En un dramático giro de los acontecimientos durante esta madrugada, el presidente Donald Trump confirmó que Estados Unidos había lanzado una serie de bombardeos contra tres de las instalaciones nucleares más importantes de Irán. En un discurso televisado, Trump declaró que la misión había sido “un éxito” y afirmó que los objetivos habían sido “completamente destruidos”.
La operación de EE UU supone una grave escalada en el conflicto latente entre Irán e Israel y podría cambiar el panorama de seguridad en Oriente Medio. Esto es lo que sabemos hasta ahora.
¿Qué instalaciones fueron atacadas y cómo?
Estados Unidos atacó tres instalaciones nucleares: Fordo, Natanz e Isfahán, todas ellas fundamentales para los esfuerzos de enriquecimiento de uranio de Irán. De ellas, Fordo es la más fortificada y controvertida. Enterrada en lo profundo de una montaña al sur de Teherán, durante mucho tiempo se ha considerado prácticamente inexpugnable, salvo para las municiones más potentes.

Para penetrar su estructura reforzada, Estados Unidos habría desplegado el GBU-57 Massive Ordnance Penetrator, un “rompebúnker” de 13.000 kg capaz de atravesar hasta 18 metros de hormigón o 60 metros de tierra. Aunque no está claro cuánto daño causó el ataque a la instalación, Fordo se considera uno de los activos más profundamente enterrados de Irán.
Funcionarios estadounidenses han confirmado que Natanz e Isfahán también fueron alcanzados, pero aún se están realizando evaluaciones sobre el alcance de los daños.
¿Cómo ha respondido Irán?
Las autoridades iraníes han reconocido que las instalaciones fueron atacadas, pero niegan haber sufrido un “golpe importante”. La cadena estatal IRIB afirmó que las instalaciones habían sido evacuadas “hace tiempo” y que los materiales nucleares clave habían sido retirados antes del ataque.
Con todo, la Organización de Energía Atómica de Irán calificó los ataques como una “violación bárbara del derecho internacional” y advirtió de “consecuencias eternas”.

El ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Abbas Araghchi, afirmó que Teherán se reserva “todas las opciones” en respuesta, mientras que ya se ha producido un ataque de represalia contra Israel. A las pocas horas del bombardeo estadounidense, Irán lanzó una oleada de misiles contra suelo israelí, que, según se informa, causó al menos 26 heridos en Tel Aviv y Haifa.
¿Qué pasará ahora?
Irán se enfrenta ahora a una decisión estratégica crucial. En la BBC, los analistas de seguridad aseguran que puede Teherán reaccione de la siguiente manera:
- Sin hacer nada, con la esperanza de evitar una mayor escalada o volver a la diplomacia.
- Contraatacar rápidamente, apuntando a las bases militares o los activos navales estadounidenses en la región.
- Tomar represalias más adelante, utilizando fuerzas proxy o un ataque sorpresa cuando se calmen las tensiones.
Cada opción conlleva riesgos significativos, tanto militares como políticos.
¿Qué dicen desde Estados Unidos?
En Washington, los ataques han provocado reacciones encontradas. Flanqueado por el vicepresidente JD Vance, su secretario de Exteriores, Marco Rubio, y el de Defensa, Pete Hegseth, Trump advirtió de ataques futuros “mucho mayores” si Irán no vuelve a la mesa de negociaciones.

“Recuerden, quedan muchos objetivos”, aseveró Trump.
Aunque muchos republicanos elogiaron la operación, otros, entre ellos la representante Marjorie Taylor Greene, cuestionaron la participación de Estados Unidos. “Esta no es nuestra lucha”, escribió en las redes sociales.
Los demócratas fuero mucho más allá. El líder de la minoría en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, advirtió que Estados Unidos corría el riesgo de verse envuelto en una “guerra potencialmente desastrosa”. El senador Bernie Sanders calificó los ataques de “manifiestamente inconstitucionales”, argumentando que solo el Congreso puede declarar la guerra.
My statement on Donald Trump’s unilateral military action in Iran. pic.twitter.com/2ZjZXlPbrl
— Hakeem Jeffries (@RepJeffries) June 22, 2025
¿Cómo ha reaccionado la comunidad internacional?
Los líderes mundiales han respondido con alarma. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, condenó los ataques como una “escalada peligrosa”, mientras que la UE instó a la moderación y al retorno a la diplomacia.
El primer ministro británico, Keir Starmer, ofreció un apoyo moderado a Washington, afirmando que Estados Unidos actuó para “aliviar una grave amenaza”. Mientras tanto, Arabia Saudí expresó su “gran preocupación” y Omán, un intermediario diplomático clave (donde se iban a mantener negociaciones diplomáticas entre Washington y Teherán), condenó la acción de forma rotunda. Todos los países árabes condenaron en cascada el ataque.

La Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) confirmó que no se produjo ningún aumento en los niveles de radiación tras el ataque y ha convocado una reunión de emergencia para el lunes.
¿Cómo empezó todo?
Esta escalada tiene su origen en el ataque sorpresa israelí del 13 de junio contra decenas de objetivos militares y nucleares iraníes, con el objetivo de detener lo que, según afirma, es la inminente capacidad de Irán para fabricar una bomba nuclear. Irán, que insiste en que su programa nuclear es pacífico, respondió con un bombardeo de misiles sobre Israel, lo que desencadenó una peligrosa guerra aérea de represalias.
A pesar del conflicto en curso, Estados Unidos e Irán seguían participando formalmente en las negociaciones nucleares hasta la semana pasada. Trump había dado públicamente a Irán “dos semanas” para volver a la mesa de negociaciones, un plazo que se ha evaporado de la noche a la mañana.

¿Es el principio o el fin de la guerra?
En el New York Times, Nicholas Kristof, ahonda en que hay optimistas como el primer ministro Benjamin Netanyahu que creen que acabarán tanto con el programa nuclear iraní como con el régimen. El analista recuerda que Netanyahu fue un firme partidario de la guerra de Irak.
En cuanto a si cae el régimen de los ayatolás, proamericanismo parecía augurar un buen futuro tras la muerte del líder supremo. Sin embargo, apuntan en el diario, “un Gobierno proestadounidense parece menos probable si hemos declarado la guerra a Irán. De hecho, el cambio de régimen podría parecerse más a un golpe de Estado de línea dura que a cualquier otra cosa. Una vez más, el abanico de posibilidades es inmenso, y algunas de ellas bastante alarmantes”.