Es llamativo. Este miércoles será la primera vez, desde que gobierna Pedro Sánchez, que el Rey hablará en la Asamblea de Naciones Unidas. Si Felipe VI ha intervenido en más ocasiones -lo hizo en 2014, 2015 y 2016-, lo cierto es que el jefe del Ejecutivo no había encontrado oportunidad para que volviera a hacerlo. Hasta ahora.
El momento que Sánchez ha escogido para que el Rey hable en nombre de España detrás del atril ante la Asamblea General de las Naciones Unidas es cuando el país ha consolidado una acción exterior marcadamente hostil hacia dos gobiernos: el de Donald Trump en Estados Unidos, y el de Benjamin Netanyahu en Israel. Países que, además, van de la mano.
La agenda de Jefe de Estado y Jefe de Gobierno en Nueva York es descriptiva por sí misma. En la recepción que el presidente Trump ofreció este martes en el hotel Lotte New York Palace, ha sido el Rey quien se ha hecho la foto con el presidente estadounidense y la primera dama, Melania Trump, ya que será él quien asista. Al encabezar la delegación, la invitación la recibe el Monarca, y Sánchez evita las imágenes de un saludo que sería viral y repleto de interpretaciones. Una de las ocasiones incómodas en las que Sánchez saludó a Trump fue en la cumbre del G-20 de 2019 y éste le indicó que se sentara, o en la última cumbre de la OTAN, tras negarse Sánchez a cumplir el objetivo del 5%.

Con unas relaciones claramente hostiles -no han sido escasas las ocasiones en que Trump ha dicho que España es un problema-, el presidente se ha desmarcado de la línea de saludo y asistido al evento “Democracia libre”, organizado por líderes de la izquierda. Entre ellos, el de Uruguay, Brasil, Colombia, y Chile.
La Corona, una forma de normalizar relaciones
Este medio ya informó de que en el mes de marzo, Moncloa compartió con un grupo de empresarios la conveniencia de reactivar la visita de Estado de los Reyes que se suspendió por la pandemia y así suavizar relaciones con la administración Trump a través de Felipe VI. La atracción de Trump hacia las monarquías es algo fácilmente palpable. El primer paso que dio el primer ministro inglés, Kair Starmer, tras la investidura del presidente, fue invitarle en viaje de Estado, que ha tenido lugar la pasada semana de septiembre.

En el momento en que se produjo la conversación, fuentes empresariales cercanas al Ejecutivo de Sánchez informaron de que los miembros del Gobierno pusieron sobre la mesa, con preocupación, el hecho de que el presidente estadounidense hubiese incluido a España dentro de los BRICS -grupo de potencias emergentes entre las que se encuentra China-, confundiera a los españoles con los latinoamericanos, o exigiera a los países europeos llegar al 5% del gasto. También se miró con cierta intranquilidad el hecho de que Marruecos sea un aliado preferente para EE UU -España alberga las bases estadounidenses de Rota y Morón-, inquietud que se mantiene a día de hoy, máxime cuando Israel es un socio preferente para el reino alauí.
La tensión se recrudece
Desde entonces hasta la fecha, las relaciones bilaterales se han recrudecido. El motivo más reciente es el posicionamiento anti israelí que ha fijado el Gobierno y que busca dar solidez estatal a través del Monarca. Los Reyes hicieron un viaje de Estado a Egipto después de la visita del presidente Abdelfatá Al Sisi a Madrid, momento en que ambos gobiernos firmaron un acuerdo de cooperación estratégica en Oriente Próximo. Desde Egipto, el Rey ha refrendado la postura del Ejecutivo -como es su papel constitucional-, y apostó por la creación de un Estado palestino “viable”.

Acercamiento a China
Y el otro frente es nuestro acercamiento cada vez más pronunciado a China bajo el pretexto del Ejecutivo de reforzar el multilateralismo. Si el viaje de Sánchez al gigante asiático tras la política arancelaria de Trump no sentó bien a la administración estadounidense, la operación del Gobierno con la empresa tecnológica Huawei, por la que el ministerio del Interior ha firmado la adjudicación de un contrato por valor de 12,3 millones de euros, ha aumentado este rechazo. El objetivo es de este sello es encargar a la compañía la custodia digital de las escuchas policiales ordenadas por jueces y fiscales. “Al utilizar a un conocido agente del Partido Comunista Chino para recopilar y almacenar cantidades insuperables de datos sensibles, España se ha vuelto vulnerable a claras amenazas a la seguridad y la soberanía, no solo de sí misma, sino también de sus aliados en todo el mundo”, afirmó Rick Crawford, miembro del Comité Permanente de Inteligencia de la Cámara de Representantes.