La temporada ideal para disfrutar de mandarinas se extiende desde noviembre hasta marzo, pero no basta con comprarlas en cualquier frutería: elegir las más frescas marca la diferencia tanto en sabor como en nutrientes.
Aunque la firmeza del fruto sigue siendo un buen indicador —una mandarina fresca debe sentirse firme, aunque no dura como una piedra, ya que eso indicaría que todavía está verde—, existe un truco infalible que facilita la elección sin tener que apilar o tocar todos los frutos.
Fíjate en las hojas
Si el fruto conserva sus hojas verdes, es un signo claro de frescura. Esto se debe a que las hojas se marchitan y se caen rápido, por lo que su verdor indica que la fruta fue cosechada hace poco tiempo. Además, las hojas verdes hacen más fácil identificar cuáles mandarinas son más recientes dentro de la caja, evitando que nos llevemos las que llevan más tiempo almacenadas.
No obstante, no tener hojas no significa necesariamente que la mandarina esté vieja o en mal estado. Algunas fruterías prefieren venderlas sin follaje porque las hojas pueden retener humedad y acelerar el deterioro del fruto. En cualquier caso, un par de días después de la recolección, las hojas aún mantienen su color, por lo que sirven como referencia confiable.
Otros errores comunes al elegir mandarinas
A menudo, los consumidores se guían por el color o el tamaño para elegir sus mandarinas, pensando que los tonos más intensos o los frutos grandes son siempre mejores. Sin embargo, esto no siempre garantiza calidad: las mandarinas con golpes, cortes o manchas tienden a echarse a perder antes. Además, el simple hecho de que una fruta luzca brillante no asegura que esté jugosa o en su punto.
Cómo aprovechar al máximo las mandarinas
Una vez seleccionadas las mejores piezas, lo ideal es consumirlas gajo a gajo, ya que así se aprovechan al máximo su fibra y sus vitaminas. No obstante, algunas variedades también son perfectas para zumo. En ese caso, conviene elegir frutas compactas, con piel fina y con buena cantidad de jugo.
Pero el consumo de mandarinas no se limita a comerlas solas o en zumo. Son un excelente complemento para ensaladas, aportando un toque cítrico y refrescante, especialmente si se combinan con verduras y frutas de diferentes colores. También pueden incorporarse a postres caseros, como tartas, bizcochos, flanes o crepes, añadiendo aroma y sabor sin necesidad de grandes cantidades de azúcar.

