Infancia

¿Qué hacer para manejar una rabieta con paciencia?

Estas actitudes son normales en el desarrollo infantil, pero hay momentos claves para hacer entender a los infantes que hay cosas que no se deben hacer

Niña con rabieta
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Hay veces en las que poner límites a los niños puede ser complicado, especialmente cuando descubren el poder de una rabieta. Pero, este tipo de actitudes son normales en los años de desarrollo de un niño, que van desde el uno a los cuatro años de edad, de acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés).

Una rabieta puede ir desde los llantos y los gritos, hasta las patadas y el negarse a todo. Ante este tipo de actitudes, la pediatra del Hospital Quirónsalud Sur, Ana García Figueruelo, explica que hay que mantener la calma.

Por qué ocurren las rabietas

La doctora explica que las rabietas forman parte del desarrollo emocional de los pequeños. “El cerebro del niño se está formando desde el principio, pero es a esta edad cuando intentan desarrollar y expresar sus emociones”, asevera la experta.

La médico también explica que los niños empiezan por fin a poder tener un poco más de autonomía física pues es cuando comienzan a andar, correr e incluso subir escaleras y saltar. Pero es diferente con la autonomía verbal, puesto que no saben aún cómo expresarse de manera adecuada. “A esta edad se les empieza a poner límites, los cuales a veces no terminan de comprender”, asegura.

Es aquí cuando se dan las rabietas, ya que los niños se frustran al no saber por qué existe un límite que no deben pasar. “Por un lado, puede moverse físicamente, pero en cambio no puede expresar verbalmente lo que quiere o lo que siente”, describe Figueruelo. Es aquí cuando comienzan a llorar, gritar y patear.

Cómo manejar una rabieta

Es importante no perder la calma y no solamente para uno mismo, sino que se debe transmitir la calma a los pequeños.

No solamente esto, sino que se deben validar las emociones de los niños, ya que demuestran la comprensión del adulto. “Podemos usar frases como: ‘entiendo que estés enfadado, pero así no se consiguen las cosas’”, recomienda la experta.

Darle unas cuantas opciones a un niño es importante pues el adulto no dicta de manera tajante las instrucciones y los pequeños logran elegir y siguen teniendo una suerte de autonomía.

Finalmente, cuando se pasa la rabieta y tanto los adultos como los niños estén en calma, es importante formar un diálogo. De esta forma se logra explicar el porque de la situación, así como también es otra forma de intentar validar sus emociones y poder evitar más rabietas en el futuro.

No ceder ante una rabieta

A pesar de que las rabietas son una parte importante de la formación emocional de los niños, es imprescindible no ceder ante ellas. Al no ceder, no se perpetúan este tipo de actitudes y además van comprendiendo dónde se encuentran los límites para ellos. “Es una ocasión ideal para ayudarles a gestionar sus emociones”, finaliza la doctora Figueruelo.

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