La decisión de Alberto Núñez Feijóo de adelantar el congreso nacional del Partido Popular al verano no ha sorprendido a los analistas, que lo interpretan como un movimiento con interesantes lecturas. “Tiene sentido”, señala Javier Lorenzo, politólogo, profesor y decano de la Universidad Carlos III. “Es coherente con la idea de presionar al Gobierno con el argumento de que no existe estabilidad. El PP necesita estar preparado por si hay un adelanto electoral”.
A esa lógica se suma, según los expertos, una razón interna: blindar la dirección. “Feijóo no está cuestionado, pero hay cierta tensión interna que debe aplacar antes de que crezca”, añade Lorenzo. “El partido ha sido históricamente muy leal a sus líderes, y esto es una forma de renovar apoyos antes de que surjan problemas”. En esto está de acuerdo Ignacio Jurado, politólogo también, que cree que el congreso puede actuar como un “espaldarazo” para un líder que, “sin tener una gran popularidad”, debe dirigir una organización en la que “algunos barones le hacen frente”.
Supresión de las primarias
Uno de los puntos más polémicos será previsiblemente la supresión de las primarias. Aunque en Génova todavía no han desvelado la fórmula, todo apunta a que Feijóo quiere que el futuro del partido quede en manos de los compromisarios. Para Jurado, el cambio es lógico. “Es un sistema totalmente disfuncional. Ya ocurrió con Pablo Casado, que no fue el más votado por la militancia. Tienen que decidir si votan los compromisarios o vota la base”. Aun así, admite que va a contracorriente: “Todos los partidos, de izquierda a derecha, están instaurando primarias. Lo que era la excepción, ahora es la norma en las democracias consolidadas”.
Lorenzo también lo enmarca en el tipo de liderazgo que representa Feijóo. “Es muy clásico, muy tradicional. Su dirección no se ha renovado generacionalmente, y no parece cómoda con un modelo que no controla”. Belén Agüero, politóloga, cree que el cambio solo será aceptado si el proceso garantiza transparencia. “La clave es asegurar la legitimidad de los cargos y que la participación sea real”.
¿Qué relación mantener con Vox?
A partir de ahí, los analistas apuntan a los grandes retos políticos que afrontará el PP en su congreso: definir una estrategia clara frente a Vox y construir un discurso propio que lo diferencie tanto del Gobierno como de la extrema derecha. “En muchos temas polarizados es Vox quien marca la agenda”, advierte Agüero. “Eso puede provocar una pérdida de identidad del PP si no define una línea clara”.
Jurado coincide. “Sobre aborto, eutanasia, valores… compite con Vox, pero no gana. Tiene que llevar el foco a cuestiones como la corrupción, la ineficacia del Gobierno o la gestión del poder”. Para él, esa es la vía para consolidarse como alternativa real. “Ahí es donde Vox aún no ha conseguido entrar”.
¿Qué hacer en política internacional?
En política internacional, los expertos piden claridad. “El PP tiene que decidir si se mantiene en el europeísmo moderado o si se acerca a las posturas más radicales para frenar a la derecha que crece en Europa”, plantea Lorenzo. Jurado lo ve como una oportunidad: “En temas internacionales, Vox tiene posiciones impopulares. Un PP moderado y crítico con Trump se diferencia fácilmente y conecta con lo que la mayoría quiere”.
Lo que está en juego, más allá de nombres y fechas, es la construcción de un proyecto creíble. “No basta con ser oposición”, concluye Agüero. “Hay que ofrecer una alternativa real, ilusionante y con una narrativa propia”.