Opinión

PSOE y Gobierno, misma casa en llamas

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Hoy es el día cero del abismo político de Pedro Sánchez. El primer lunes después del escándalo y el shock en el que está sumida la legislatura. Es también lunes de la primera reunión de la Ejecutiva Federal enfrentada ahora a una década de gestión bajo sospecha. Sobre el fondo no hay debate posible. Los audios, las conversaciones, las mordidas y el uso de la prostitución más obscena retrata una organización criminal descarnada con Santos Cerdán a la cabeza, Koldo García como cooperador necesario, y José Luis Ábalos cual puerta de entrada en la cartera con más presupuesto en obras. En palabras de un alto cargo socialista, lo que parece es una banda organizada que planificó asaltar el partido para después asaltar el Gobierno.

Sánchez puede haber sido víctima de sus número dos o corresponsable. En la diferencia radica la responsabilidad política o penal. En ambos casos, es imposible separar la crisis de su persona como presidente y como secretario general. Los corruptos estaban en Ferraz, pero las mordidas salieron de contratos del gobierno. Entre los dos exsecretarios de Organización del PSOE y Sánchez no hay intermediarios. En Ábalos y Cerdán solo hay un escalón por arriba: Pedro Sánchez. Ambos son seña de identidad y ADN de su mandato. Ahora por motivos obvios y, hasta que se hizo público el informe de la UCO, porque le acompañaron en las primarias y le ayudaron a armar el partido al margen de la vieja guardia. Y sobre todo, porque les colocó, defendió y apostó por ellos. Cuando recuperó la secretaría general en 2017, Ábalos estuvo al frente los primeros cuatro años, y Cerdan los cuatro siguientes. El resto, los Patxi López, Óscar López, Antonio Hernando… fueron volviendo poco a poco.

En la salida de Ábalos en 2021, hay otro agujero negro de información. Cuando la vicepresidenta Carmen Calvo y Adriana Lastra quisieron alertar a Sánchez de los desmanes del ministro de Transportes con la prostitución. Sánchez le apartó, puso a Cerdán y desterró a Lastra y Calvo. No fue una ruptura -Calvo preside el Consejo de Estado y Lastra es delegada del gobierno en Asturias- si no una decisión de sacar a las mujeres de la habitación donde no debían estar y dejar a los capos. Influencia de Cerdán, ejecución de Sánchez.

Y otro agujero negro más. Por qué mantuvo a Cerdán hace seis meses, cuando ya habían salido numerosas informaciones que cuestionaban su integridad. Le mantuvo como secretario de Organización y no sabemos si le pidió cuentas por haber traído a Koldo García a Madrid y después meterle en Fomento, como reconoció públicamente. Tampoco ha aclarado si le pidió explicaciones cuando saltaron las actividades de extorsión de la militante Leire Díez, una cloaca que Santos -es decir, el PSOE- no quiso denunciar en público. Ahora sabemos que no lo hizo porque estaba dentro.

Faltan muchas explicaciones en medio del colapso actual. La corrupción estructural organizada por Santos Cerdán ha provocado un fallo sistémico en el corazón orgánico del PSOE. No hay nada que Sánchez pueda hacer para enmendar el pasado. Sobre el futuro, las debilidades acumuladas le dejan en una situación crítica. La primera es su credibilidad como líder. Un presidente conocido por su fortaleza política está cuestionado en su propia naturaleza. Ahora es el presidente nacido de una moción de censura contra la corrupción del PP mientras había corrupción en el PSOE (Cerdán y Koldo llevan años operando como una banda, Ábalos tardó poco en caer).

Sánchez no puede hablar de regeneración democrática. Metió las informaciones que alertaban sobre Santos Cerdán en el paquete de los bulos y pierde así toda autoridad moral para hablar de desinformación. Falló también en la prevención de la corrupción. Sánchez ha pedido perdón y fulminó a Ábalos pero las pruebas son tan explícitas que hacerlo bien era haberlo hecho antes. No puede presumir de cesarles cuando no hacerlo sería un suicidio.

La brutalidad de los audios Ábalos-Koldo-Cerdán es tal, que toda la atención informativa y judicial estará ahí. Sánchez ya no controla la agenda del país ni el mando de la legislatura. Los socios aumentarán la presión para no ser cómplices. E internamente, aumentarán las voces del PSOE que exigirán más explicaciones y cambios drásticos en las Ejecutivas de los lunes y el Comité Federal del 5 de julio. Ya no son “resentidos” antisanchistas -que diría Oscar Puente-, o los García-Page y Felipe González. Son cuadros intermedios de Gobierno, secretarios de federaciones y militantes los que intentarán que el partido no se hunda a cambio de sostener una legislatura herida de muerte. El cuchillo ya ha entrado en su órgano vital, no sacarlo tiene el riesgo de que se pudra; hacerlo provocará una hemorragia.

La debilidad de Sánchez irá en aumento porque la instrucción acaba de empezar; porque el Gobierno vivirá con el miedo de los siguientes capítulos; y porque un presidente que no puede asegurar que su partido no se financia ilegalmente es de una fragilidad extrema. Solo quedan dos líneas rojas para que el momento político sea irreversible. Que Sánchez conociera las posibles mordidas o que aparezca una financiación ilegal que subyace en ciertas actividades de Santos Cerdán.

Lo previsible (si es que esto existe) de cara a septiembre es el bloqueo. Los socios tendrán que reflexionar si votar con el PSOE puede convertirse en tóxico en medio de un escándalo de dimensiones desconocidas. Al otro lado, Alberto Nuñez Feijóo no es capaz de motivar a los socios para una moción de censura y superar el único relato en pie del Gobierno: frenar la llegada de VOX al poder. Mariano Rajoy terminó su mandato con la imagen de un bolso en el escaño y saliendo borracho de un restaurante. El poco margen que le queda ya a Pedro Sánchez es elegir la dignidad con la que quiere acabar el suyo.