El magistrado del Tribunal Supremo Ángel Luis Hurtado ha procesado al fiscal alfa del Reino de España, Álvaro García Ortiz, Pequeño Saltamontes de Dolores Redondo de Garzón y Renfield fidelísimo de Pedro Sánchez, por un delito de revelación de secretos contra el novio de Isabel Díaz Ayuso, Alberto González Amador. El juez, que apuntilló este lunes una instrucción abierta en octubre, considera que existen indicios suficientes para sentar a Alvarone en el banquillo por filtrar correos que la defensa de González Amador envió a la Fiscalía para cerrar un acuerdo en la causa que se sigue contra él por fraude fiscal.
Para Hurtado, García Ortiz actuó bajo “indicaciones recibidas de Presidencia del Gobierno” para “ganar el relato” frente a la información de El Mundo, publicada “a las 21:29 horas del 13 de marzo de 2024”, en la que indicaba que la Fiscalía ofrecía un acuerdo de conformidad a González Amador. El fiscal, presuntamente, y la fiscal jefe provincial de Madrid, Pilar Rodríguez, facilitó a periodistas de la cuerda un correo del 2 de febrero de 2024 que la defensa de Amador remitió a la Fiscalía ofreciendo un reconocimiento de delitos fiscales a cambio de cerrar un pacto de conformidad. “Presidencia del Gobierno”, reza el auto, “pudo disponer de él, al menos, a través de Pilar Sánchez Acera, con la finalidad de utilizarlo políticamente frente a la pareja del titular de esos datos personales y secretos, la Presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid”.
Rebobinemos: en marzo del año pasado, García Ortiz ordenó a la fiscal superior de Madrid, Almudena Lastra, que distribuyera un comunicado de prensa desde su gabinete de comunicación con todos los detalles del pacto que el novio de Ayuso negociaba con la Fiscalía de Delitos Económicos de Madrid; en octubre, la Sala Segunda del Supremo decidía por unanimidad abrir diligencias de investigación contra este señor de Salamanca que ejerció durante casi veinte años en Galicia, ascendido por Dolores Delgado a fiscal de Sala y designado fiscal general en julio de 2022 después de que su predecesora anunciara su dimisión por razones de salud. Ya puestos, recordemos también que, nada más ser elegido, el CGPJ concluyó, también por vez primera en su historia, que no era idóneo para el cargo, y que el Supremo anuló el nombramiento de Delgado como fiscal de Sala de lo Militar alegando “desviación de poder” por parte de García Ortiz. Los escándalos se le caen de los bolsillos al hombre.
La situación es, en efecto, insólita para un Estado de derecho, pero Sánchez disfruta coleccionándolas. La derecha le exige que dimita al primer fiscal envuelto en una investigación penal, mientras el Gobierno, encarnado en el reaparecido Félix Bolaños, le ha trasladado nuevamente su “confianza plena”. García Ortiz se deja los codos estudiándose el Manual de resistencia que firmó el marido de Begoña Gómez y escribió Irene Lozano y busca palco VIP en “el búnker”: este lunes también supimos que el líder del Ejecutivo ha llamado a los suyos a la “resistencia total”; la semana pasada, Vozpópuli recogió las supuestas palabras textuales de un ministro no nombrado a un redactor: “Nos suda la polla, vamos a aguantar lo que sea, salga lo que salga y se destruya lo que se destruya”. Como si, a estas alturas, alguien lo dudara.
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