Literatura

Anna Starobinets, las zorras inmortales y los tesoros ocultos

Instalada en Barcelona desde el comienzo de la guerra de Ucrania, la reina rusa del terror y la fantasía oscura Anna Starobinets se lanza a la aventura

Anna Starobinets, las zorras inmortales y los tesoros ocultos
Anna Starobinets, las zorras inmortales y los tesoros ocultos

Poco podíamos imaginar en 2012, cuando la tristemente desaparecida editorial Nevsky Prospects publicaba su libro de relatos Una edad difícil —recuperado por Impedimenta— que su autora, etiquetada engañosamente como “la Stephen King rusa”, acabaría por venir a vivir a nuestro país. En efecto, tras la invasión de Ucrania y ante el clima cada vez más represivo de la Rusia de Putin, Anna Starobinets (Moscú, 1978), decidió instalarse primero en Georgia y después finalmente en Barcelona. Aunque no había recibido amenazas directas, su nombre estaba incluido entre el de otros autores “enemigos del régimen”. Desde su partida, varios de sus colegas han sido encarcelados.

Tampoco podíamos imaginar, tras la lectura de sus siempre brillantes libros de relatos como, además del ya citado, La glándula de Ícaro (Impedimenta); de novelas como la siniestra distopía El vivo (Nevsky); la autobiográfica y terrorífica, por motivos distintos pero no menos siniestros y casi distópicos, Tienes que mirar (Impedimenta), o de sus cuentos infantiles, entre los que destaca el fantástico Gatlántida (Dolmen), que su nueva y monumental novela, El Vado de los Zorros (Impedimenta), nos iba a descubrir una Starobinets diferente: una escritora de aventuras trepidantes, protagonizadas por un clásico héroe masculino cien por cien viril y temerario.

Portada de Gatlantida uno de los fantasticos cuentos para ninos de todas las edades de Anna Starobinets

Aunque el origen de El Vado de los Zorros —y se nota— fue una proyectada serie para la televisión rusa, creada junto a su esposo, el escritor Alexander Garros, fallecido en 2017, no es menos cierto que ningún autor ruso es verdaderamente ruso hasta que no escribe una novela de más de quinientas páginas, número que Starobinets supera de largo, siguiendo el ejemplo de Tolstoi, Dostoyevski, Pasternak, Bulgakov o Grossman. Pero que nadie se asuste, quien ha demostrado su maestría en las distancias cortas con cuentos como “Una edad difícil” o “El parásito”, construye un novelón de dimensiones épicas que cumple con todas las expectativas posibles y algunas imposibles del lector.

Portada de El Vado de los Zorros, la gran aventura de Anna Starobinets

Si Starobintes nos tenía acostumbrados a perturbadoras historias de horror y ciencia ficción, que a las influencias de autores anglosajones como Stephen King, Clive Barker o Neil Gaiman unen las de clásicos como Kafka, Orwell o Gogol, sin olvidar a cineastas como Cronenberg, Tarkovski o David Lynch, casi siempre en los pantanosos territorios del body horror, mezclando elementos surrealistas y tecnológicos, El Vado de los Zorros se distancia para sumergirnos en un marco histórico y geográfico real, tan exótico como fascinante: 1945 en Manchuria, la frontera entre Rusia y China durante las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial.

Un escenario aislado, de naturaleza salvaje y condiciones extremas, donde conviven en difícil equilibrio acuartelamientos soviéticos, una sojuzgada población eminentemente china, colonos rusos ortodoxos, supervivientes del ejército invasor japonés y toda suerte de extraños personajes, incluyendo criaturas mitológicas como las mujeres-zorro de las tradiciones sinojaponesas, que juegan un papel fundamental en la trama. Un mundo entre la realidad y la fantasía que Starobinets transforma en decorado perfecto para su compleja, rica y violenta historia de espionaje, búsqueda mística, poderes paranormales, conflicto bélico, erotismo, asesinatos y traiciones; repleta de fugas a través de la taiga, templos perdidos, tesoros ocultos, pócimas, criaturas cambiaforma, filosofía taoísta, espectros, brujería, crímenes de guerra, pactos fáusticos, búsqueda de la inmortalidad, ocultismo nazi, villanos sádicos, bandidos chinos de los pantanos y crueles experimentos biológicos (algo de body horror no podía faltar).

Anna Starobinets, mucho más que una Stephen King a la rusa

El Vado de los Zorros es fantasía épica, sí, pero no en el modo Tolkien o el de sus modernos seguidores, como Martin o Sanderson. Tampoco es fantasía urbana, porque su paisaje y paisanaje no pueden ser menos urbanitas. Está repleta de situaciones y personajes terroríficos, pero no es una novela de terror, aunque en ciertos aspectos, sobre todo en su conseguido entretejer la realidad histórico-política rusa con un argumento fantástico y oscuro, puede recordar a Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez. En fin, en sus más de setecientas páginas hay de casi todo, pero ante todo y sobre todo lo que hay es puro Sentido de la Maravilla. Así, con mayúsculas capitulares.

Si quisiéramos etiquetar de alguna forma la nueva novela de Starobinets sería, lisa y llanamente, como novela de aventuras. Su protagonista, Maxim Cronin, es un hombre sin memoria, casi sin identidad, obsesionado por recuperar a su esposa, condenado injustamente a trabajos forzados en los confines de la URSS, cuya fuga desesperada le llevará hasta un extraño lugar: El Vado de los Zorros, epicentro mágico de una lucha por la inmortalidad y el poder de la que él mismo, sin saberlo, forma parte esencial. Cronin es un héroe masculino, austero, letal y viril como los que ya sólo pueden permitirse hoy las escritoras, entre El Hombre Silencioso de los spaghetti western de Eastwood y Leone y el Toshiro Mifune de los chambaras de Kurosawa. No en vano pasa de Cronin a, simplemente, ronin: un samurái sin dueño ni señor.

Grabado de 1886 del artista Yoshitoshi representando a una kitsune o mujer-zorro de la mitología japonesa

Atrapado en una situación equívoca y peligrosa al hacerse pasar por un agente secreto de SMERSH —¿recuerdan Desde Rusia con amor?— enviado al Vado para investigar a un supuesto traidor, a su alrededor se acumulan constantes amenazas, enemigos mortales y situaciones de violencia. Hay algo de manga o anime en su viaje personal hacia la memoria recuperada y la redención, que le llevará a descubrir un mundo secreto, mágico pero real, de seres mitológicos, brujería e Inmortales taoístas, cuyos destinos se entrecruzan con los de un puñado de humanos empeñados en la búsqueda del poder, la vida eterna y el oro, tanto el vil metal como el simbólico oro alquímico, en lo que también podría ser, ¿por qué no?, la historia del origen de un nuevo superhéroe mutante, mucho más interesante y atractivo que los de Marvel o DC.

Starobinets entreteje con perfección de veterana guionista, que también lo es, los muchos hilos de su trama coral, con frecuentes saltos atrás en el tiempo, interludios oníricos y descripciones minuciosas (a las que acompañan unas justas y necesarias notas de los traductores al final del libro), cambiando eficazmente de punto de vista para dar voz también al resto de fascinantes personajes, dotados todos, desde el más insignificante hasta los fundamentales, de personalidad propia y matices. Al mismo tiempo que las peripecias y cliffhangers no dan tregua, la autora se permite ser a menudo lírica y hasta elegíaca, introduciendo los fantasmas, reales y mentales, del protagonista, creando una atmósfera de realismo mágico donde todo es posible pero también creíble. Un cóctel perfecto de gran literatura, con profunda penetración psicológica y poéticas descripciones del paisaje interior y exterior de sus personajes, y de pura pulp fiction desatada, con villanos nazis empeñados en crear un ejército de muertos vivientes, tesoros ocultos que despiertan la codicia del más templado, romances trágicos, piratas de pantano, científicos locos y duelos mágicos que no estarían de más en Bola de Dragón.

Cartel de Kniga masterov (2009), una de las películas de fantasía rusas para Disney con guion de Anna Starobinets

Starobinets ha retratado el lado más asiático y menos europeo de ese país de países enfrentados entre sí que fue la Unión Soviética y antes aún la Gran Rusia, por el que tanta nostalgia siente Putin. Lo ha hecho recurriendo a la mejor literatura de aventuras fantásticas, creando un épico folletín, en el mejor sentido del término, donde acción, misterio, amor y suspense no están reñidos con especulación histórica, mística y moral. Un thriller bélico, paranormal, mágico, político y ocultista, que nos desvela otra dimensión distinta de una escritora que está ya, sin duda, entre los más grandes narradores actuales y que, afortunadamente, es una de los nuestros.

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