A fondo

Efecto Werther y el riesgo de romantizar el suicidio: “Existe contagio social”

La información sensacionalista aumenta y mantiene las tasas de suicidio hasta diez días después

Las penas del joven Werther, de Goethe

El término efecto Werther se acuñó tras la publicación de la novela de Goethe Las penas del joven Werther, en 1774, cuyo protagonista termina quitándose la vida al ser rechazado por su amada, Lotte. Tuvo un éxito inmediato y se convirtió en obra de culto: su traje -botas altas, pantalones, chaleco amarillo y frac azul- fue tendencia en la época y se pusieron a la venta numerosos objetos inspirados en ella. No solo eso. Muchos lectores interpretaron la novela como una invitación a imitar la decisión de su protagonista y se notificaron varios casos de suicidios por amor, lo que llevó a prohibirla en algunos países. Lo más irónico es que para Goethe fue una obra catártica, una manera de liberarse de su propia desesperación.

Realmente nunca se pudo demostrar de manera concluyente, pero hay estudios suficientes para confirmar que existe esa llamada al suicidio tras la difusión de algún caso, no solo en jóvenes con el corazón roto. En 1987, tras el suicidio de la cantante Dalida, se observó un aumento de casi el 25% en los suicidios entre mujeres de 45 a 59 años. El mismo fenómeno con la muerte del cantante Kurt Cobain, en 1994. En las semanas posteriores, muchas personas de la misma edad se quitaron la vida, lo que corroboró el efecto Goethe.

Kurt Cobain. Shutterstock
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El suicidio de Robin Williams multiplicó por mil los pensamientos suicidas

También en 2014, la tasa de suicidios entre los estadounidenses aumentó drásticamente después de la muerte de Robin Williams. El riesgo de que alguien sin pensamientos suicidas previos los desarrollara se multiplicó por mil. Se triplicó en quienes ya tenían ideación suicida. Durante décadas, se impuso el silencio ante el suicidio. Era una palabra proscrita. Hoy las noticias copan artículos, tertulias, redes sociales…
Abrumados por el suceso de Jaén, se están revelando detalles que podrían incitar a una peligrosa glorificación del suicidio. De hecho, hemos escuchado algún relato romántico que podría llevar a sublimar esta forma de morir, cuando, sin duda, es una de las más trágicas y más compleja de explicar. Teniendo en cuenta las tasas crecientes de suicidio adolescente, ¿podríamos estar ante un nuevo efecto Werther? ¿Qué responsabilidad tenemos los medios de comunicación?

Jesús Rivero, psicólogo experto en conducta suicida, opina que el riesgo de un efecto Werther (contagio o copycat) es actual y relevante, potenciado por la velocidad de las redes sociales. “Se ha observado que, tras reportajes sensacionalistas, las tasas de suicidio pueden aumentar y mantenerse altas hasta diez días después. Sin embargo, los medios tienen el poder de activar el efecto Papageno, es decir, la prevención a través de la comunicación responsable, porque de esta comunicación depende un tercio de la prevención”.

Contribuir al daño o salvar vidas

Natalia Lorenzo, psicóloga experta en crisis y emergencias, dice que existe riesgo de contagio social “cuando los casos se cubren con detalles, dramatización o enfoque heroico”. Y confirma el efecto Papageno que menciona Rivero: “Cuando los medios cuentan historias de superación, de búsqueda de ayuda y de recuperación, favoreciendo que otros encuentren alternativas”.

La psicóloga aconseja prudencia a la hora de informar y enorme responsabilidad: “No publicar detalles del método ni del lugar, no romantizar ni explicar la historia como un acto inevitable, no usar titulares sensacionalistas y sí incluir información sobre recursos de ayuda y líneas de prevención y citar a profesionales especializados”. Propone, además, visibilizar historias reales de apoyo, tratamiento y superación. “Los medios tienen un papel crucial: pueden contribuir al daño o pueden salvar vidas”.

Pautas para hablar del suicidio

Rivero nos remite a guías como la de la OMS, la del Ministerio de Sanidad o la de la asociación Papageno En mis zapatos. A modo de resumen, nos indica qué evitar:

  • Detalles del método y lugar: nunca describir cómo se hizo ni dónde. Esto funciona como manual de instrucciones.
  • Simplificación causal: titulares como “Se suicidó por acoso” o “por un suspenso”. El suicidio nunca tiene una única causa. Presentar una relación causa-efecto simple valida la muerte como solución a problemas comunes.
  • Notas de despedida: no publicar su contenido. Romantiza la voz póstuma.
  • Lenguaje estigmatizante: eliminar la expresión “cometer suicidio” (asociado a delito/pecado) o “suicidio exitoso”. Usar “muerte por suicidio” o “falleció por suicidio”.
  • Imágenes sensacionalistas: Evitar fotos de ambulancias, lugares de la tragedia o primeros planos de duelo.

Al contrario, sí deberíamos potenciar el efecto Papageno:

  • Historias de superación: dar voz a quienes pidieron ayuda y salieron adelante. Mostrar que el dolor es temporal.
  • Recursos de ayuda: incluir siempre, de forma muy visible, teléfonos como el 024, el 112 o el Teléfono de la Esperanza. Preferiblemente al inicio y al final de la noticia.
  • Enfoque de salud pública: tratarlo como un problema prevenible, no como un suceso morboso.
  • Empatía social: recordar que detrás de cada dato hay familias y seres queridos. Comunicar desde el respeto y la responsabilidad.
  • La estrategia de la OMS “Vivir la Vida”: limitar el acceso a los medios letales, interactuar con los medios de comunicación para una información responsable, fomentar aptitudes socioemocionales en adolescentes y, por último, detectar, evaluar y tratar tempranamente.

Recursos de ayuda: Línea de atención a la conducta suicida (024): Gratuito, confidencial, 24h /Teléfono de emergencias: 112 / Teléfono de la Esperanza: 717 003 717/ Asociación de Profesionales en Prevención y Postvención del Suicidio.

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