Crece la presión interna sobre un Sánchez “abatido”

El presidente sopesa medidas para dar respuesta a la peor crisis de su mandato mientras en el PSOE se instala una moral de derrota

La agenda internacional está a punto de volver a servir de parapeto a Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno y líder socialista, abrasado por la crisis de la supuesta corrupción de su exnúmero tres, Santos Cerdán, pedalea hasta el Comité Federal en el que reformará la Ejecutiva de su partido, en un intento por vender renovación ante la crisis más aguda de sus siete años en La Moncloa.

A tres semanas de la cita en Sevilla (5 de julio), según fuentes del PSOE vuelven a resonar los nombres de la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana y secretaria de Igualdad, Pilar Bernabé, o de Esther Peña, portavoz federal, como valor en alza y posible dirigente a relevar, respectivamente.

También se especula con la posible liberación de María Jesús Montero de la Vicesecretaría General, que compatibiliza con el liderazgo del PSOE andaluz. Pero hay escepticismo sobre las posibilidades de revitalizar el proyecto político del principal partido del Ejecutivo con meros cambios en una cúpula que apenas es conocida fuera del ámbito orgánico. Las presiones internas crecen.

Sánchez se enfrenta al reto de contener la hemorragia, de estudiar y plantear nuevas medidas en el ámbito del Gobierno, y no sólo del partido, como ya le reclaman sus socios. La reacción inicial ha sido intentar cauterizar la herida. Buscar asentar el diagnóstico de que las mordidas que supuestamente organizaba y cobraba Cerdán de adjudicaciones públicas no fueron a parar al partido. De que no hay siquiera indicios de financiación ilegal, el escenario que más preocupación genera. La oposición no renunciará al fuego de artillería, y los socios seguirán apretando para pedir más explicaciones -tienen votos suficientes para forzar la comparecencia del presidente-.

En el PSOE asumen que aún hay mucha información sobre Cerdán por ver la luz, y el momento es crítico para una organización con moral de derrota. Necesita apurar una semana más, llegar con vida a la cumbre de la OTAN en la que se debatirá sobre el incremento del gasto en defensa hasta el 5% del PIB, que España rechaza. Será el 24 y el 25 de junio, la semana siguiente.

Esos días también están marcados en rojo, por otros motivos, en la agenda del Gobierno. El primero comparecerán ante el Tribunal Supremo Koldo García y José Luis Ábalos, en calidad de investigados. El 25 lo hará como testigo el propio Cerdán, número tres del PSOE hasta el jueves.

Y, en paralelo, se prevé que cristalicen las negociaciones con la Alianza Atlántica, con la que el Ejecutivo mantiene un tenso tira y afloja para no elevar aún más el gasto en defensa (ya lo ha disparado al 2% del PIB en 2025, sumando 10.500 millones de gasto extra).

Con Izquierda Unida especialmente tensa ante el estallido del caso Cerdán, y amenazando con salir del Ejecutivo si se incrementa aún más el gasto en defensa, en el PSOE dan por hecho que esta cita acaparará buena parte de los focos.

No podrá evitar que Cerdán cope la mayoría de cámaras y micrófonos, pero el pulso con la Alianza Atlántica también tendrá un hueco en la agenda. Después vendrá el Consejo Europeo (26 y 27 de junio), y Sánchez no tendrá opción de comparecer ante la Cámara Baja antes de julio.

Levantar el ánimo del partido a pulso

El Gobierno lleva cerca de un mes sin capacidad de marcar la agenda pública, sin pulso político. Y se encamina a una nueva semana en la que, dada la dificultad para atar apoyos, no llevará ninguna iniciativa de peso al Congreso de los Diputados. Margarita Robles dará la cara el jueves, para explicar los contratos armamentísticos de España con Israel y sus empresas. Es un tema que les erosiona, pero la corrupción es aún peor.

A falta de que el Tribunal Constitucional se pronuncie sobre la ley de amnistía, a finales de mes, o del avance de las causas que afectan a la familia del presidente o al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, las próximas semanas están marcadas por la incertidumbre. Intentaron remontar, e inicialmente preveían retomar las reuniones de maitines en La Moncloa, el próximo lunes. Ahora, todos sus pasos se escriben entre interrogantes.

“En dos años es posible levantarse un poco”

 En el PSOE se da por hecho que Sánchez sopesará otras medidas para dar respuesta a la crisis generada por Cerdán. En las filas del socio minoritario apuntan a lo propio. Fuentes de Sumar en el Gobierno reconocen que la fase que hoy se abre es dura, y que los próximos pasos a seguir dependen de los futuros hallazgos en la investigación

Algunos de los aliados empiezan a señalar que la Cámara debería refrendar o retirar su confianza en el presidente, y en el socio minoritario no descartan que, a medio plazo, Sánchez se someta a una cuestión de confianza. “Nos puede sorprender con el siguiente movimiento, está en su naturaleza”, asumen.

La “confianza” en el PSOE está rota, como diría el ministro de Cultura, Ernest Urtasun. Sin embargo, esto no significa que hoy contemplen romper la coalición, por más que haya voces que puedan amagar con este escenario. La idea sigue siendo apurar la legislatura, esperando que el contexto internacional les sirva para recuperar impulso: “Trump, la disputa de Ayuso a Feijóo, la seguridad en la UE, la vivienda”, enumeran.

En el PSOE ven abatido al presidente, pero aún hay voces que afirman que hay partido. En Sumar son menos optimistas: “En dos años, es posible levantarse un poco y que tu contrincante se hunda otro poco”, apostillan.

Hasta el jueves, en el PSOE se daba por hecho que la coalición de partidos de Yolanda Díaz era el eslabón débil de cara a reeditar la coalición tras unas elecciones. Apostaban fuerte por la continuidad de sus propias siglas. Ahora, sin embargo, ninguno de los dos socios tiene motivos para presumir: “Si las elecciones fueran hoy, habría poco que hacer”.