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‘Echo Valley’: Julianne Moore casi convence en la piel de una ‘madre coraje’ convertida en justiciera

Julianne Moore y Sydney Sweeney encarnan a una madre y una hija atrapadas en la adicción, la culpa y la violencia en este thriller emocional que arranca con una poderosa reflexión sobre la maternidad queer, pero acaba cediendo ante los excesos del suspense criminal

¿Puede una madre seguir queriendo a su hija si aborrece aquello en lo que se ha convertido? ¿Y qué debe hacer si esa hija ha quedado atrapada en una espiral autodestructiva? ¿Es conveniente dejarla a su suerte con la esperanza de que, llegado el momento, enderezará el camino? ¿O es mejor apoyarla en todo momento, aun a riesgo de acabar pagando las consecuencias? En suma: ¿es posible el amor realmente incondicional? ¿Es saludable?

Son preguntas que plantea la tercera película de Michael Pearce, recién estrenada en AppleTV+, mientras explora las profundidades de la devoción materna. Su centro argumental, decimos, está ocupado por una tensa relación maternofilial: Kate (Julianne Moore) es una mujer de mediana edad incapaz tanto de superar la repentina muerte de su esposa nueve meses antes como de cuidar de la granja de caballos que solía dirigir junto a su exmarido, Richard (Kyle MacLachlan). Su hija, Claire (Sydney Sweeney), es una heroinómana manipuladora a que llama a la puerta de su progenitora únicamente cuando necesita dinero o un lugar donde quedarse. El conflicto entre ambas se bastaría para sostener la película entera pero, en lugar de confiar en él, Pearce prefiere ir convirtiéndola gradualmente en una intriga criminal.

La adicción de Claire ha condicionado su relación con dos hombres indeseables. Uno de ellos es su novio, Ryan, también enganchado; el otro, Jackie, es el traficante a quien la pareja debe 10.000 dólares. Como si esa situación no fuera suficientemente complicada, un buen día Claire llega a la granja cubierta en la sangre de su novio, y asegurando que lo mató accidentalmente. Inmediatamente, Kate se pone en marcha para hacer cuanto sea necesario para salvar a su hija y, de hecho, se muestra repentinamente dotada del tipo de confianza y eficacia casi sobrenaturales que algunas personas son capaces de reunir en situaciones límite; en su piel, Julianne Moore deja claros la responsabilidad y el coraje que la maternidad acarrea a través de la reacción de su personaje ante la crisis. Kate cree que su intervención pondrá fin a los problemas de su hija pero, a cambio, la atrapa a ella en el centro mismo de una terrible conspiración.

En cualquier caso, hay algo muy tierno en la rapidez y la eficacia con la que Kate borra las huellas de su hija; en ausencia de su difunta pareja, la pureza del afecto que siempre tendrá por Claire es buena parte de lo que la anima a levantarse por las mañanas, a pesar de la situación imposible en la que su hija la pone una y otra vez. Su instinto es proteger a Claire de todo peligro a pesar de que, en realidad, el verdadero peligro parece ser precisamente Claire.

Las escenas más efectivas de la película capturan discusiones entre ambas que dejan claro hasta qué punto la fragilidad de su relación tiene que ver con las respectivas fuentes de dolor de ambas: Kate por su esposa muerta; Claire, por la persona que querría haber sido y en la que no logró convertirse.

Echo Valley podría haber sacado mucho más jugo tanto de las interacciones entre ambas como de esas escenas que plantean una pequeña comunidad de mujeres queer dispuestas a llegar tan lejos como haga falta para protegerse las unas a las otras. Sin embargo, prefiere centrar toda su atención en una trama compuesta de crímenes y chantajes, y esa decisión tal vez no tendría nada de malo de no ser por la tosquedad que Pearce exhibe a la hora de manejar esos ingredientes narrativos. Llegado el momento, la película empieza a encadenar giros argumentales que desafían toda credibilidad, e incluso llega a traicionarse a sí misma cuando, en su empeño por ofrecer una conclusión sorprendente y audaz, desatiende las responsabilidades dramáticas que había pasado la primera mitad de su metraje adquiriendo.

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