Franja, directamente “ya no hay sistema sanitario”. Seguin detalla que “el Hospital Kamal Adwan ha sido arrasado, mientras que los hospitales Al Shifa, Al Awda e Indonesio están gravemente dañados y sólo funcionan parcialmente”. Recuerda que se han quedado “estupefactos al observar que en el Hospital Indonesio todas las máquinas médicas parecían haber sido destruidas deliberadamente; las hicieron pedazos, una a una, para asegurarse de que ya no se pudiera prestar atención médica. Cabe preguntarse cuál es la motivación de semejante acción. Estas máquinas están hechas para salvar la vida de personas, madres, padres, niños. Es devastador ver el estado de estos hospitales“, reflexiona.
La necesidad de ayuda humanitaria
Para Seguin, a pesar de que ya hayan pasado cuatro semanas desde inicio del alto el fuego, “seguimos sin ver el aumento masivo de la ayuda humanitaria que se necesita en el norte de Gaza. La comunidad humanitaria no está prestando servicios vitales a una población que necesita desesperadamente ayuda humanitaria y médica. Tanto Israel como los actores internacionales deben garantizar urgentemente la entrega de suministros vitales, como refugio y alimentos, y aumentar las capacidades para su distribución”, urge.
Con todo, nada se puede comparar a las condiciones que sufrieron durante los 15 meses de guerra, -en los que fallecieron más de 47.000 personas– “siendo desplazados y viviendo en tiendas de campaña, fueron aún peores. Después de estas penurias, necesitan reunirse con sus seres queridos y quieren quedarse y reconstruir su vida”. Lo cierto, manifiesta Seguin, “muchos de ellos no tienen intención de marcharse”, por lo que es “esencial garantizar un suministro constante y seguro de ayuda humanitaria a las personas que han sufrido un trauma inimaginable”.
El retorno de desplazados
Por su parte, Sanabel Sulaiman, enfermera de MSF del Centro de salud Sheick Radwan, en Ciudad de Gaza, explica cómo se ha incrementado el número de consultas por el retorno de los desplazados del sur al norte. “Actualmente, especialmente en cuanto a curas, tanto para pacientes masculinos como femeninos, el número de casos ha aumentado entre un 70% y un 80% después del movimiento de personas del sur al norte”.

La enfermera de MSF, Sanabel Sulaiman (Nour Alsaqqa/MSF)
La enfermera indica que “recibimos casos con lesiones corporales, amputaciones, fracturas en las piernas que necesitan cuidados, fisioterapia, promoción de la salud e intervención psicológica para el paciente”. Así, intentan “proporcionar estos servicios en la medida de lo posible”.
Heridas infectadas y niños descalzos
“Cuando llegan aquí -relata Sulaiman- están agotados, lo que, por supuesto, conduce a un aumento de la infección en las heridas de los pacientes“.

La enfermera de MSF, Sanabel Sulaiman atiende a una paciente (Nour Alsaqqa/MSF)
Sulaiman comenta que “recibimos lesiones porque no hay conciencia ni conocimiento sobre los peligros de ir a los lugares destruidos y cómo afrontarlos“. Como resultado, reciben muchos pacientes con muchas heridas que llegan “ya infectadas debido al mal ambiente, sin agua disponible. A menudo recibimos niños descalzos, sin zapatos, y tienen problemas en los dedos de los pies”. Los menores tienen heridas infectadas, “cuando preguntamos a los padres si pueden conseguir tratamientos, nos dicen: ”No, es muy difícil””, admite la enfermera de MSF.
Ante el reto del agua
Es más, Seguin reconoce que si bien “el flujo de suministros vitales ha mejorado desde el alto el fuego, el nivel de necesidades es tan alto que la población sigue careciendo de artículos básicos”. La necesidad de alimentos, agua, tiendas y material de refugio en esta zona sigue siendo crítica. Y en la misma línea que Sulaiman recalca que “la escasez de agua es un verdadero desafío dado el alto nivel de daño en las instalaciones de agua y porque se encuentran en lugares inaccesibles”.