En el interior de la provincia de Badajoz, Extremadura, y muy cerca de la frontera con Portugal, se esconde un lugar que desafía las convenciones, un pueblo con una particularidad única. Lejos de destinos similares masificados, la magia medieval envuelve este lugar con uno de los castillos mejor conservados de España.
El municipio extremeño con uno de los castillos mejor conservados de España
Se trata de la localidad de Albuquerque. Es un municipio de unos 5000 habitantes, a unos 45 kilómetros de Badajoz capital provincial. Se trata de un pueblo con registros prehistóricos, con numerosos hallazgos arqueológicos. Enclavado en la sierra de San Pedro, en su horizonte destaca su principal tesoro: el Castillo de Albuquerque. Es uno de los pocos castillos en España que aún conserva íntegramente su imponente torre del homenaje y un gran porcentaje de su estructura original.
Esto permite una inmersión total en la historia medieval al visitante. Pero lo que lo hace verdaderamente excepcional es que su silueta parece emerger directamente de la roca de la sierra, fusionándose con el paisaje de una manera casi orgánica. Como si la naturaleza misma lo hubiera erigido.
También llamado Castillo de Luna por Álvaro de Luna, uno de sus principales constructores, es Bien de Interés Cultural desde 1933. Data del siglo XIII, con una gran reconstrucción en el siglo XV. Al recorrer sus pasadizos y sus imponentes salas, casi se sienten aún los ecos de siglos de historia, batallas y festines. La torre del homenaje, una de las mejor conservadas de todo el país, ofrece unas vistas panorámicas espectaculares de la sierra y de la dehesa extremeña, esencia más pura de la región. Es un lugar ideal para los amantes de la fotografía y la historia, ofreciendo un escenario único en Extremadura.
Qué más hacer en Albuquerque
Pero la magia del lugar no termina en el castillo. El pueblo de Alburquerque, con sus calles empedradas y su arquitectura tradicional, complementa a la perfección la visita. Recorrer el barrio de Villa Adentro, con calles y casas de mampostería y de granito, es como retroceder en el tiempo al medievo. También da ese sentimiento el pasear por su judería con los restos de la muralla del castillo, con sus casas encaladas y sus balcones floridos.
La Iglesia de Santa María del Mercado, con un origen incierto (aunque hay quien sitúa su origen en el siglo XV), con sus capillas y su retablo mayor renacentista, también vale la pena la visita. Se abre al público los sábados y los domingos por la tarde. A pocos kilómetros, pero aún dentro del término municipal, se encuentran el Santuario de Nuestra Señora de Carrión y el Castillo de Azgala. El segundo se encuentra abandonado, pero el primero es realmente acogedor y está en medio de un bonito paisaje. Explorar la sierra también será una grata experiencia.
No debe perderse la oportunidad de probar la rica gastronomía local, con embutidos ibéricos de primera calidad y platos contundentes que reponen energías después de explorar el castillo. En definitiva, Alburquerque, su castillo y sus monumentos son una joya oculta de Extremadura. Un destino que combina historia, naturaleza y autenticidad.