Conferencia de presidentes

Los presidentes del PP siguen a Page y piden elecciones, pero Sánchez se niega

La reunión acaba sin resultados y con polémica por el uso de pinganillos para dar cabida a las intervenciones en catalán y euskera

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), acompañado por las vicepresidentas primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero (c, detrás), y segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz (i, detrás), momentos antes del inicio de la XXVIII Conferencia de Presidentes que se celebra este viernes en el Palau de Pedralbes, en Barcelona
EFE/Alberto Estévez

Tal y como sospechaba el presidente de Islas Canarias, Fernando Clavijo, la XXVIII Conferencia de Presidentes celebrada este viernes en Barcelona no ha dejado ningún acuerdo entre el Gobierno y las Comunidades Autónomas. Normal que fuera así, puesto que no se había trabajado previamente para sellar resultados. Así que la Conferencia acabó siendo el escenario del pulso político que mantienen PSOE y PP a nivel nacional. No hubo avances ni en políticas de vivienda, ni en las de financiación ni en inmigración —por citar tres asuntos capitales—, pero sí que hubo un intenso duelo, primero en los saludos iniciales y luego en el interior de Palau de Pedralbes.

Los presidentes autonómicos del PP tenían claro su guion. Prácticamente lo dejó hecho esta semana el presidente de Castilla La Mancha, el socialista Emiliano García-Page, cuando pidió este miércoles al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que adelantara las generales a las autonómicas para evitar un castigo en clave nacional sobre los hombros de las comunidades. “Estamos en un laberinto sin salida”, dijo Page en alusión a los escándalos de corrupción y guerra sucia que se amontonan sobre las siglas del PSOE para implorar una salida en las urnas.

Los barones del PP se sumaron, sin dudarlo, al camino de Page y de manera coordinada aprovecharon sus intervenciones en la Conferencia de Presidentes para pedir elecciones anticipadas ante la situación política y los casos de corrupción que rodean al Gobierno.

Abrió el fuego la presidenta de Cantabria, María José Sáenz de Buruaga, pidiendo al jefe del Ejecutivo una reflexión “porque no se puede gobernar en contra de la mayoría de los ciudadanos de este país” y lamentando que no haya existido un trabajo previo a la Conferencia. “Sin una mínima preparación ni debate que facilite el acuerdo y todo hace presagiar que va a concluir sin ningún acuerdo“, dijo, y deplorando luego “el agotamiento, la parálisis y la decadencia institucional, por la forma de conducirse de un Gobierno que no tiene mayoría social ni parlamentaria para hacer funcionar las instituciones”.

“Esto no da más de sí”

“Creo que esto no da más de sí y que la única salida en este momento es disolver las Cortes Generales, convocar elecciones y dar la voz a los ciudadanos en las urnas”, pidió. Los presidentes autonómicos del PP, mayoritarios en la Conferencia (11 de los 17) siguieron este mismo hilo de pedir el fin de la legislatura y la convocatoria electoral, pero Sánchez se negó: “La intención del Gobierno es respetar los tiempos de la democracia y celebrar las próximas elecciones en el año 2027, cuando tocan”.

La Conferencia de Presidentes dejó también la huella de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que primero protagonizó un encontronazo en el saludo con la ministra de Sanidad, Mónica García, (“¿Quieres dar un beso a una asesina?“), y luego consumó su amenaza de levantarse de la sala de la reunión al comenzar el lehendakari, Imanol Pradales, a hablar en euskera —y obligar al resto de presidentes a usar el pinganillo— en vez de hacerlo en castellano. El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, anfitrión de la cita, también realizó su intervención íntegra en catalán. Acabados los discursos en lenguas cooficiales, Ayuso regresó al ring y aprovechó su posterior intervención defendiendo el español.