En un año en el que el mercado editorial parecía avanzar sin grandes sobresaltos, Megan Maxwell ha vuelto a demostrar por qué es una de las autoras de narrativa romántica más influyentes de España. Su nueva novela, Ande, ande, ande, la Mari Morena, se ha convertido en un boom literario navideño, un éxito que ha sorprendido incluso a las propias librerías, que han visto cómo la edición especial —con cantos tintados y una presentación pensada para regalo— volaba de las estanterías en cuestión de horas.
El lema que acompaña al lanzamiento de Megan Maxwell , “Porque la Navidad no es lo que tenemos, sino a quién tenemos”, sintetiza a la perfección el espíritu de la novela. La autora recupera ese calor emocional que tanto ha caracterizado sus historias, pero lo hace con una ambientación festiva que, más que un adorno, se convierte en motor narrativo. En un momento sociocultural donde la Navidad oscila entre el ritual consumista y la nostalgia, la autora apuesta de nuevo por la intimidad, los afectos y los giros que el destino reserva cuando menos te los esperas.
¿Qué esperar de ‘Ande, ande, ande, la Mari Morena’?
La protagonista, María, es una mujer hecha a sí misma, moderna, refinada, urbana hasta la médula. Ama los viajes caros, los hoteles que parecen rozar las constelaciones y la ropa que habla por sí sola. Aun así, su lugar favorito siempre ha sido la empresa de joyería fundada por su abuelo y hoy capitaneada por su padre. Es ahí donde siente que el mundo encaja. Tiene pareja, dos hermanos a los que adora, amigas fieles y una perrita que la acompaña a todas partes. Todo funciona. Hasta que deja de hacerlo.
Ese punto de quiebre, ese día en que la vida decide girarse sin previo aviso, es el detonante de la novela. Megan Maxwell construye ese derrumbe con una sensibilidad que invita al lector a reconocerse en la fragilidad de los planes trazados.

En el otro extremo del mundo emocional aparece Nicolás, veterinario, terrenal, profundamente familiar. Vivió una etapa glamurosa, viajando por el planeta, pero una decisión vital lo llevó a instalarse en una granja en Galicia. Allí encontró un modo de vida sereno, auténtico, sin estridencias. El campo y los animales lo acompañan con una estabilidad que María nunca ha conocido.
La colisión entre ambos mundos es inevitable… y deliciosa. Megan Maxwell vuelve a jugar con uno de sus recursos más eficaces: el choque cultural, social y emocional entre dos personajes que, en principio, no tienen nada en común. Precisamente por eso funcionan.
Un encuentro propiciado por la Navidad
Cuando María decide hacer un viaje para recomponerse, el destino —esa herramienta literaria que Megan Maxwell maneja como pocas— mueve los hilos para que ambos se crucen. Y lo que surge entre ellos no es solo atracción o curiosidad mutua, sino la sensación de que la vida, en su caos, también sabe regalar armonía.
La magia navideña, lejos de ser un decorado, actúa en la novela como un catalizador emocional. Megan Maxwell no se limita a perfilar un romance, sino que lo envuelve en un clima de segundas oportunidades, reconciliaciones familiares y descubrimientos personales.

La edición especial, cuidada, brillante y pensada para sorprender debajo del árbol, ha sido clave en el éxito. Pero la verdadera razón del fenómeno es que Megan Maxwell escribe desde el corazón y para el corazón, y sus historias navideñas despiertan la ilusión de volver a creer en la chispa que pierde fuerza con la rutina.
En un tiempo en que el lector busca emociones, Ande, ande, ande, la Mari Morena llega como un abrazo cálido en mitad del invierno.


