La tragedia no da tregua en las costas canarias. En las últimas horas, El Hierro ha recibido cuatro cayucos con un total de 284 personas a bordo. Seis de ellas no lograron sobrevivir a la travesía, tres lo hicieron desde Noadibou y la última desde Nuakchot, capital de Mauritania, dejando una vez más patente el drama humano que se vive en la ruta atlántica con destino a Canarias.
El primer cayuco llegó al puerto de La Restinga el martes a las 21:18, auxiliado por la Salvamar Adhara. A bordo viajaban 67 personas: 46 hombres, 9 mujeres y 12 menores provenientes de Malí, Egipto, Senegal y Guinea-Bisáu. Habían partido hace cuatro días desde Nuakchot en condiciones extremas. Dos horas después, la misma Salvamar rescató a un segundo cayuco a 15 kilómetros de El Hierro, con 74 personas a bordo, entre ellas 69 hombres, 3 mujeres y 2 niños, procedentes de Malí, Senegal y Costa de Marfil. También llevaban cuatro días en el mar.
La llegada más dura fue la del tercer cayuco, que alcanzó el puerto a las 00:15 del miércoles con 81 hombres de Malí, Senegal, Bangladés y Gambia. Cuatro de ellos murieron durante el viaje y el quinto entró en parada cardiorrespiratoria al ser desembarcado y no se pudo hacer nada para salvar su vida. Doce personas tuvieron que ser evacuadas al hospital y otras doce fueron atendidas en el muelle por el grave estado de salud que presentaban. La cuarta embarcación fue interceptada por la Guardamar Polimnia a 93 kilómetros de la isla. Entre sus 62 ocupantes, uno no logró sobrevivir.
Un drama con cifras récord
Estas llegadas se producen en un año que ya ha roto todos los récords en la historia de la migración hacia Canarias. Con 41.425 personas arribadas hasta noviembre, 2024 ha superado las cifras de 2023 y se consolida como el peor año de esta crisis humanitaria. Este flujo constante ha llevado al límite los recursos de acogida en las islas. Centros desbordados, personal sanitario y de rescate agotado, y una población que, aunque solidaria, siente el peso de una gestión que parece no tener fin. En El Hierro, con infraestructuras limitadas, la situación es especialmente crítica.
Mientras tanto, las soluciones políticas siguen siendo insuficientes. El Gobierno de Canarias ha reiterado sus llamamientos a Madrid y a Bruselas para una respuesta urgente. Sin embargo, las negociaciones para reformar el artículo 35 de la Ley de Extranjería están estancadas, dejando a las islas gestionando esta crisis prácticamente solas. La falta de acuerdos y la lentitud en la implementación de medidas estructurales para abordar las causas profundas de la migración han convertido a Canarias en una zona de emergencia permanente.
Lo ocurrido esta noche recuerda el naufragio del pasado 29 de septiembre, cuando un cayuco volcó en aguas canarias dejando al menos nueve muertos y más de 50 desaparecidos. Aquella tragedia sacudió al mundo, pero no logró detener las cifras crecientes de personas que arriesgan todo en esta ruta. Desde entonces, las llegadas no han cesado y el Atlántico sigue cobrando vidas. Mientras no haya un conceso a nivel europeo para buscar soluciones a las crisis en los países de origen, estas tragedias continuarán repitiéndose en un ciclo interminable. El Hierro, como tantas otras veces, se convierte en el epicentro de una crisis que exige respuestas inmediatas, pero sobre todo humanas.
La crisis migratoria sin solución
La crisis migratoria que golpea con fuerza a Canarias y Ceuta sigue sin encontrar una respuesta política coordinada. La reunión celebrada la semana pasada en Madrid entre el Gobierno de España, el principal partido de la oposición, el Partido Popular (PP), y los presidentes autonómicos de Canarias y Ceuta terminó sin acuerdos concretos. Las posturas irreconciliables, especialmente la negativa del PP a respaldar la reforma del artículo 35 de la Ley de Extranjería, reflejan un bloqueo político que agrava una situación humanitaria insostenible.
El encuentro, convocado con el objetivo de buscar soluciones que alivien la presión migratoria en las fronteras españolas, dejó un sabor amargo entre los asistentes. El presidente de Ceuta, Juan Jesús Vivas, presente en la reunión describió un clima de frustración, con reproches cruzados entre los representantes del Gobierno, como la ministra de Infancia, Sira Rego, y el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, con el representante del PP, Miguel Tellado. El presidente de Canarias, Fernando Clavijo, se marchó profundamente enfadado y evitó dar declaraciones.
La oposición se mantiene firme en su rechazo a la reforma propuesta, lo que muchos interpretan como parte de una estrategia para evitar cualquier acuerdo con el Ejecutivo actual, más allá del contenido de la reforma en sí.
La propuesta del Gobierno incluye cambios en el marco legal que permitirían una mayor coordinación entre las comunidades autónomas, la reubicación de migrantes en todo el territorio nacional y la agilización de los procesos administrativos para las personas recién llegadas. Pero lo que mantiene en vilo a los territorios que sufren las llegadas es el reparto solidario de los menores migrantes. En Canarias ya es insostenible y las comunidades gobernadas por el PP no mueven ficha para poder recibir a los niños y las niñas que llegan solas.
Sin embargo, el PP argumenta que estas medidas son insuficientes y podrían incentivar un mayor flujo migratorio hacia España, una postura que los socialistas califican de “inmovilismo irresponsable”.
La postura del PP también ha sido cuestionada por los presidentes de Canarias y Ceuta, quienes, a pesar de pertenecer a fuerzas políticas opuestas, coinciden en la necesidad urgente de una acción conjunta. “Aquí no se trata de ideologías, sino de vidas humanas y de comunidades que están al borde del colapso”, afirmó en la reunión el presidente canario, mientras su homólogo ceutí subrayó la responsabilidad compartida entre el Gobierno central y las autonomías para gestionar una situación que afecta a todo el país.
Coordinación nacional
A medida que las negociaciones fracasan, las cifras de llegadas migratorias continúan batiendo récords. Solo en lo que va de 2024, más de 41.000 personas han alcanzado las costas canarias, superando las cifras del año anterior. En Ceuta, la presión también es evidente, con un aumento significativo en el número de menores no acompañados y de personas que intentan cruzar la frontera terrestre con Marruecos.
La falta de acuerdos concretos no solo perpetúa el colapso de los sistemas de acogida en las regiones más afectadas, sino que también pone en riesgo la cohesión territorial. Las comunidades más expuestas a la crisis migratoria insisten en que no pueden gestionar esta carga en solitario y que es necesario un reparto equitativo de responsabilidades a nivel nacional.
El fracaso de la reunión de Madrid deja a las personas migrantes, las comunidades de acogida y las instituciones locales en una situación de incertidumbre. Mientras la política se estanca, el mar sigue cobrándose vidas, y las costas de España continúan siendo el último refugio para quienes huyen de la desesperación. Las soluciones, una vez más, parecen atrapadas en el entramado de intereses partidistas que priorizan la confrontación sobre la acción.