En este 2025 que termina hemos conmemorado el vigésimo aniversario de la ley integral contra la violencia de género, ley pionera y todavía referente tras dos décadas de vigencia. Ha sido un año muy productivo en cuanto a la lucha contra la violencia machista se refiere, ya que el 26 de febrero aprobamos en el Congreso la renovación y actualización del Pacto de Estado en materia de Violencia de Género. Como consecuencia de esa aprobación, han visto la luz varios proyectos de ley y propuestas no legislativas que lo desarrollan.
En el ámbito normativo, destacan dos novedades: la ley que protege a los menores en el ámbito digital, cuya tramitación se ultima en la Cámara Baja, y el proyecto de ley contra la violencia vicaria, pendiente de su aprobación en segunda vuelta en el consejo de ministros tras un período de exposición pública.
Como ocurriera con la ley de cuya aprobación hoy se cumplen 21 años, estas dos nuevas normas apuntan a ser, en cuanto vean la luz, nuevos referentes legislativos a nivel mundial. La ley española fue pionera porque consiguió aglutinar en una única norma un marco de prevención y actuación completo. Ahora, la Unión Europea fija de nuevo su mirada en esta nueva legislación que protege especialmente a los y las menores de edad frente a la violencia de género y sexual que se producen en el entorno digital.
De igual forma, la futura Ley Orgánica de Medidas contra la Violencia Vicaria abrirá nuevos caminos para afrontar una de las formas de violencia de género más monstruosas, la que ejerce el maltratador contra niños, niñas y adolescentes con el fin último de dañar profundamente a sus madres. Además, el anteproyecto amplía el concepto y penaliza como delito específico la violencia ejercida contra el entorno de la mujer que sufre violencia de género, tales como progenitores o hermanos.
Este año, además, se ha puesto en funcionamiento por parte del Ministerio del Interior el denominado VioGén 2, a modo de perfeccionamiento y mejora del Sistema de Seguimiento Integral de los casos de Violencia de Género que existe desde 2007 y cuyo funcionamiento es objeto de imitación por parte de gobiernos de otros países.
La crítica trufada de falacias de que es objeto todo este sistema de leyes, recursos y servicios por parte de la derecha negacionista y trumpista no puede ocultar los resultados que se han obtenido a lo largo del tiempo. Dato mata relato y lo cierto es que los asesinatos machistas han disminuido del orden de un 30% desde que se aprobó, en 2004, la ley integral. Y eso ocurre en un país que está a punto de alcanzar los 50 millones de habitantes, frente a los poco más de 43 millones que había cuando se ratificó la ley.
Desmontar el patriarcado es complejo porque el machismo es estructural y forma parte del sistema. Erradicar su arma más feroz y coercitiva, aquella que utiliza para que su hegemonía perviva, la violencia contra las mujeres en todas sus formas, solo se logrará si somos capaces de persistir en el empeño. Y, sobre todo, si existe un compromiso real de todos los actores de la Democracia para combatir esa violencia. No vale aprobar un Pacto de Estado, como ha hecho el Partido Popular, para luego ceder a la primera de cambio a los deseos de la ultraderecha.
La deriva de los populares en los últimos meses es altamente preocupante porque se traduce, en las comunidades autónomas en las que gobierna, en un claro retroceso en los recursos que ponen a disposición de las víctimas para protegerlas. Y no ocurre únicamente allí donde necesita a Vox para gobernar, porque en Madrid se basta y se sobra la presidenta Ayuso para dejar en la insignificancia la dotación dedicada a estas políticas tan necesarias. El pasado 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Género, a 48 horas de la elección del nuevo presidente de la Comunidad Valenciana, el PP se abstuvo en la votación en el Congreso de los Diputados de una iniciativa del Grupo Socialista que condenaba el negacionismo de Vox. Junts per Catalunya votó en contra.
Ahora que despedimos el año y nos rodean los buenos deseos para el que está por venir, el mío es que preservemos el espíritu con el que, hace solo unos meses, alcanzamos en el Congreso un amplio consenso en la aprobación de un pacto político, institucional y social. Para que algún día podamos erradicar, por fin, el machismo criminal.


