Gorditos, redondeados e inquietos, los pies del bebé parecen almohadillas blandas. Sus huesos son aún cartílagos blandos y la musculatura está sin desarrollar. Antes de cumplir el año, habrán crecido unos cuatro centímetros y estarán ya listos para sostener su propio peso y estabilizarse cuando se ponga en pie. Este primer año, podemos olvidarnos del calzado. Ojalá pudiésemos permitírnoslo siempre, pero desde que salimos a la calle a dar los primeros pasos, los pies deben estar protegidos.
Durante los primeros años y hasta bien entrada la adolescencia, no paran de crecer y moldearse. Elegir calzado no es un capricho, sino una inversión en salud. Héctor Nebot, cofundador de Zapato Feroz y coautor de una investigación que lideran los podólogos Roberto Pascual y Javier Ferrer para evaluar cómo el uso del calzado entre los 3 y 17 años nos ayuda a elegir el mejor calzado ahora que preparamos la vuelta al cole.
El mejor calzado, los pies descalzos
No hay mejor calzado que los pies descalzos. Todos deberíamos descalzarnos el máximo tiempo posible, incluso en los colegios debería propiciarse un tiempo diario. En casa, en la playa o en el césped, andar sin zapatos ejercita y fortalece los músculos, favorece el desarrollo natural del pie y la pisada más segura, promueve la circulación, ayuda al desarrollo de los arcos plantares, mejora el equilibrio y la postura y fomenta la sensación de libertad y conexión con el cuerpo.
Confort, precio o estética: ¿qué prevalece?
Un zapato mal elegido será un problema en los pies de mañana. El mejor zapato para prevenir patologías y favorecer un desarrollo más saludable es el que respeta la anatomía natural del pie. Si priorizamos confort, flexibilidad, calidad y la salud del pie por encima de la estética o el precio, sabremos que el calzado será un compañero de juegos más, no una prisión para los pies. Debe tener una suela fina y flexible, que favorezca una pisada más libre y la conexión natural del pie con el suelo; y material transpirable para mantener el pie seco. Un zapato que deberíamos descartar es aquel que tiene la parte delantera estrecha.
¿Zapatillas deportivas para ir al cole? No
Las deportivas están diseñadas para hacer deporte o correr y tienen, por tanto, una capacidad de amortiguación muy alta. Al caminar, el gesto del pie es diferente al que hace al correr. No necesita un calzado con esa amortiguación. No pasa nada por llevar unas deportivas durante un rato, pero nunca para una jornada. Menos aún si es una bota de fútbol, la zapatilla de tenis o la de baloncesto, por ejemplo. Están pensadas para un fin distinto al de caminar y deberían reservarse para el deporte correspondiente.
¿Los pequeños pueden heredar del hermano mayo? Depende
El calzado toma la morfología del pie después de un tiempo de uso. Por tanto, no es una opción. No obstante, si está en perfectas condiciones porque el hermano le dio poco uso, con un cambio de plantilla podría reutilizarlo el menor. Es una costumbre arraigada en las familias, pero muy poco aconsejable porque no hay dos pies iguales y, además, el uso provoca un desgaste tanto en la suela como en otros elementos. Esto puede ser origen de molestias, alteración en la pisada o en el desarrollo del pie o modificación de la biomecánica del niño.
¿Comprar calzado crecedero, como los abrigos, es una opción?
Los profesores han visto de todo: dos pares de calcetines para compensar, una plantilla adicional, apretar extremadamente los cordones o colocar unos algodones en la punta. Es verdad que los pies crecen de forma acelerada, pero siempre hay que escoger la talla del niño en el momento de compra y prestar atención al momento en que se puedan haber quedado pequeños. Un zapato pequeño, además de ser incómodo, puede alterar el crecimiento de los huesos y provocar deformidades. Los riesgos de llevar una talla más no se quedan atrás: ampollas, rozaduras, lesiones en la planta, alteración en la biomecánica del pie y otras deformidades que, a largo plazo, pueden dar problemas.
Cómo dar con la talla exacta
Hay algunos trucos para acertar con la talla. Uno de los más tradicionales es comprobar que el pie tiene el espacio suficiente dentro del calzado cuando esté en movimiento. Es importante probarlo con el grosor del calcetín que vaya a llevar habitualmente y tener en cuenta que las medidas varían según el fabricante.
¿Tacones para niñas? Nunca
A veces influenciadas por las hijas de las celebridades, las niñas y adolescentes cada vez demandan más el zapato con tacón. En general, cualquier mujer debería evitarlo, pero hasta el final del crecimiento del pie la norma tendría que ser tajante. El 80% de las consultas adultas en podología están motivadas por el uso de tacón. El elevamiento del talón produce cambios en la postura y sobrecarga en las estructuras óseas y musculares. Todo ello predispone a padecer dolor de pie y tobillo y algunas deformidades, como juanetes o neuroma de Morton. Si una niña o adolescente insiste en el tacón, debería limitarse a utilizarlo como un disfraz muy puntual.
Un último consejo: revisiones periódicas
Tan importante como escoger el calzado adecuado es cuidar los pies. Durante los primeros años, es aconsejable la revisión periódica por parte del pediatra o del podólogo. Es la manera de comprobar la pisada y detectar a tiempo cualquier anomalía con el fin de buscar una solución temprana.