Opinión

Fuegos artificiales con el procés

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Esta semana Esquerra ha tomado una decisión que para muchos es difícil de entender. El PSC le ofreció la posibilidad de quedarse con la presidencia de la mesa del Parlament pero a cambio de un compromiso con la investidura de Salvador Illa. Al final ERC ha decidido con su voto que la presidencia recaiga en Junts. Y esto nos hace recordar otros tiempos que muchos pensábamos que ya no volverían después de la victoria del PSC en las elecciones del pasado 12 de mayo. Hay asuntos internos que pueden explicar esta situación. Las últimas dos elecciones han sido nefastas para los independentistas y necesitaban asegurarse esta presidencia porque es el cargo de mayor relevancia institucional. Además mientras Carles Puigdemont decide si regresa o no para el debate de investidura necesitan a un president de la mesa que esté por la labor. Pero aún sabiendo esto nos sorprendió.

Con la presidencia del Parlament en manos de Junts el candidato socialista Salvador Illa tiene más difícil el camino hacía la investidura. Y lo tiene porque ahora es el president de la mesa Josep Rull quien puede decidir si Puigdemont se presenta como candidato a presidente de la Generalitat y sobre todo si lo hace antes o después de Illa. El orden de los factores aquí si que es importante. A priori parece sensato pensar que a Junts le conviene que Illa vaya primero porque así los de Marta Rovira tendrán que elegir entre medidas de izquierda progresistas o la independencia. Al final el papelón es para ERC como se leyó después de las elecciones de mayo porque es quien se va a tener que mojar con el fantasma de que sea acusada de traición a la causa. Los actuales dirigentes de ERC no tienen nada que ver con Pere Aragonés a quien no le resultaba tan difícil legar a acuerdos con los socialistas.

Son fuegos artificiales con el procés aunque los catalanes hayan votado que quieren jugar otro partido como se preveía desde hace tiempo. Según datos del CEO desde junio del año 2022, el 51,1% de los catalanes no apoyan que Cataluña sea un estado independiente. El máximo se alcanzó en octubre del año 2017 con un 48,6% de apoyo coincidiendo con el referéndum de independencia del 1 de octubre de ese mismo año. Desde julio del año 2019 el no a la independencia supera en apoyos al si. Según los datos del último barómetro del CEO en febrero del 2024, el 51% de los catalanes está en contra de la independencia.

Una vez que se aclare el panorama de la gobernabilidad catalana Sánchez tiene por delante el difícil reto de intentar aprobar unos presupuestos generales del Estado para el año que viene. Ese es el verdadero termómetro, lo que puede dotar de estabilidad política y económica la legislatura y para eso sigue siendo imprescindible el respaldo de Junts y Esquerra. Otro asunto será que pasa finalmente con la amnistía a Puigdemont y cual es su reacción. Los fiscales del procés retan al fiscal general del Estado y llevarán el caso a la junta del ministerio público si el fiscal general les ordena aplicarla. Para estos fiscales solo Marta Rovira y Clara Ponsatí podrían quedar amnistiadas en su totalidad porque solo pesa sobre ellas el delito de desobediencia. Sin embargo entienden que tanto para Puigdemont como para Toni Comín y LLuis Puig, así como para los condenados Junqueras, Jordi Turull, Raül Romeva y Dolors Bassa, el proceso debe seguir abierto porque en su opinión la malversación no puede ser amnistiada. Consideran que el uso de fondos públicos para organizar el referéndum fue un delito de malversación por un enriquecimiento personal y por tanto no puede quedar amnistiado. Pero eso será otro capítulo.