Opinión

El éxodo digital

Elon Musk en X - Sociedad
María Jesús Güemes
Actualizado: h
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Una vez alguien me dijo que pusiera en el currículum el número de seguidores que tenía en Twitter (su nombre en aquel momento) porque, si eran muchos, “daba caché”. Entonces, comenzaba a despuntar la figura del influencer y había empresas que se peleaban por fichar a determinadas personas que pudieran transmitir sus mensajes a un amplio público. Yo no fui jamás nada de eso y, por supuesto, mi cifra siempre osciló en una misma horquilla.

Hasta ahora, claro, que va menguando a toda velocidad, tal y como le está ocurriendo a otra mucha gente. Los usuarios de esta plataforma, rebautizada como X, han decidido salir corriendo. Están descontentos e indignados desde que Elon Musk se convirtió en su propietario hace dos años.

Algunos llevaban tiempo madurando la idea de irse, pero el control, la desinformación y la llegada de Donald Trump a la Presidencia de EEUU -con el nombramiento de Musk en un puesto clave de su Gobierno- han dado la puntilla y se ha desencadenado una huida masiva. Consideran que es “un mecanismo de propaganda” y “un altavoz de la extrema derecha”.

Nadie quiere aguantar mensajes tóxicos, enfrentamientos y discursos radicales. No hay necesidad. Uno acudía a este foro para deliberar, aprender, divertirse o entretenerse un rato. Y, seamos sinceros, ya no es lo que era. Cuesta encontrar un diamante en la basura.

Pero no por eso lo voy a dejar. Entiendo a los que lo hacen, pero espero que ellos también respeten que, por el momento, yo me mantenga. El otro día leí un tuit de la corresponsal Almudena Ariza que comparto. Ella explicaba que se quedaba “por los que creen en el debate, en las ideas, en un mundo mejor”. “Que los gritos no callen la razón, ni el odio entierre la verdad. Seguimos aquí por todo lo que aún podemos cambiar juntos”, proclamaba.

Creo que como ciudadanos no podemos regalar este espacio a una ideología. Es difícil luchar contra el algoritmo, pero obviamente, si nos vamos todos, el hueco se rellenará de inmediato con una sola voz. Además, como periodistas debemos ser testigos de lo que ocurra y combatir las noticias falsas. Sé que podemos emigrar a Bluesky, Instagram, Tik Tok, Threads, Facebook o a lo que vaya surgiendo… Pero la neutralidad no existe y lo suyo es tener perfiles en todas estas herramientas para conocer bien su funcionamiento. Al final, su suma es el pulso de nuestra sociedad.

Además, yo a X todavía le veo utilidades. Algunas cuentas, por lo general de cultura, me siguen enriqueciendo con sus aportaciones. También hay historias humanas y conversaciones cruzadas que son sanas y realmente interesantes. Y, por último, tengo amigos. Los hice gracias a este sistema y no lo olvido.

Ante este éxodo digital no dejo de pensar en A sangre y fuego de Manuel Chaves Nogales. Él siempre habló de una tercera España que no comulgaba con extremismos de ningún tipo. En la actualidad, cuando tienes que situarte en uno u otro bando, cuando hay que saber y opinar de todo, cuando no existe la escala de grises y está mal visto que no vayas a la moda, mantengo una equidistancia calculada sobre determinados temas. Sé que hay algunos que no lo perdonan.

“Me consta por confidencias fidedignas que, aun antes de que comenzase la Guerra Civil, un grupo fascista de Madrid había tomado el acuerdo, perfectamente reglamentario, de proceder a mi asesinato como una de las medidas preventivas que había que adoptar contra el posible triunfo de la revolución social, sin perjuicio de que los revolucionarios, anarquistas y comunistas, considerasen por su parte que yo era perfectamente fusilable”, resaltaba Chaves Nogales en su obra definiéndose como “antifascista y antirrevolucionario”.

Por suerte, no estamos hoy en día en esa situación, pero seguimos prejuzgando. Si no te casas con unos, irremediablemente serás de los otros. Defiendo la idea de ser una simple observadora y recuerdo que la vida no está en las redes sociales.

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