“Operación Martillo de Medianoche”: Trump lleva a EE UU a una nueva guerra en Oriente Medio

Netanyahu se sale con la suya y logra arrastrar al mandatario republicano a un nuevo conflicto bélico. Ningún presidente se ha atrevido a atacar así al régimen iraní. Los congresistas le recuerdan que debería haber pedido permiso al Congreso: "Es una grave violación de la Constitución"

Donald Trump pronuncia un discurso a la nación en la Casa Blanca en Washington, DC, EE. UU., el 21 de junio de 2025.
EFE/EPA/Carlos Barria / POOL

En una operación sorpresa coordinada con Israel, Estados Unidos lanzó un potente ataque contra tres de las instalaciones nucleares más importantes de Irán: Fordo, Natanz e Isfahán. La ofensiva, conocida como “Operación Martillo de Medianoche”, ha reconfigurado de manera drástica el panorama geopolítico de Oriente Medio y ha generado reacciones divididas en Estados Unidos, particularmente entre los sectores que conforman la base del movimiento MAGA.

Durante semanas, el presidente Donald Trump simuló un distanciamiento con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Lo dejó fuera de su gira diplomática por la región, envió señales de frustración e incluso permitió que circularan rumores sobre una “fractura” en la histórica alianza entre ambos países. Para muchos, este aparente enfriamiento indicaba que Trump se estaba alejando de otro conflicto en la zona. Sin embargo, todo era parte de un elaborado plan de engaño. Mientras la atención pública se centraba en la guerra en Gaza, Israel y Estados Unidos diseñaban en secreto un ataque quirúrgico destinado a destruir los pilares del programa nuclear iraní. Esta táctica de distracción fue tan efectiva que Irán evacuó parte de su personal de Fordo solo 48 horas antes del bombardeo, lo cual salvó vidas pero no evitó la destrucción estructural masiva.

Trump
Una foto facilitada por la Casa Blanca muestra al presidente de EE UU, Donald Trump, y al vicepresidente, JD Vance , en la Sala de Situación de la Casa Blanca
Efe

Las armas utilizadas por EE UU

La operación se apoyó en lo más avanzado del arsenal militar estadounidense. Se desplegaron seis bombarderos B-2 Spirit, que despegaron directamente desde suelo estadounidense. Estos aviones, invisibles al radar, transportaban los poderosos GBU-57 Massive Ordnance Penetrator (MOP), también conocidos como “rompebúnkeres”.

Estas bombas pesan aproximadamente 13.600 kg, miden más de 6 metros de largo y pueden penetrar hasta 60 metros de roca reforzada antes de detonar. Su objetivo específico: instalaciones profundamente enterradas como Fordo, construida bajo una montaña cerca de Qom. Solo Estados Unidos, con esta tecnología y capacidad logística, podía ejecutar una operación de esta magnitud.

Irán
Una imagen satelital facilitada por Maxar Technologies muestra la instalación nuclear de Fordo
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Además, desde submarinos estadounidenses en el Golfo Pérsico se lanzaron 30 misiles Tomahawk, dirigidos con precisión milimétrica a objetivos estratégicos en Natanz e Isfahán. Con un alcance de más de 2.500 kilómetros, una velocidad de 880 km/h y una carga de explosivos de 450 kg, estos misiles son la columna vertebral del poder naval de EE UU.

El coste de la guerra

Aunque los costes humanos directos fueron mitigados por la evacuación parcial iraní, el precio financiero y político de la operación es altísimo. Cada bomba GBU-57 cuesta entre 20 y 30 millones de dólares, y los B-2 Spirit, cada uno con un coste unitario superior a 2.000 millones de dólares, requieren una operación logística compleja que incluye reabastecimientos en vuelo y protección con cazas de escolta.

El despliegue previo de fuerzas —que incluyó el portaaviones USS Nimitz y aviones F-16, F-22 y F-35— representa una inversión adicional de miles de millones. Sin embargo, para Trump, el resultado justificó el gasto. En sus palabras: “No buscamos un alto el fuego. Buscamos la victoria total. No más armas nucleares”.

El universo MAGA dividido

La respuesta dentro de Estados Unidos ha sido tan intensa como contradictoria. Si bien sectores del Partido Republicano celebraron la decisión como un acto de fuerza y liderazgo, una parte significativa de la base MAGA (Make America Great Again), tradicionalmente aislacionista y contraria a “nuevas guerras sin fin”, reaccionó con desconcierto e incluso traición.

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Una foto facilitada por la Casa Blanca muestra al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la Sala de Situación
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Para muchos simpatizantes de Trump, esta intervención recuerda a los errores de las administraciones anteriores en Irak y Afganistán. Algunos influencers conservadores y voces prominentes del ala populista han criticado lo que llaman “el regreso del complejo militar-industrial”, con Netanyahu manipulando a Trump para sacrificar la sangre y recursos estadounidenses en defensa de intereses extranjeros. Se habla incluso de una “guerra civil dentro de MAGA”, con figuras como Tucker Carlson y senadores nacionalistas advirtiendo que Trump ha cruzado una línea roja al comprometerse nuevamente con una guerra en Oriente Medio. “Esto no es lo que votamos en 2024”, o “nos prometieron América Primero, no Teherán primero”, son algunos de los argumentos más repetidos.

La manipulación de Netanyahu

Todo apunta a que Netanyahu logró una jugada estratégica maestra. En medio del caos regional, distrajo a la comunidad internacional con el conflicto en Gaza, mientras en secreto coordinaba con el Pentágono una operación de mayor escala. A través de canales cerrados, alimentó la narrativa del “distanciamiento” con Trump, sabiendo que eso haría que Irán bajara la guardia.

Lo logró. Trump, al parecer, se dejó influenciar por informes de inteligencia israelí y fue convencido de que un ataque quirúrgico ahora evitaría una guerra total más adelante. Irónicamente, ese mismo argumento fue usado por las administraciones anteriores para justificar guerras sin fin. Las reacciones globales no tardaron. Irán calificó el ataque como una violación de su soberanía, prometió represalias y ya ha lanzado misiles contra ciudades israelíes. Rusia y China condenaron el ataque abiertamente. El ministro de Exteriores iraní, Abbas Araghchi, advirtió que se ha cruzado una “línea roja nuclear”.

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Manifestantes pro palestinos sostienen ilustraciones del presidente estadounidense Donald Trump y del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu
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En Turquía y en otros países del Golfo, crece el temor de que este conflicto escale a una guerra regional o incluso global. La posibilidad de que grupos proxies como Hizbulá o los hutíes ataquen intereses estadounidenses en la región ha elevado las alertas en las bases militares de Qatar, Emiratos y Bahréin.

Militarmente, la operación fue un éxito técnico sin precedentes. Pero políticamente, el panorama es más incierto. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, insistió en que “no se busca un cambio de régimen” en Irán, y el vicepresidente JD Vance dijo que el objetivo era “darle a Irán una nueva oportunidad para negociar”.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
EFE

En el plano doméstico, Trump se enfrenta a una paradoja: al lanzar este ataque, puede haber ganado apoyo entre sectores neoconservadores, pero a costa de alienar a los sectores anti-intervencionistas de su propia base. Falta todavía un año y medio para la votación de los ‘midterm’, y esta decisión podría ser tanto su coronación como su ruina política.

Sin el permiso del Congreso

“Esto no es constitucional”, escribió en redes sociales el congresista por el Partido Republicano Thomas Massie, al citar el mensaje en el que Trump anunció el ataque.

El demócrata Jim Himes recordó que los congresistas como él deben tener voz en este tipo de asuntos “antes de que caigan las bombas”, algo que también aseveró su compañera de partido Alexandria Ocasio-Cortez, al asegurar que “la desastrosa decisión del presidente de bombardear Irán sin autorización es una grave violación de la Constitución y de los poderes de guerra del Congreso”, informó EFE.

Protesta
Manifestación frente a la Casa Blanca tras la decisión de Estados Unidos de bombardear las instalaciones nucleares de Irán
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Sean Casten, también representante del Partido Demócrata, dijo que al margen “de los méritos del programa nuclear iraní”, ni Trump ni otro presidente estadounidense tiene autoridad “para bombardear otro país que no represente una amenaza inminente para Estados Unidos”.

“Esto constituye un delito inequívoco que justifica un juicio político”, advirtió Casten.

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