El periodismo puede ser un oficio muy difícil o muy sencillo. Todo depende de lo que uno se exija. Normalmente, y tenemos decenas de profesionales que lo demuestran a diario, resulta extremadamente sencillo.
Si hablamos de opinión (no información), basta ver a esos tertulianos que cada día esparcen la suya en uno o varios medios. Un ejercicio exigente consistiría en impartir justicia (o al menos a intentarlo), entendida según esa definición clásica de dar a cada uno lo suyo. El periodista tendría que ser cuidadoso, conocer al detalle la situación que va a enjuiciar y ser lo suficientemente empático con todas las partes. El ejercicio habitual, a años luz de lo que acabamos de describir, consiste en agarrar una bandera y defenderla a ultranza, improvisando tantos argumentos como sea necesario, sin importar su grado de absurdez. Esta segunda práctica, además de sencilla, resulta rentable, lo que condena a la extinción a la primera.
Si hablamos de información (no opinión), encontramos periodistas que intentan contrastar sus informaciones y periodistas que no. La proporción puede ser, fácilmente, de 5-95% respectivamente y estoy siendo inusualmente generoso. La inmensa mayoría considera que contrastar es una práctica de riesgo, pues si ya puede resultar difícil encontrar una fuente que te cuente algo, no digamos ya una segunda que te lo confirme. Es mejor no intentarlo siquiera, no vaya a ser que te echen todo por tierra. Esta segunda práctica, además de sencilla, resulta rentable, lo que condena a la extinción a la primera.
Casi ninguna de las noticias que leemos a diario está avalada por dos fuentes. Eso sí, pregunten a un periodista si se molesta en contrastar sus informaciones y la inmensa mayoría les mentirá y les dirá que sí, que claro, que por supuesto. Una excepción es Gerard Romero, aunque parece que no tanto por sinceridad como por un fuerte desconocimiento de las normas que, se supone, rigen su oficio.
Hace unos días, un espectador de su canal de Twitch ‘Jijantes’ le preguntó abiertamente si no acostumbran a “contrastar la información con diferentes fuentes”. El streamer de la sempiterna gorra le respondió que no acostumbra, pero no en una muestra de humildad, precisamente: “¿Pero qué información hay que contrastar, cuando son los protagonistas los que salen y dicen que las cosas van a suceder? ¿Dónde hay que contrastar más allá de lo que diga un presidente o lo que diga un director deportivo o lo que diga un entrenador?”
@lalibreta le preguntan a Gerard si contrasta la información…
Hacen portavocía pic.twitter.com/wJCEz6brzw— Juanelo (@telodicejuanelo) August 23, 2025
Si ustedes pensaban que el trabajo del periodista consistía en consultar todas las fuentes posibles para acercarse a la verdad y poder contarla, ya ven que no. Por lo visto, es todo mucho más sencillo. Basta con dejar hablar a un presidente, a un entrenador deportivo o a un entrenador y repetir lo que ellos digan, sin cuestionarse nada.
“Lo fácil es apuntar contra nosotros”, lamentaba Romero sobre la responsabilidad de aquellas ‘noticias’ que no se cumplen. Cuando suena la flauta, en cambio, hay que atribuirse todos los méritos. “Lo fácil es que cada uno piense que somos los medios los que llevamos al engaño de las cosas”. Pues claro, Gerard. Los espectadores también tienen la opción de tirar por lo fácil. No es monopolio de los periodistas.