El misterio se ha roto. Tres años después de Motomami, Rosalía ha puesto fecha y nombre a su próximo trabajo: LUX. Un título que en latín significa “luz” y que ya es, en sí mismo, toda una declaración de intenciones. El nuevo disco de Rosalía verá la luz el 7 de noviembre de 2025, y su sola presentación ha desatado una expectación global. Porque no es solo un regreso: es el anuncio de una nueva era.
Un acontecimiento global en el corazón de Madrid
No fue un anuncio convencional. Rosalía convirtió la Plaza del Callao, en pleno centro de Madrid, en un escenario cinematográfico. Sin previo aviso, cientos de pantallas se iluminaron con su silueta vestida de blanco, mientras el título LUX aparecía en letras doradas. La artista confirmó lo que ya era un secreto a voces: su nuevo álbum está listo. No lanzamiento de single, pero sí un gesto simbólico. “Llevo esperando este día tres años”, confesó.
El nuevo disco de Rosalía no llega envuelto en el ruido del marketing convencional, sino en el lenguaje del arte. La estrategia recuerda a los grandes iconos de la música contemporánea. En lugar de una promoción explícita, la artista ha construido una narrativa visual y simbólica que despierta más preguntas que respuestas.
Una estética espiritual y simbólica
En los últimos meses, Rosalía ha dejado caer múltiples pistas. Fotos en las que aparece vestida como una monja, partituras con títulos enigmáticos como Berghain, o imágenes minimalistas en blanco y oro que remiten a una estética religiosa. Todo apunta a un álbum que busca trascender lo terrenal.
LUX es luz, pero también revelación. Y en ese concepto se esconde la clave del nuevo disco de Rosalía. Una obra que parece querer iluminar lo oscuro, despojarse de la saturación del ruido digital y volver a una forma de pureza. Algunos críticos ya lo definen como el comienzo de su “etapa espiritual”. Un viaje hacia la introspección tras años de vértigo mediático.
De ‘Motomami a LUX’: dos polos opuestos
Si Motomami fue velocidad, ironía y energía caótica, LUX promete todo lo contrario: calma, reflexión y trascendencia. La propia Rosalía adelantó hace meses que este trabajo “no se parecerá en nada” a su anterior disco. Motomami hablaba del yo fragmentado, de la hiperconectividad y del poder femenino en la era digital. LUX, en cambio, parece querer responder a una pregunta más antigua: ¿quién soy cuando el ruido se apaga?
Este contraste entre ambas obras convierte al nuevo disco de Rosalía en un punto de inflexión. La catalana no busca repetir el éxito, sino reinventar su lenguaje artístico. Y eso, en un panorama musical saturado de fórmulas, es en sí mismo revolucionario.
Rumores y posibles colaboraciones
Como en cada lanzamiento de Rosalía, los rumores no se han hecho esperar. Se habla de posibles colaboraciones con Caroline Polachek, Sean Paul o incluso Björk, con quien ya compartió la pieza ambiental Oral. También suena el nombre de Lisa, de BLACKPINK, con quien lanzó New Woman, y el de Ralphie Choo, referente del nuevo pop experimental español.
Nada de esto está confirmado, pero sí parece claro que el nuevo disco de Rosalía buscará una fusión global. Un sonido capaz de unir lo clásico y lo vanguardista, lo espiritual y lo electrónico. La partitura filtrada de Berghain (el mítico club berlinés de techno) refuerza esa hipótesis. Un álbum que podría viajar desde los cánticos litúrgicos hasta la pista de baile, desde lo sacro hasta lo carnal.
Una historia entre la fe y la reinvención
Aunque la artista no ha revelado si LUX tendrá una narrativa conceptual, las señales apuntan en esa dirección. Rosalía siempre ha construido sus discos como relatos. El mal querer narraba una historia de amor y dominación inspirada en una novela del siglo XIII. Motomami era un autorretrato posmoderno, una confesión disfrazada de performance.
Ahora, el nuevo disco de Rosalía podría representar una tercera metamorfosis: la búsqueda de la luz tras la tormenta. Algunos fans ya especulan con que la obra contendrá referencias veladas a su ruptura con Rauw Alejandro, aunque tratadas de forma simbólica. No como reproche, sino como catarsis. “He cambiado mucho, pero sigo haciéndome las mismas preguntas”, dijo la cantante hace poco en una entrevista.
En cualquier caso, Rosalía no necesita exponer su intimidad para convertirla en arte. Su talento reside en transformar lo íntimo en arquetipo, lo personal en universal. Si en Motomami la vemos cuestionarse el ego, el deseo o la fama, el nuevo disco de Rosalía parece querer elevar esos conflictos a un plano espiritual.
La ruptura, la fe, la identidad y la soledad son los ingredientes con los que podría construir una nueva poética. Y eso explicaría la palabra LUX. La luz como símbolo de renacimiento, como metáfora del conocimiento y la aceptación. En un mundo obsesionado con el ruido, Rosalía podría estar preparando su disco más silencioso y, a la vez, más poderoso.