Viterbo, una ciudad amurallada del centro de Italia, se encuentra en la región del Lacio, a unos 90 kilómetros al norte de Roma. Su centro histórico es uno de los mejores conservados de toda Italia, con calles empedradas, plazas tranquilas y palacios góticos. Pero más allá de su encanto arquitectónico, Viterbo fue escenario de uno de los momentos más decisivos en la historia De la Iglesia católica: el nacimiento del procedimiento formal de elección papal, conocido como cónclave.
El término cónclave proviene del latín “cum clave”, que significa “con llave” o “bajo llave”. Esta palabra refleja literalmente la práctica de encerrar a los cardenales hasta que eligieran a un nuevo papa. La palabra surgió como respuesta a una crisis eclesiástica sin precedentes que tuvo lugar en Viterbo a finales del siglo XIII.
La presión de Viterbo para que se decidieran
Tras la muerte de Clemente IV en 1268, los cardenales se reunieron en Viterbo para elegir a su sucesor. Pero las profundas divisiones políticas impidieron alcanzar un acuerdo. Pasaron casi tres años sin resultado, hasta que la población local, desesperada por la parálisis, intervino.
El alcalde de la cuidad, Rainero Gatti, ordenó encerrar “con llave” a los cardenales en el Palacio de los Papas, bajo estricta vigilancia. Se les redujo la alimentación a pan, agua y vino. Las raciones se las arrojaban por una apertura del tejado. Incluso se llegó a quitar parte del techo para hacer más incómoda su estancia. Sin distracciones y con las inclemencias del tiempo, por fin los cardenales se decidieron antes del tercer invierno. Las medidas de presión del cónclave por excelencia funcionaron: en 1271 fue elegido finalmente el Papa Gregorio X.

La experiencia de Viterbo impulsó a Gregorio X a establecer reglas claras para futuras elecciones papales. Durante el Concilio de Lyon II, en 1274, promulgó la constitución apostólica Ubi Periculum, donde se institucionalizó el procedimiento del cónclave: encierro obligatorio, alimentación frugal y progresiva restricción de comodidades. Aunque hubo interrupciones y reformas posteriores, este documento sentó las bases del sistema que aún se usa hoy en día en la elección del Papa.
¿Cómo funciona un cónclave hoy?
Tras la muerte o renuncia de un papa, se convoca a todos los cardenales menores de 80 años al Vaticano. El cónclave se celebra en la Capilla Sixtina, no solo por su ubicación dentro del Palacio Apostólico, sino por su simbolismo: allí se reúnen bajo los frescos de Miguel Ángel que representan el Juicio Final, un marco visual que recuerda la trascendencia espiritual de su tarea.
Los cardenales se alojan en la Domus Sanctae Marthae, dentro del Vaticano, y son aislados completamente del mundo exterior. No pueden usar teléfonos, internet ni tener contacto con medios de comunicación. Las votaciones comienzan con una misa llamada Pro eligendo Papa, y luego los cardenales se encierran en la Capilla Sixtina, donde pueden emitir hasta cuatro votos al día (dos por la mañana y dos por la tarde).

Para que un candidato sea elegido Papa, necesita una mayoría de dos tercios. Tras cada votación, las papeletas se queman en una estufa especial. Si el humo que sale es negro, significa que no hay consenso. Si es blanco, el mundo sabe que hay nuevo papa.
El conclave más numeroso de la historia
Lo que comenzó como una improvisación desesperada de una comunidad cansada de esperar una decisión, se convirtió en una tradición eclesiástica global. El “cónclave”, nacido en Viterbo, rige hoy uno de los procesos más observados del planeta. Este 7 de mayo de 2025, 133 cardenales se reunirán en la Capilla Sixtina para elegir al sucesor del papa Francisco. Será el cónclave más numeroso de la historia y se desarrollará bajo la mirada de los frescos de Miguel Ángel, siguiendo un ritual que, aunque perfeccionado con el tiempo, conserva el espíritu de aquel encierro en Viterbo hace más de siete siglos.