“Voy a hacer lo que hizo Bretón”

El número de niños y niñas muertas por violencia vicaria (9) es el más alto desde 2013. Los expertos alertan de que el factor imitación, "no es determinante exclusivo, pero sí un factor más de riesgo y no lo estamos considerando"

José Bretón - Violencia de género
José Bretón, detenido por la Policía Nacional (EFE)

No solemos hablar de las víctimas de violencia en cifras, sabemos que no son solo números, pero el final del año permite hacer un balance de qué ha ocurrido en estos doce meses. Ha sido un año de récord histórico. Desde que hay registros (2003), cuando se empezaron a contabilizar las víctimas de violencia de género nunca había habido una cifra tan baja de víctimas mortales. Cuarenta y siete mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas, once menos que en 2023 cuando mataron a 57. Sin embargo, otra plusmarca empaña este dato. Nueve niños y niñas han sido asesinados por violencia vicaria, una cifra que solo se alcanzó en el año 2015. 

Víctimas migrantes

Más datos: más de la mitad de las víctimas son de origen extranjero (24) frente a las 23 mujeres españolas. No se corresponde con el porcentaje de asesinos. Veintinueve agresores son españoles, el 63 por ciento del total, frente a los 17 de origen migrante, el 29 por ciento.

Casi una de cada tres había pedido ayuda

Además del dato alarmante de mujeres migrantes asesinadas, que dibuja un fallo del sistema en cuanto a la detección y atención a este tipo de víctimas, casi una de cada tres había acudido al sistema en busca de ayuda. Quince de las 47 víctimas, un 31,9 por ciento del total. Si tenemos en cuenta que según la macroencuesta de Igualdad tan solo denuncian el 21,7 por ciento de las mujeres maltratadas de España, las cifras arrojan una nueva gotera del engranaje de protección, pedir ayuda, denunciar no frena el asesinato. El sistema Viogén no termina de predecir con exactitud los ataques, minimiza sistemáticamente la violencia, no supone un escudo protector informar de la situación, a luz de estas cifras.

Lorente cree que el descenso es la tendencia habitual en una sociedad más concienciada

Para el médico forense y exdelegado del Gobierno contra la Violencia de Género, Miguel Llorente el descenso en el número de asesinatos forma parte de la tendencia habitual que observamos en los últimos año aunque la variación interanual sea alta por factores de todo tipo, no exclusivamente responden a un cambio cultural, sino a factores contextuales e individuales. “El año pasado hubo un aumento respecto a los datos de hace dos años y pensamos, cuidado con ese aumento, pero no se ha confirmado esa tendencia”. Lorente cree que responde a un cambio social: “La sociedad detecta el maltrato más e identifica al agresor, los entornos están más concienciados. Es normal que los asesinatos vayan bajando progresivamente”. 

Cuando el agresor no puede acceder a la mujer se incrementa la violencia vicaria

Con respecto al aumento de violencia vicaria, el exdelegado del Gobierno considera que cuando los asesinos tienen más difícil acceder a las víctimas van a utilizar otras formas de violencia, la violencia muta y además se imita. “Eso es muy importante, tenemos el ejemplo de un español que en 2018 mató a sus hijos un ciudad alemana que dijo “voy a hacer lo que hizo José Bretón”. Los agresores aprenden, toman referencias, es humano. En el momento que ha habido más casos y más dificultad para acceder directamente a las mujeres se facilita la violencia vicaria”, insiste.

Factor imitación y discursos negacionistas

El factor imitación, “no es determinante exclusivo, pero sí un factor más de riesgo y no lo estamos considerando. Luego nos preguntamos por qué se acumulan los casos en verano y en Navidad, el agresor se había reconocido en la conducta en otro maltratador, denuncia Lorente, quien suma una circunstancia más que pasa desapercibida, pero de la que alertan los expertos y son los discursos públicos. “Durante las elecciones europeas y autonómicas se repitieron ideas negacionistas, estuvieron presentes en mítines y declaraciones de políticos. “Todo ese lenguaje, esa negación potencia siempre la violencia. Le da razones a los agresores y genera desconfianza en las víctimas. Estamos viendo que los que los homicidios se acumulan en los en los meses en los que ha habido debates electorales que se deberían valorar”, finaliza.